AUDIENCIAS GENERALES DEL PAPA FRANCISCO
MARZO 2017
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Llamamiento del Santo Padre
 
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Dirijo un pensamiento especial a los trabajadores de "Sky Italia", y espero que su situación laboral pueda encontrar una solución rápida, respetando los derechos de todos, especialmente los de las familias.El trabajo nos da dignidad y, los responsables de los pueblos, los que gobiernan tienen la obligación de hacer todo lo posible para que cada hombre y cada mujer puedan trabajar y así tener la frente alta, mirar cara a cara a los demás, con dignidad. Los que, por maniobras económicas, por hacer negociados no del todo claros, cierra fábricas, cierra empresas laborales y quita el trabajo a los hombres hace un pecado gravísimo.
Por último, saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El tiempo litúrgico de Cuaresma favorezca el reacercarse a Dios: ayunad, no sólo de las comidas, sino sobre todo de los malos hábitos, queridos jóvenes, para obtener un mejor dominio de vosotros mismos; la oración sea para vosotros, queridos enfermos, el medio para sentir a Dios cerca, particularmente en el sufrimiento; el ejercicio de las obras de misericordia os ayude, queridos recién casados, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndola a las necesidades de los hermanos.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 29 de marzo de 2017
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
 
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje de la Carta de san Pablo a los Romanos que acabamos de 
escuchar nos hace un gran regalo. De hecho, estamos acostumbrados a 
reconocer en Abraham nuestro padre en la fe; hoy el apóstol nos hace 
comprender que Abraham es para nosotros padre en la esperanza, no solo 
padre de la fe, sino padre en la esperanza. Esto porque en su situación 
podemos ya acoger un anuncio de la Resurrección, de la vida nueva que 
vence al mal y a la misma muerte. 
En el texto se dice que Abraham creyó en el Dios que «da vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean» (Romanos 4, 17); y después se precisa: «No vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor y el seno de Sara igualmente estéril» (Romanos
 4, 19). Esta es la experiencia que estamos llamados a vivir también 
nosotros. El Dios que se revela a Abraham es el Dios que salva, el Dios 
que hace salir de la desesperación y de la muerte, el Dios que llama a 
la vida. En la historia de Abraham todo se convierte en un himno al Dios
 que libera y regenera, todo se convierte en profecía. Y se convierte 
por nosotros, para nosotros que ahora reconocemos y celebramos el 
cumplimiento de todo esto en el misterio de la Pascua. Dios de hecho 
«resucitó de entre los muertos a Jesús» (Romanos 4, 24), para que
 también nosotros podamos pasar en Él de la muerte a la vida. Y 
realmente entonces Abraham bien puede llamarse «padre de muchos 
pueblos», pues resplandece como anuncio de humanidad nueva —¡nosotros!—,
 rescatada por Cristo del pecado y de la muerte e introducida una vez 
para siempre en el abrazo del amor de Dios. 
En este punto, Pablo nos ayuda a focalizar la estrecha unión entre la
 fe y la esperanza. Él de hecho afirma que Abraham «esperando contra 
toda esperanza, creyó» (Romanos 4, 18). Nuestra esperanza no se 
sostiene en razonamientos, previsiones y garantías humanas; y se 
manifiesta allí donde no hay más esperanza, donde no hay nada más en lo 
que esperar, precisamente como sucede para Abraham, frente a su muerte 
inminente y a la esterilidad de su mujer Sara. Se acerca el final para 
ellos, no podía tener hijos, y en esa situación, Abraham creyó y tuvo 
esperanza contra toda esperanza. ¡Y esto es grande! La gran esperanza 
está enraizada en la fe, y precisamente por esto es capaz de ir más allá
 de toda esperanza. Sí, porque no se funda en nuestra palabra, sino 
sobre la Palabra de Dios. También en este sentido, entonces, estamos 
llamados a seguir el ejemplo de Abraham, el cual, aun frente a la 
evidencia de una realidad que parece destinada a la muerte, se fía de 
Dios, «con pleno convencimiento de que poderoso es Dios para cumplir lo 
prometido» (Romanos 4, 21). Me gustaría haceros una pregunta: 
