El Papa expresa a los familiares del difunto su profunda participación en el luto que afecta a cuantos conocieron y estimaron al purpurado, durante tantos años “sincero y diligente colaborador de la Santa Sede, en particular como Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica dando testimonio de celo sacerdotal y lealtad al Evangelio”.
“Mientras elevo fervientes plegarias al Señor Jesús para que,por la intercesión de la Virgen María, conceda al fallecido Cardenal el premio eterno prometido a su fieles discípulos –concluye el Pontífice– le envío, junto a las religiosas Hijas de Santa María de Leuca, que le han atendido y a cuantos lloran su desaparición la bendición apostólica”.