AUDIENCIAS GENERALES DEL PAPA FRANCISCO
MARZO 2017
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Llamamiento del Santo Padre
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Dirijo un pensamiento especial a los trabajadores de "Sky Italia", y espero que su situación laboral pueda encontrar una solución rápida, respetando los derechos de todos, especialmente los de las familias.El trabajo nos da dignidad y, los responsables de los pueblos, los que gobiernan tienen la obligación de hacer todo lo posible para que cada hombre y cada mujer puedan trabajar y así tener la frente alta, mirar cara a cara a los demás, con dignidad. Los que, por maniobras económicas, por hacer negociados no del todo claros, cierra fábricas, cierra empresas laborales y quita el trabajo a los hombres hace un pecado gravísimo.
Por último, saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El tiempo litúrgico de Cuaresma favorezca el reacercarse a Dios: ayunad, no sólo de las comidas, sino sobre todo de los malos hábitos, queridos jóvenes, para obtener un mejor dominio de vosotros mismos; la oración sea para vosotros, queridos enfermos, el medio para sentir a Dios cerca, particularmente en el sufrimiento; el ejercicio de las obras de misericordia os ayude, queridos recién casados, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndola a las necesidades de los hermanos.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 29 de marzo de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje de la Carta de san Pablo a los Romanos que acabamos de
escuchar nos hace un gran regalo. De hecho, estamos acostumbrados a
reconocer en Abraham nuestro padre en la fe; hoy el apóstol nos hace
comprender que Abraham es para nosotros padre en la esperanza, no solo
padre de la fe, sino padre en la esperanza. Esto porque en su situación
podemos ya acoger un anuncio de la Resurrección, de la vida nueva que
vence al mal y a la misma muerte.
En el texto se dice que Abraham creyó en el Dios que «da vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean» (Romanos 4, 17); y después se precisa: «No vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor y el seno de Sara igualmente estéril» (Romanos
4, 19). Esta es la experiencia que estamos llamados a vivir también
nosotros. El Dios que se revela a Abraham es el Dios que salva, el Dios
que hace salir de la desesperación y de la muerte, el Dios que llama a
la vida. En la historia de Abraham todo se convierte en un himno al Dios
que libera y regenera, todo se convierte en profecía. Y se convierte
por nosotros, para nosotros que ahora reconocemos y celebramos el
cumplimiento de todo esto en el misterio de la Pascua. Dios de hecho
«resucitó de entre los muertos a Jesús» (Romanos 4, 24), para que
también nosotros podamos pasar en Él de la muerte a la vida. Y
realmente entonces Abraham bien puede llamarse «padre de muchos
pueblos», pues resplandece como anuncio de humanidad nueva —¡nosotros!—,
rescatada por Cristo del pecado y de la muerte e introducida una vez
para siempre en el abrazo del amor de Dios.
En este punto, Pablo nos ayuda a focalizar la estrecha unión entre la
fe y la esperanza. Él de hecho afirma que Abraham «esperando contra
toda esperanza, creyó» (Romanos 4, 18). Nuestra esperanza no se
sostiene en razonamientos, previsiones y garantías humanas; y se
manifiesta allí donde no hay más esperanza, donde no hay nada más en lo
que esperar, precisamente como sucede para Abraham, frente a su muerte
inminente y a la esterilidad de su mujer Sara. Se acerca el final para
ellos, no podía tener hijos, y en esa situación, Abraham creyó y tuvo
esperanza contra toda esperanza. ¡Y esto es grande! La gran esperanza
está enraizada en la fe, y precisamente por esto es capaz de ir más allá
de toda esperanza. Sí, porque no se funda en nuestra palabra, sino
sobre la Palabra de Dios. También en este sentido, entonces, estamos
llamados a seguir el ejemplo de Abraham, el cual, aun frente a la
evidencia de una realidad que parece destinada a la muerte, se fía de
Dios, «con pleno convencimiento de que poderoso es Dios para cumplir lo
prometido» (Romanos 4, 21). Me gustaría haceros una pregunta:
¿nosotros, todos nosotros, estamos convencidos de esto? ¿Estamos
convencidos de que Dios nos quiere y que todo eso que nos ha prometido
está dispuesto a cumplirlo? Pero padre, ¿cuánto debemos pagar por esto?
Solo hay un precio: “abrir el corazón”. Abrid vuestros corazones y esta
fuerza de Dios os llevará adelante, hará cosas milagrosas y os enseñará
qué es la esperanza. Este es el único precio: abrir el corazón a la fe y
Él hará el resto.
Esta es la paradoja y al mismo tiempo ¡el elemento más fuerte, más
alto de nuestra esperanza! Una esperanza fundada en la promesa que desde
el punto de vista humano parece incierta e imprevisible, pero que no
desaparece ni siquiera ante la muerte, cuando quien promete es el Dios
de la Resurrección y de la vida. ¡Esto no lo promete uno cualquiera!
Quien promete es el Dios de la Resurrección y de la vida.
Queridos hermanos y hermanas, pidamos hoy al Señor la gracia de
permanecer firmes no tanto en nuestras seguridades, nuestras
capacidades, sino en la esperanza que brota de la promesa de Dios, como
verdaderos hijos de Abraham. Cuando Dios promete, cumple lo que promete.
Nunca falta a su palabra. Y entonces nuestra vida asumirá una luz
nueva, en la conciencia de que Aquel que ha resucitado a su Hijo nos
resucitará también a nosotros y nos hará realmente una sola cosa con Él,
junto a todos nuestros hermanos en la fe. Todos nosotros creemos. Hoy
estamos todos en la plaza, alabamos al Señor, cantaremos el
Padrenuestro, después recibiremos la bendición... Pero esto pasa. Pero
esta es también una promesa de esperanza. Si nosotros hoy tenemos el
corazón abierto, os aseguro que todos nosotros nos encontraremos en la
plaza del Cielo que no pasa nunca, para siempre. Esta es la promesa de
Dios y esta es nuestra esperanza, si nosotros abrimos nuestros
corazones. Gracias.
LLAMAMIENTO
Me alegra saludar a la delegación de superintendencia iraquí
compuesta de representantes de distintos grupos religiosos, acompañada
por su eminencia el cardenal Tauran, presidente del Pontificio Consejo
para el Diálogo Interreligioso. La riqueza de la querida nación iraquí
está precisamente en este mosaico que representa la unidad en la
diversidad, la fuerza en la unión, la prosperidad en la armonía.
Queridos hermanos, os animo a ir adelante en este camino e invito a
rezar para que Irak encuentre en la reconciliación y en la armonía entre
sus diferentes componentes étnicas y religiosas, la paz, la unidad y la
prosperidad. Mi pensamiento va a las poblaciones civiles atrapadas en
los barrios occidentales de Mosul y los desplazados a causa de la
guerra, a los cuales me siento unido en el sufrimiento, a través de la
oración y la cercanía espiritual. En el expresar profundo dolor por las
víctimas del sangriento conflicto, renuevo a todos el llamamiento a
comprometerse con todas las fuerzas en la protección de los civiles,
como obligación imperativa y urgente.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a la
Virgen María que en este tiempo de cuaresma nos ayude a intensificar
nuestra preparación espiritual para que la celebración del misterio
pascual de Cristo renueve nuestra fe y nuestra esperanza. Que el Señor
los bendiga. Muchas gracias.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 22 de marzo de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Desde hace algunas semanas, el apóstol Pablo nos está ayudando a
comprender mejor en qué consiste la esperanza cristiana. Y hemos dicho
que no era optimismo, era otra cosa. Y el apóstol nos ayuda a
entenderlo. Hoy lo hace comparándola con dos actitudes muy importantes
para nuestras vidas y nuestra experiencia de fe: " la perseverancia" y "la consolación"
(vs. 4.5.). En el pasaje de la Carta a los Romanos, que acabamos de
escuchar se mencionan dos veces: primero, en referencia a las Escrituras
y después a Dios mismo. ¿Cuál es su significado más profundo, mas
verdadero? ¿Y cómo arrojan luz sobre la realidad de la esperanza? Estas
dos actitudes: la perseverancia y la consolación.