¿nosotros, todos nosotros, estamos convencidos de esto? ¿Estamos 
convencidos de que Dios nos quiere y que todo eso que nos ha prometido 
está dispuesto a cumplirlo? Pero padre, ¿cuánto debemos pagar por esto? 
Solo hay un precio: “abrir el corazón”. Abrid vuestros corazones y esta 
fuerza de Dios os llevará adelante, hará cosas milagrosas y os enseñará 
qué es la esperanza. Este es el único precio: abrir el corazón a la fe y
 Él hará el resto. 
Esta es la paradoja y al mismo tiempo ¡el elemento más fuerte, más 
alto de nuestra esperanza! Una esperanza fundada en la promesa que desde
 el punto de vista humano parece incierta e imprevisible, pero que no 
desaparece ni siquiera ante la muerte, cuando quien promete es el Dios 
de la Resurrección y de la vida. ¡Esto no lo promete uno cualquiera! 
Quien promete es el Dios de la Resurrección y de la vida.
Queridos hermanos y hermanas, pidamos hoy al Señor la gracia de 
permanecer firmes no tanto en nuestras seguridades, nuestras 
capacidades, sino en la esperanza que brota de la promesa de Dios, como 
verdaderos hijos de Abraham. Cuando Dios promete, cumple lo que promete.
 Nunca falta a su palabra. Y entonces nuestra vida asumirá una luz 
nueva, en la conciencia de que Aquel que ha resucitado a su Hijo nos 
resucitará también a nosotros y nos hará realmente una sola cosa con Él,
 junto a todos nuestros hermanos en la fe. Todos nosotros creemos. Hoy 
estamos todos en la plaza, alabamos al Señor, cantaremos el 
Padrenuestro, después recibiremos la bendición... Pero esto pasa. Pero 
esta es también una promesa de esperanza. Si nosotros hoy tenemos el 
corazón abierto, os aseguro que todos nosotros nos encontraremos en la 
plaza del Cielo que no pasa nunca, para siempre. Esta es la promesa de 
Dios y esta es nuestra esperanza, si nosotros abrimos nuestros 
corazones. Gracias.
LLAMAMIENTO
Me alegra saludar a la delegación de superintendencia iraquí 
compuesta de representantes de distintos grupos religiosos, acompañada 
por su eminencia el cardenal Tauran, presidente del Pontificio Consejo 
para el Diálogo Interreligioso. La riqueza de la querida nación iraquí 
está precisamente en este mosaico que representa la unidad en la 
diversidad, la fuerza en la unión, la prosperidad en la armonía. 
Queridos hermanos, os animo a ir adelante en este camino e invito a 
rezar para que Irak encuentre en la reconciliación y en la armonía entre
 sus diferentes componentes étnicas y religiosas, la paz, la unidad y la
 prosperidad. Mi pensamiento va a las poblaciones civiles atrapadas en 
los barrios occidentales de Mosul y los desplazados a causa de la 
guerra, a los cuales me siento unido en el sufrimiento, a través de la 
oración y la cercanía espiritual. En el expresar profundo dolor por las 
víctimas del sangriento conflicto, renuevo a todos el llamamiento a 
comprometerse con todas las fuerzas en la protección de los civiles, 
como obligación imperativa y urgente.
 Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a la
 Virgen María que en este tiempo de cuaresma nos ayude a intensificar 
nuestra preparación espiritual para que la celebración del misterio 
pascual de Cristo renueve nuestra fe y nuestra esperanza. Que el Señor 
los bendiga. Muchas gracias.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 22 de marzo de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Desde hace algunas semanas, el apóstol Pablo nos está ayudando a 
comprender  mejor en qué consiste la esperanza cristiana. Y hemos dicho 
que no era optimismo, era otra cosa. Y el apóstol nos ayuda a 
entenderlo.  Hoy  lo hace comparándola con dos actitudes muy importantes
 para nuestras vidas y nuestra experiencia de fe: " la perseverancia" y "la consolación"
 (vs. 4.5.). En el pasaje de la Carta a los Romanos, que acabamos de 
escuchar se mencionan dos veces: primero, en referencia a las Escrituras
 y después a  Dios mismo. ¿Cuál es su significado más profundo, mas 
verdadero? ¿Y cómo  arrojan luz sobre la realidad de la esperanza? Estas
 dos actitudes: la perseverancia y la consolación.
Podríamos definir  la perseverancia también como paciencia:
 es la capacidad de soportar,  de cargar sobre los hombros, so-portar, 
de permanecer fieles, incluso cuando parece que el peso se vuelva 
demasiado grande, insostenible, y estamos tentados de juzgar 
