CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.com - 30 de enero de 2017).- A las 12.00 horas de ayer último domingo de enero, desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, el Papa FRANCISCO rezó la oración mariana de Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Presentes, entre tantos fieles, los jóvenes de la Acción Católica de la diócesis de Roma que ha concluído con la “Caravana de la Paz” en este mes de enero tradicionalmente dedicado al tema de paz. Al finalizar la oración mariana, dos chicos, invitados en el apartamento pontificio, dieron lectura de un mensaje en nombre de la ACR de Roma.
Este es el texto íntegro del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La liturgia de este domingo nos hace meditar sobre las Bienaventuranzas (cfr Mt 5,1-12a), que abren el gran
discurso llamado “de la montaña”, la “magna carta” del Nuevo
Testamento. Jesús manifiesta la voluntad de Dios de conducir a los hombres
a la felicidad. Este mensaje estaba ya presente en la predicación de
los profetas: Dios está cercano a los pobres y a los oprimidos y los
libera de cuantos los maltratan. Pero en esta su predicación Jesús sigue
un camino particular: comienza con el término «bienaventurados», es
decir felices; prosigue con la indicación de la condición para sertales ; y concluye haciendo una promesa. El motivo de la
bienaventuranza, es decir de la felicidad, no está en la condición
pedida – «pobres de espíritu», «afligidos», «hambrientos de justicia», «perseguidos»… – sino en la sucesiva promesa, de acoger con fe como don de Dios. Se parte de la condición de
dificultad para abrirse al don de Dios y acceder al mundo nuevo, el «reino» anunciado por Jesús. No es un mecanismo automático esto, sino un
camino de vida de seguimiento del Señor, por el cual la realidad de
dificultad y de aflicción es vista en una perspectiva nueva y
experimentada según la conversión que se actúa. No se es bienaventurado
si no se ha convertido, en grado de apreciar y vivir los dones de Dios.
Me detengo en la primera bienaventuranza: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos»(v. 4). El pobre de espíritu es quien ha asumido los sentimientos y las actitudes de los pobres que
en su condición no se rebelan, sino saben ser humildes, dóciles,
disponibles a la gracia de Dios. La felicidad de los pobres – de los
pobres de espíritu – tiene una doble dimensión: en relación a los bienes
y en relación a Dios. En relación a los
bienes, a los bienes materiales, esta pobreza de espíritu es sobriedad:
no necesariamente renuncia, sino capacidad de gustar lo esencial, de
compartir; capacidad de renovar cada día el estupor por la bondad de
las cosas, sin hundirse en la opacidad del consumo voraz. Más tengo, más quiero; más
tengo, más quiero: este es el consumo voraz. Y esto mata el alma. Y
el hombre o la mujer que hacen esto, que tienen esta actitud “más tengo,
más quiero”, no son felices y no llegaran a la felicidad. En la relación de
Dios es alabanza y reconocimiento que el mundo es bendición y que en su
origen está el amor creador del Padre. Pero es también apertura a Él,
docilidad a su señoría: ¡es Él, el Señor, es Él el Grande, yo no soy
grande porque tengo tantas cosas! Es Él: Él que ha querido el mundo para
todos los hombres y lo ha querido para que los hombres fueran felices.
El pobre de espíritu es el cristiano que que no confía en sí
mismo, en sus riquezas materiales, no se obstina en sus propias
opiniones, sino escucha con respeto y sigue con gusto las decisiones de
los demás. ¡Si en nuestras comunidades existieran más pobres de
espíritu, existirían menos divisiones, contrastes y polémicas! La
humildad, como la caridad, es una virtud esencial para la convivencia en
las comunidades cristianas. Los pobres, en este
sentido evangélico, se presentan como aquellos que tienen despierta la
meta del Reino de los cielos, haciendo entrever que eso viene anticipado
en germen en la comunidad fraterna, que privilegia la compartición de posesiones.
Esto quisiera subrayarlo: privilegia la compartición de posesiones. Siempre
tener el corazón y las manos abiertas (hace el gesto), no así (hace el gesto). Cuando el corazón es así (hace el gesto), es
un corazón cerrado: que ni siquiera sabe cómo amar. Cuando el corazón es
así (hace el gesto), va por el camino del amor.
Que la Virgen María, modelo y primicia de los pobres de espírito porque
totalmente dócil a la voluntad del Señor, nos ayude a abandonarnos a
Dios, rico en misericordia, para que colme de sus dones, especialmente de la abundancia de su perdón.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
como veís, han llegado algunos invasores… ¡están aquí! Se celebra hoy la Jornata Mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, mientras siga estando de
regreso, está incluso entre las más temidas y golpea a los más pobres y marginados. Es importante luchar contra este morbo, pero también contra las discriminaciones que eso genera. Aliento a cuantos están comprometidos en el socorro y en el reinsertamiento social de personas golpeadas del mal de
Hansen, para las cuales aseguramos nuestra oración.
Saludo con
afecto a todos vosotros, venidos de diversas parroquias de Italia y de otros
Países, comotambién las asociaciones y los grupos. En particular, saludo a
los estudiantes de Murcia y Badajoz, a los jóvenes de Bilbao y a los fieles de
Castellón. Saludo a los peregrinos de Reggio Calabria, Castelliri, y al
grupo siciliano de la Asociación Nacional de Padres. Deseo también renovar mi cercanía a las poblacones de Italia Central que
ahora sufren las consecuencias del terremoto y de las difíciles
condiciones atmosféricas. Que no se pierda para estos nuestros hermanos y hermanas el constante apoyo de las instituciones y la común solidaridad. ¡Y por
favor, que cualquier tipo de burocracia no los haga esperar y además sufrir!.
Me dirijo ahora a vosotros, jóvenes y jovencitas de la Acción Católica, de las parroquias y de las escuelas católicas de
Roma. Que este año, acompañados del Cardenal Vicario, habeís venido al
terminar la “Caravana de la Paz”, cuyo eslogan es Rodeados de Paz: bello, el eslogan. Gracias por vuestra presencia y por vuestro generoso
compromiso en construir una sociedad de paz. Ahora, todos escuchemos el
mensaje que vuestros amigo, que se encuentran junto a mi, nos leerán.
[lectura del mensaje]
Y ahora son lanzados los globos, símbolo de paz. Símbolo de paz...
A todos deseo un buen domingo, deseo paz, humildad, compartir en vuestras familias. Por favor, no se olveden de rezar por mí, ¡Buen almuerzo y adiós!.
Traducción del original italiano [http://catolicidad.blogspot.com]
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana