domingo, 27 de marzo de 2016

FRANCISCO: Mensaje de Pascua y Bendición Urbi et Orbi

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - 27 de marzo de 2016).-  A las 10.15 horas de este Domingo de Resurrección, el Santo Padre FRANCISCO celebró la Santa Misa.

Posteriormente a las 12.00 desde el Balcón Central de la Basílica Vaticana dirigió el Mensaje de Pascua y Bendición Urbi et Orbi.


MENSAJE URBI ET ORBI
DEL SANTO PADRE FRANCISCO

PASCUA 2016

 
Balcón Central de la Basílica Vaticana
Domingo, 27 de marzo de 2016



«Agraced al Señor porque es bueno:
porque eterna es su misericordia» (Sal 135,1).




¡Queridos hermanos y hermanas, buena Pascua!


Jesucristo, encarnación de la misericordia de Dios, por amor ha muerto en la cruz y por amor ha resucitado. Por esto hoy proclamamos: ¡Jesús es el Señor! Su Resurrección realiza plenamente la profecía del Salmo: la misericordia de Dios es eterna, su amor es por siempre, nunca muere. Podemos confiar totalmente en Él, y le damos gracias porque por nosotros ha descendido hasta el fin del abismo. 


De frente a las vorágines espirituales y morales de la humanidad, de frente ai vacío que se crea en los corazones y que provoca odio y muerte, solo una infinita misericordia puede dar salvación. Solo Dios puede llenar con su amor estos vacíos, estos abismos, y permitirnos no hundirnos sino continuar juntos hacia la Tierra de la libertad y de la vida.


El anuncio glorioso de la Pascua: Jesús, el crucificado, no está aquí, ha resucitado (cfr Mt 28,5-6) que ofrece la consoladora certeza que el abismo de la muerte está salvado y, con eso, ha sido derrotado el luto, el lamento y la angustia (cfr Ap 21,4). El Señor, que ha sufrido el abandono de sus discípulos, el peso de una injusta condena y la vergüenza de una muerte infame, nos hace partícipes de su vida inmortal y nos dona su mirada de ternura y de compasión hacia los hambrientos y los sedientos, los marginados y los descartados, las víctimas de abuso y de la violencia. El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras las crónicas diarias están llenas de noticias de brutales delitos, que a menudo se consuman entre los muros del hogar, y de conflictos armados a gran escala que someten enteras poblaciones a indecibles pruebas.


Cristo resucitado indica senderos de esperanza a la querida Siria, País desgarrado  por un largo conflicto, con su triste desfile de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y desintegración de la convivencia civil. Al poder del Señor resucitado encomendemos las conversaciones en curso, para que con la buena voluntad y la colaboración de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos. Que el mensaje de vida, proclamado por boca del Ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestros corazones y promueva un encuentro fecundo de pueblos y de culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, en Yemen y en Libia.
  
 
Que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, favorezca en Tierra Santa la convivencia entre Israelíes y Palestinos, así como la paciente disponibilidad y el cotidiano compromiso de esforzarse para edificar las bases de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras. Que el Señor de la vida acompañe también los esfuerzos destinados para alcanzar una solución definitiva a la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluidas la de la liberación de las personas detenidas.


Que el Señor Jesús, nuestra paz (Ef 2,14), que resucitando ha vencido el mal y el pecado, estimulando en esta fiesta de Pascua nuestra cercanía a las víctimas del terrorismo, forma ciega y feroz de violencia que no cesa de de esparcir snagre inocente en diversas partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún, Costa de Marfil e Iraq; venga para el éxito y el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso en particular en Burundi, en Mozambique, en la República Democrática del Congo y en Sudán del Sur, marcados por tensiones políticas y sociales.  


Con las armas del amor, Dios ha vencido el egoísmo y la muerte; Su Hijo Jesús es la puerta de la misericordia abierta para todos. Su mensaje pascual se proyecte siempre más sobre el pueblo venezolano en las difíciles condiciones en que se encuentra y vive y sobre cuantos tienen en su manos los destinos del País, para que se pueda trabajar en vista del bien común, buscando espacios de diálogo y colaboración con todos. Se adopten en todas partes para favorecer la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, que solo pueden garantizar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos.


El Cristo resucitado, anuncio de vida para la humanidad entera, reverbera en los siglos y nos invita a no olvidar a los hombres y a las mujeres en camino buscando un futuro mejor, muchedumbre siempre más numerosa de emigrantes y refugiados – entre ellos muchos niños –  huyendo de la guerra, del hambre, de la pobreza y de la injusticia social. Estos nuestros hermanos y hermanas, en su pedregoso camino a menudo se encuentran con la muerte o de lo contrario el rechazo de quienes les podrían ofrecer hospitalidad y ayuda. Que la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner al centro a la persona humana con su dignidad y de elaborar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y de otras emergencias, sobretodo a los más vulnerables y a cuantos son perseguidos por motivos étnicos y religiosos.


En este día glorioso, "goce la tierra inundada de tan gran espledor" (cfr Pregón pascual), aunque tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera los equilibrios de la naturaleza. Pienso especialmente en aquellas áreas golpeadas por los efectos de los cambios climáticos, que provocan sequía o violentas inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diversas partes del planeta.
 

Con nuestros hermanos y hermanas que son perseguidos por la fe y por la fidelidad al nombre de Cristo y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, escuchamos la consoladora palabra del Señor: “¡No tengan miedo! ¡Yo he vencido al mundo!” (Jn 16,33).  Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte, con su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad (cfr 2Tim 1,10). “Él nos ha hecho pasar de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la fiesta, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud a la redención. Por eso decimos frente a Él: "¡Aleluya!” (Melitone di Sardi, Homilía Pascual).



A cuantos en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a los ancianos abrumados en la soledad que sienten tener menos fuerza, a los jóvenes a los cuales parece faltarles el futuro, a todos dirijo una vez más las palabras del Resucitado: “He aquí, hago nuevas todas las cosas … Al que tenga sed le daré gratuitamente agua de la fuente de la vida” (Ap 21,5-6). Que este consolador mensaje de Jesús, ayude a cada uno de nosotros a reanudar con más vigor la esperanza para construir caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos. ¡Tenemos tanta necesidad!









Queridos hermanos y hermanas,


Deseo renovar mis mejores deseos de una Buena Pascua a todos vosotros, venidos de Roma y de diversos Países, así como a cuantos se han conectado a través de la televisión, la radio y otros medios de comunicación. Que pueda resonar en vuestros corazones, en vuestra familias y comunidades el anuncio de la Resurrección, acompañada de la cálida luz de la presencia de Jesús Vivo: presencia que ilumina, conforta, perdona, conforta, perdona, tranquiliza… Cristo ha vencido al mal de raíz: y la Puerta de la salvación, abierta de par en par para que cada uno pueda encontrar misericordia. 
  


Les agradezco por vuestra presencia y por vuestra alegría en este día de fiesta. Un agradecimiento particular por el regalo de las flores, que también este día provienen de los Países Bajos.


Llevad a todos la alegría y la esperanza de Cristo Resucitado. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo pascual y adiós!


(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)


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