negativamente y  de abandonar todo y a todos. La consolación, en 
cambio, es  la gracia de  saber captar y mostrar  en cada situación, 
incluso en las más marcadas por la decepción y  el sufrimiento, la 
presencia y la acción compasiva de Dios. Ahora bien, San Pablo nos 
recuerda que la perseverancia y la consolación nos las transmiten de una
 manera particular  las Escrituras (v. 4), es decir, la Biblia. 
Efectivamente,   la Palabra de Dios, en primer lugar, nos lleva a 
dirigir la mirada a Jesús, a conocerlo mejor y a conformarnos  a Él, a 
asemejarnos más y más a Él. En segundo lugar, la Palabra nos revela que 
el Señor es verdaderamente  "el Dios de la perseverancia y de la 
consolación” (v. 5), que permanece siempre fiel a su amor por nosotros, 
es decir; es perseverante en el amor por nosotros, ¡no se cansa de 
amarnos¡ Es perseverante: siempre nos ama. Y nos cuida, cubriendo 
nuestras heridas con la caricia de su bondad y  de su misericordia, o 
sea, nos consuela. Tampoco se cansa de consolarnos.
Con esta perspectiva, se comprende también la afirmación inicial del 
Apóstol: "Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar  las flaquezas de 
los débiles y no buscar nuestro propio agrado” (v. 1). Esta expresión 
"nosotros los fuertes" puede parecer presuntuosa, pero en la lógica del 
Evangelio sabemos que no es así;  es todo lo contrario, porque nuestra 
fuerza no proviene de nosotros, sino del Señor. El que experimenta en 
sus vida el amor fiel de Dios y su consolación es capaz, todavía más, 
tiene el deber de estar cerca de los hermanos más débiles y de hacerse 
cargo de su fragilidad. Si estamos cerca del Señor, tendremos la 
fortaleza para estar cerca de los más débiles, de los más necesitados y 
consolarles y darles fuerzas. Esto es lo que significa.  Esto podemos 
 hacerlo sin  autocomplacencia, sino  sintiéndonos  sencillamente como 
un "canal" que transmite los dones del Señor; y así convertirnos 
concretamente,  en  "sembradores" de esperanza. Esto es lo que el
 Señor nos pide, con esa fortaleza y esa capacidad de consolar y de ser 
sembradores de esperanza. Y hoy hace falta sembrar esperanza, pero no es
 fácil.
El fruto de este estilo de vida no es una comunidad donde algunos son de
 "serie A", es decir, los fuertes, y otra de "serie B", es decir,  los 
débiles. El fruto, en cambio, es, como dice Pablo, "tener los unos con 
los otros  los mismos sentimientos, según Cristo Jesús" (v. 5). La 
Palabra de Dios alimenta una esperanza que se traduce concretamente en el compartir, en el servicio mutuo.
 Porque incluso quien es "fuerte" antes o después  experimentará la 
fragilidad y necesitará la consolación de los demás; y viceversa, en la 
debilidad siempre se puede ofrecer una sonrisa o tender una mano al 
hermano en necesidad. Y  es una comunidad así que "unánime, a una voz 
glorifica a Dios" (cf. v. 6). Pero todo esto es posible si se ponen en 
el centro Cristo y su Palabra, porque Él es el “fuerte”. Él es quien 
nos da la fortaleza, quien nos da la paciencia, quien nos da la 
esperanza, quien nos da la consolación. Él es el 'hermano fuerte' que 
cuida de todos nosotros:  de hecho, todos necesitamos que nos cargue 
sobre sus hombros el  Buen Pastor y sentirnos envueltos  por su mirada 
tierna y atenta.
Queridos amigos, nunca agradeceremos bastante a Dios el don de su 
Palabra, que está presente en las Escrituras. Ahí es donde el Padre de 
nuestro Señor Jesucristo  se revela como "el Dios de la perseverancia y 
de la consolación." Y ahí es donde nos damos cuenta de que  nuestra 
esperanza no se basa en nuestras capacidades ni en nuestras fuerzas, 
sino en el sostén de Dios y en la fidelidad de su amor, es decir en la 
fuerza y en la consolación de Dios. Gracias.
Saludos en las diversas lenguas
Saludos en francés
Me complace dar la bienvenida a los peregrinos de lengua francesa, en 
particular a los responsables de la enseñanza católica de la diócesis de
 Pontoise, con el obispo Mons. Stanislas Lalanne, a los fieles de 
Bélgica y Francia, así como a la comunidad del Congo-Brazzaville de 
Italia.  Os invito a dar gracias a Dios por el don de su palabra, a ser 
cada vez más conscientes de que nuestra esperanza se basa en la 
fidelidad de su amor. ¡Dios os bendiga!
Saludos en inglés
 
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de 
hoy, especialmente a los procedentes de  Inglaterra, Dinamarca, Noruega y
 Estados Unidos de América. Espero que nuestra celebración de Cuaresma 
sea para vosotros  y vuestras familias un tiempo de gracia y de 
renovación espiritual, lleno de alegría y paz en el Señor Jesús.
 
Dirijo mi cordial saludo a los participantes en la Conferencia sobre el tema “Watershed: Replenishing Water Values for a Thirsty World”
 promovido por el Consejo Pontificio para la Cultura y por  el Capítulo 
Argentino del Club de Roma. Precisamente hoy se celebra el Día Mundial 
del Agua, establecido hace 25 años por las Naciones Unidas, mientras 
ayer era el Día Internacional de los Bosques. Estoy contento de este 
encuentro, que marca una nueva etapa de compromiso conjunto de varias 
instituciones para sensibilizar sobre la necesidad de proteger el agua 
como un bien común, evidenciando también su significado cultural y 
religioso. Aliento en particular vuestro esfuerzo  en el campo de la 
educación, con propuestas dirigidas a niños y jóvenes. ¡Gracias por todo
 lo que hacéis, y que Dios os bendiga!
Saludos en alemán
 
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de lengua alemana. Hace 
unos días celebramos la Solemnidad de San José, que es un modelo de 
esperanza y perseverancia. ¡Cuántas dificultades ha superado con la 
confianza en Dios! Así trasnmitió a la Sagrada Familia el consuelo de 
las promesas del Señor. Por su intercesión,  Dios nos conceda el don de 
la solidaridad y su bendición.
Saludos en español
 
San Pablo continúa ayudándonos a comprender mejor en qué consiste la 
esperanza cristiana. Hoy señala dos actitudes importantes para nuestra 
vida y nuestra experiencia de fe. La perseverancia o  paciencia
 es la capacidad de soportar, de permanecer fieles, sobre todo en medio 
de las situaciones adversas. Por otra parte, la otra actitud, la  consolación
 es la gracia de saber acoger y mostrar en todo momento, especialmente 
en aquellos momentos marcados por el sufrimiento y la desilusión, la 
presencia y la acción compasiva de Dios que nunca nos abandona y 
permanece siempre fiel en su amor por nosotros.
Por eso el Apóstol afirma que somos fuertes, porque en la 
lógica del Evangelio nuestra fuerza no viene de nosotros sino del Señor,
 que nos concede experimentar su consolación y su amor fiel, y nos da la
 capacidad de estar cerca de los hermanos más débiles y de hacernos 
cargo de su fragilidad. 
La Palabra de Dios alimenta en nosotros la esperanza, que se traduce 
concretamente en servicio recíproco y en el compartir. Esto es posible 
sólo cuando en el centro está Cristo y su Palabra, porque él es el 
“hermano fuerte” que nos cuida y nos carga sobre sus hombros de “Buen 
Pastor”, tierno y solícito.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a
 los provenientes de España y Latinoamérica. Agradezcamos al Señor el 
don de su Palabra y no olvidemos que nuestra esperanza  no depende de 
nuestras capacidades, sino de la ayuda de Dios y de la fidelidad de su 
Amor. Muchas gracias.
Saludos en portugués
 
Saludo a los peregrinos de lengua portuguesa de Fringe, de Brasil y 
Portugal. Queridos amigos, estamos  llamados a  estar siempre 
disponibles para los demás, con una sonrisa o una mano tendida a los 
que  están en  dificultades,  convirtiéndonos así en verdaderos 
sembradores de esperanza. ¡Dios os bendiga a todos!
Saludos en árabe
 
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de  lengua árabe, 
especialmente a los de Egipto, Tierra Santa y Oriente Medio. La 
perseverancia se hace imposible si no se basa en la esperanza y el 
consuelo se vuelve engañoso si no se basa en la confianza en la 
presencia seguras y cercana  del Señor. La perseverancia y el consuelo 
son imposibles sin tener a  Cristo en el centro de nuestra vida, de 
nuestra vida, de nuestra existencia  y de nuestra esperanza. ¡Que el 
Señor os bendiga a todos y os  guarde del mal!
Saludos en polaco
 
Doy la bienvenida a los peregrinos polacos. La Cuaresma nos llama a la 
conversión y a la penitencia; nos  indica el ayuno, la oración y la 
limosna como un camino de transformación; Nos anima a un examen de 
conciencia con el humilde reconocimiento de  la culpa y la confesión de 
los pecados. "Aprended – como decía  San Juan Pablo  II -  a llamar 
blanco al blanco y negro al negro, mal al  mal, y bien al  bien. 
Aprended a llamar al pecado pecado, y no  lo llaméis liberación y  
progreso "(A los estudiantes universitarios, 03/26/1981). Llenos 
de confianza en el poder de la Palabra de Dios, abramos nuestros 
corazones al don de su misericordia y de  su perdón. Alabado sea 
Jesucristo.
Saludos en italiano
 
Queridos peregrinos de lengua italiana, ¡bienvenidos!
Saludo a los participantes en el encuentro de directores de Migrantes y los animo a continuar sus esfuerzos para la acogida y la hospitalidad de los prófugos y de los refugiados, facilitando su integración, teniendo en cuenta los derechos y obligaciones mutuas del que acoge y del que es acogido.
Saludo a los niños con síndrome de Down de la diócesis de Ascoli Piceno y a los trabajadores del Sindicato Costero Italiano, a los del grupo Fruit Imprese y a los de la Accenture Services.
 
Saludo a los participantes en el encuentro de directores de Migrantes y los animo a continuar sus esfuerzos para la acogida y la hospitalidad de los prófugos y de los refugiados, facilitando su integración, teniendo en cuenta los derechos y obligaciones mutuas del que acoge y del que es acogido.
Saludo a los niños con síndrome de Down de la diócesis de Ascoli Piceno y a los trabajadores del Sindicato Costero Italiano, a los del grupo Fruit Imprese y a los de la Accenture Services.
Un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.
 El próximo sábado celebraremos la solemnidad de la Anunciación del 
Señor a Virgen María. Queridos jóvenes, sabed escuchad  la voluntad de 
Dios como María. Queridos enfermos, no os desaniméis  en los momentos 
más difíciles, sabiendo que el Señor no da un cruz superior a nuestras 
fuerzas. Y vosotros, queridos recién casados, construid vuestras vida 
matrimonial sobre la roca sólida de la Palabra de Dios.
Llamamiento del Santo Padre
Invito a todas las comunidades a vivir con fe la cita  del 23 y  del 24 
de marzo, para redescubrir el sacramento de la reconciliación: "24 horas
 para el Señor." Espero que  también este año ese momento privilegiado 
de  gracia del camino cuaresmal se viva en muchas iglesias para 
experimentar el  encuentro gozoso con la misericordia del Padre, que 
acoge y perdona a todos.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 15 de marzo de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
 
 
Sabemos que el gran mandamiento que nos dejó el Señor Jesús es amar: 
amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y a
 tu prójimo como a ti mismo (cf. Mt 22.37 – 39), es decir, 
estamos llamados al amor, a la caridad:  Esta es nuestra vocación  más 
alta, nuestra vocación por excelencia; y a ella está también vinculada  
la alegría de la esperanza cristiana. El que ama tiene la alegría de la 
esperanza, de llegar a encontrar el gran amor que es el Señor.
El apóstol Pablo, en el pasaje de la Carta a los Romanos, que acabamos 
de escuchar nos advierte: existe el peligro de que nuestra caridad sea 
hipócrita, de que nuestro amor sea hipócrita.  Debemos preguntarnos 
entonces: ¿Cuándo somos hipócritas?  Y ¿cómo podemos estar seguros de 
que nuestro amor sea sincero, de que nuestra caridad sea auténtica? De 
no fingir que hacemos caridad o de que nuestro amor no sea una 
telenovela: amor sincero, fuerte…
 
 
La hipocresía puede insinuarse en cualquier lugar, incluso en nuestra forma de amar.
 Sucede cuando el nuestro es un amor interesado, movido  por intereses 
personales;¡Y cuántos amores son interesados!... cuando los servicios 
caritativos en los que parece que nos prodigamos los hacemos para 
lucirnos o para sentirnos satisfechos: ¡Pero que bueno soy! ,¡No, eso es
 hipocresía! o cuando apuntamos a cosas que  tienen "visibilidad" para 
desplegar nuestra inteligencia o nuestras capacidades. Detrás de todo 
esto hay una idea falsa, engañosa; es decir, si amamos, es porque somos 
buenos; como si la caridad fuera una creación del hombre, un producto de
 nuestro corazón. La  caridad, en cambio, es ante todo una gracia,
 un regalo; poder amar es un don de Dios y tenemos que pedirlo. Y Él nos
 lo concede de buen grado, si se lo pedimos. La caridad es una gracia: 
no se trata de revelar lo que somos, sino aquello que el Señor nos da y 
que nosotros acogemos libremente; y no se puede expresar en el encuentro
 con los demás si primero no nace del encuentro con el rostro suave y 
misericordioso de Jesús.
 
 
Pablo nos invita a reconocer que somos pecadores y que también nuestra 
forma de amar está marcada por el pecado. Al mismo tiempo, sin embargo, 
se hace  portador de un anuncio nuevo, un anuncio de esperanza: 
el Señor abre ante nosotros un camino de liberación, un camino de 
salvación. Es la oportunidad de que también nosotros vivamo el gran 
mandamiento del amor, de convertirnos en instrumentos de la caridad de 
Dios. Y esto pasa cuando  dejamo que Cristo resucitado cure y renueve 
nuestro corazón. El Señor resucitado que vive entre nosotros, que vive 
con nosotros, es capaz de curar nuestro corazón: lo hace si se lo 
pedimos. Es Él quien nos permite, a pesar de nuestra pequeñez y de 
nuestra pobreza, experimentar la compasión del Padre y  celebrar las 
maravillas de su amor. Se entiende entonces que todo lo que podemos 
vivir y hacer por los hermanos no es más que una respuesta a lo que Dios
 ha hecho y continúa haciendo por nosotros. De hecho, es Dios mismo 
quien, tomando morada en nuestros corazones y en nuestras vidas, sigue 
acercándose y  sirviendo a todos los que encontramos día tras día en 
nuestro camino, empezando por los últimos y los más necesitados en los 
que Él mismo se identifica en primer lugar.
 
 
El apóstol Pablo, pues, con estas palabras no 
desea tanto reprocharnos, sino más bien  animarnos y reavivar en 
nosotros la esperanza.
 De hecho, todos tenemos la experiencia de no vivir plenamente  o como 
deberíamos el mandamiento del amor. Pero incluso esto es una gracia, 
porque hace que nos demos  cuenta de que nosotros mismos no somos 
capaces de amar de verdad: necesitamos que el Señor renueve 
continuamente este don en nuestros corazones, a través de la experiencia
 de su infinita misericordia. Y entonces, sí que volveremos  a apreciar 
las cosas pequeñas, las cosas simples, ordinarias; volveremos a apreciar
 estas pequeñas cosas de cada día y  seremos capaces de amar a los demás
 como Dios los ama, queriendo su bien, es decir, que sean santos, amigos
 de Dios; y estaremos contentos de tener la oportunidad de acercarnos al
 que es  pobre y humilde, como Jesús hace  con cada uno de nosotros 
cuando estamos lejos de Él, de arrodillarnos a los pies de los hermanos,
 como Él, el Buen Samaritano, hace con cada uno de nosotros, con su 
compasión y su perdón.
 
 
Queridos hermanos, esto  que  el apóstol Pablo 
nos ha recordado es el secreto para estar –uso sus palabras- "con 
alegría en la esperanza", (Romanos
 12:12), con alegría en la esperanza. La alegría de la esperanza  porque
 sabemos que en todas las circunstancias, incluso las más adversas, y 
también en medio de nuestros propios fracasos, el amor de Dios nunca 
falla. Y entonces, con el corazón visitado y habitado por su gracia y su
 verdad, vivimos con la alegre esperanza de contracambiar con los 
hermanos, por lo poco que podamos, todo lo que recibimos cada día de Él.
 Gracias.
Saludos en lengua francesa
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente  a la asociación Recorridos de  Humanidad 
 con Mons. Jean Luc Brunin, Obispo de Le Havre. Estad llenos de 
esperanza en vuestro camino cuaresmal, seguros de  que, incluso  en 
nuestros fracasos, el amor de Dios es más fuerte y nos da la oportunidad
 de renovar nuestro corazón para estar a su servicio y al servicio de 
nuestros hermanos. ¡Dios os bendiga!
Saludos en lengua inglesa
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia 
de hoy, especialmente a los procedentes de  Inglaterra, Suecia, Canadá 
y  Estados Unidos de América. Dirijo un saludo particular a los 
numerosos grupos de jóvenes estudiantes aquí presentes. Con fervientes 
deseos de que esta Cuaresma sea para vosotros y para vuestras familias 
un tiempo de gracia y de renovación espiritual, invoco sobre todos 
vosotros  la alegría y la paz del Señor Jesús. ¡Dios os bendiga!
Saludos en lengua alemana
Saludo con afecto a los peregrinos procedentes  de los países de 
lengua  alemana y de los Países Bajos. Una bienvenida especial al grupo Cäcilienverband
 de la diócesis de Rottemburgo-Stuttgart, acompañado por Mons. Johannes 
Kreidler. ¡Que plasmados por la gracia del Señor y llenos de esperanza 
divina podamos contracambiar con los hermanos el amor que Dios nos da 
cada día!
Buena estancia en Roma y  buena Cuaresma.
Saludos en lengua española
Queridos hermanos y hermanas:
En la Catequesis de hoy, san Pablo nos recuerda que el secreto para 
mantenernos alegres en la esperanza es reavivar en nuestros corazones el
 amor de Dios.
Todos somos pecadores, pero el Señor, que es rico en misericordia, 
abre ante nosotros una vía de libertad y de salvación, que es la 
posibilidad de vivir el mandamiento del amor, dejándonos guiar por el 
corazón de Jesús Resucitado. 
Vivir y actuar el mandamiento del amor es un don de la gracia de 
Dios; por eso, cuando 
amamos, hay que evitar caer en la hipocresía de 
buscar nuestros propios intereses, y también en la idea falsa de pensar 
que si amamos es sólo mérito nuestro. 
La auténtica caridad nace del encuentro personal con el rostro 
misericordioso de Jesús, y nos lleva al encuentro sincero con los 
hermanos. Sólo de esta forma podremos mantenernos alegres en la 
esperanza, pues sabemos que a pesar de nuestras debilidades y fallos, y 
hasta en los momentos más difíciles, el amor de Dios nunca nos abandona,
 y nos impulsa a compartir con nuestros hermanos todo lo que cada día 
recibimos de él.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en 
particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En este 
tiempo de cuaresma, los invito a que, alegres en la esperanza, reaviven 
en sus corazones el amor que han recibido de Dios y lo compartan con 
todos los hombres con obras de caridad sincera. Que Dios los bendiga.
Saludos en lengua portuguesa
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular al grupo de La Amadora y a los ciudadanos de la  'freguesia lisboeta de Santo António ",
 guiados  por el alcalde. El Señor os bendiga y os colme de gozo, y el 
Espíritu Santo ilumine las decisiones de vuestra vida, para cumplir 
fielmente la voluntad del Padre Celestial. Sobre todos vosotros y sobre 
vuestras familias y comunidades, vele la Virgen Madre de Dios y  de la 
Iglesia.
Saludos en lengua árabe
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de  lengua árabe, en 
particular a los procedentes de Siria, Líbano y Oriente Medio. Más grave
 que el odio es el amor vivido con hipocresía; es egoísmo  enmascarado y
 disfrazado de amor. El verdadero amor, en cambio, como hemos aprendido 
de San Pablo "es paciente, es servicial; el amor no es envidioso; no es 
jactancioso, no se engríe, es decoroso, no busca su interés, no se 
irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia, se 
alegra con la verdad; todo lo excusa,  todo lo cree, todo lo espera, 
todo lo soporta. "(1 Co 13,4-7). ¡El Señor os bendiga y os proteja del maligno!
Saludos en lengua polaca
Saludo a los peregrinos polacos. Hermanos y hermanas, el tiempo de 
Cuaresma es particularmente apropiado para abrir los corazones a la 
gracia de la misericordia de Dios y experimentar su amor. Con la 
esperanza que nace de esta experiencia, vayamos hacia  nuestros 
hermanos, sobre todo  aquellos que necesitan amor y apoyo práctico, para
 que nuestro testimonio les ayude a convertirse en amigos de Dios que 
perdona. Su bendición os acompañe siempre.
Saludos en lengua italiana
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me 
complace recibir  a los participantes en la Conferencia organizada por 
el Movimiento de los Focolares, con motivo del cincuenta aniversario de 
su fundación y les animo a ser testigo de la belleza de las nuevas 
familias, guiadas por la paz y el amor de Cristo. ¡Seguid adelante 
así!.Saludo a la Archicofradía de la Santísima Trinidad de los 
Peregrinos de Nápoles, acompañados por el cardenal Crescencio Sepe; a 
los miembros de la Asociación cultural cristiana italo-ucraniana; a la 
Orquesta Juvenil de Laureana de  Borrello; al coro de la Unión Católica 
de artistas de  Benevento y  a  los miembros del Grupo de Granarolo. 
Deseo a cada uno que este encuentro reviva la comunión con el ministerio
 universal del Sucesor de Pedro.
Dirijo un pensamiento especial a los trabajadores de "Sky Italia", y espero que su situación laboral pueda encontrar una solución rápida, respetando los derechos de todos, especialmente los de las familias.El trabajo nos da dignidad y, los responsables de los pueblos, los que gobiernan tienen la obligación de hacer todo lo posible para que cada hombre y cada mujer puedan trabajar y así tener la frente alta, mirar cara a cara a los demás, con dignidad. Los que, por maniobras económicas, por hacer negociados no del todo claros, cierra fábricas, cierra empresas laborales y quita el trabajo a los hombres hace un pecado gravísimo.
Por último, saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El tiempo litúrgico de Cuaresma favorezca el reacercarse a Dios: ayunad, no sólo de las comidas, sino sobre todo de los malos hábitos, queridos jóvenes, para obtener un mejor dominio de vosotros mismos; la oración sea para vosotros, queridos enfermos, el medio para sentir a Dios cerca, particularmente en el sufrimiento; el ejercicio de las obras de misericordia os ayude, queridos recién casados, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndola a las necesidades de los hermanos.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 1° de marzo de 2017
En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarrollando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy querría presentaros la Cuaresma como camino de esperanza.
En efecto, esta perspectiva se hace evidente enseguida si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y entonces todo el sentido de este periodo de cuarenta días toma luz del misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor resucitado que nos llama para salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús resucitado, es un periodo de penitencia, incluso de mortificación, pero no fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resucitar con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a renacer nuevamente «desde lo alto», desde el amor de Dios (cf. Juan 3, 3). He aquí por qué la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza.
Para comprender mejor qué significa esto, debemos referirnos a la esperanza fundamental del éxodo de los israelitas de Egipto, narrada por la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud de Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no ha olvidado a su pueblo y su promesa: llama a Moisés, con brazo potente, hace salir a los israelitas de Egipto y les guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los israelitas la ley, para educarles a amarle, único Señor, y a amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y complicado: simbólicamente dura 40 años, es decir el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, siempre tiene la tentación de añorar Egipto y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de volver atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esa pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino está cumplido con la esperanza: la esperanza de alcanzar la tierra, y precisamente en este sentido es un “éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud, del pecado, a la libertad, al encuentro con el Cristo resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada recuperación, todo tiene sentido dentro del proyecto de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.
La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y beata. Para abrir esta vía, este pasaje, Jesús ha tenido que desnudarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirse el camino hacia la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros estamos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado a través de la cruz y nosotros “vamos al paraíso en carroza”. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, ya que es una historia de amor, requiere nuestro “sí” y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de Ella todos los santos.
La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros nos toca aprovechar su fuente y beber, a través de los Sacramentos, de la oración, de la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido encomendada el día de nuestro bautismo.
En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta, I Domingo de Cuaresma); quien hace el camino de la Cuaresma está siempre en el camino de la conversión. La Cuaresma es signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, que siempre hay que renovar. Un camino arduo, como es justo que sea, porque el amor es trabajoso, pero un camino lleno de esperanza. Es más, diría algo más: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto —todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, los espejismos...—, todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, sobre el modelo de la Virgen María, que en medio de las tinieblas de la Pasión y de la muerte de su Hijo siguió creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios.
Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del Pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría este camino de esperanza.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a caminar en esperanza y con empeño en este camino de amor, que hoy Dios nos propone al inicio de la Cuaresma. Que nuestro esfuerzo forje una esperanza sólida, como la de María, que continuó a creer y a esperar incluso cuando se encontraba junto a la cruz de su Hijo. Que Dios los bendiga a todos.
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