Podríamos definir la perseverancia también como paciencia:
es la capacidad de soportar, de cargar sobre los hombros, so-portar,
de permanecer fieles, incluso cuando parece que el peso se vuelva
demasiado grande, insostenible, y estamos tentados de juzgar
negativamente y de abandonar todo y a todos. La consolación, en
cambio, es la gracia de saber captar y mostrar en cada situación,
incluso en las más marcadas por la decepción y el sufrimiento, la
presencia y la acción compasiva de Dios. Ahora bien, San Pablo nos
recuerda que la perseverancia y la consolación nos las transmiten de una
manera particular las Escrituras (v. 4), es decir, la Biblia.
Efectivamente, la Palabra de Dios, en primer lugar, nos lleva a
dirigir la mirada a Jesús, a conocerlo mejor y a conformarnos a Él, a
asemejarnos más y más a Él. En segundo lugar, la Palabra nos revela que
el Señor es verdaderamente "el Dios de la perseverancia y de la
consolación” (v. 5), que permanece siempre fiel a su amor por nosotros,
es decir; es perseverante en el amor por nosotros, ¡no se cansa de
amarnos¡ Es perseverante: siempre nos ama. Y nos cuida, cubriendo
nuestras heridas con la caricia de su bondad y de su misericordia, o
sea, nos consuela. Tampoco se cansa de consolarnos.
Con esta perspectiva, se comprende también la afirmación inicial del
Apóstol: "Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de
los débiles y no buscar nuestro propio agrado” (v. 1). Esta expresión
"nosotros los fuertes" puede parecer presuntuosa, pero en la lógica del
Evangelio sabemos que no es así; es todo lo contrario, porque nuestra
fuerza no proviene de nosotros, sino del Señor. El que experimenta en
sus vida el amor fiel de Dios y su consolación es capaz, todavía más,
tiene el deber de estar cerca de los hermanos más débiles y de hacerse
cargo de su fragilidad. Si estamos cerca del Señor, tendremos la
fortaleza para estar cerca de los más débiles, de los más necesitados y
consolarles y darles fuerzas. Esto es lo que significa. Esto podemos
hacerlo sin autocomplacencia, sino sintiéndonos sencillamente como
un "canal" que transmite los dones del Señor; y así convertirnos
concretamente, en "sembradores" de esperanza. Esto es lo que el
Señor nos pide, con esa fortaleza y esa capacidad de consolar y de ser
sembradores de esperanza. Y hoy hace falta sembrar esperanza, pero no es
fácil.
El fruto de este estilo de vida no es una comunidad donde algunos son de
"serie A", es decir, los fuertes, y otra de "serie B", es decir, los
débiles. El fruto, en cambio, es, como dice Pablo, "tener los unos con
los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús" (v. 5). La
Palabra de Dios alimenta una esperanza que se traduce concretamente en el compartir, en el servicio mutuo.
Porque incluso quien es "fuerte" antes o después experimentará la
fragilidad y necesitará la consolación de los demás; y viceversa, en la
debilidad siempre se puede ofrecer una sonrisa o tender una mano al
hermano en necesidad. Y es una comunidad así que "unánime, a una voz
glorifica a Dios" (cf. v. 6). Pero todo esto es posible si se ponen en
el centro Cristo y su Palabra, porque Él es el “fuerte”. Él es quien
nos da la fortaleza, quien nos da la paciencia, quien nos da la
esperanza, quien nos da la consolación. Él es el 'hermano fuerte' que
cuida de todos nosotros: de hecho, todos necesitamos que nos cargue
sobre sus hombros el Buen Pastor y sentirnos envueltos por su mirada
tierna y atenta.
Queridos amigos, nunca agradeceremos bastante a Dios el don de su
Palabra, que está presente en las Escrituras. Ahí es donde el Padre de
nuestro Señor Jesucristo se revela como "el Dios de la perseverancia y
de la consolación." Y ahí es donde nos damos cuenta de que nuestra
esperanza no se basa en nuestras capacidades ni en nuestras fuerzas,
sino en el sostén de Dios y en la fidelidad de su amor, es decir en la
fuerza y en la consolación de Dios. Gracias.
Saludos en las diversas lenguas
Saludos en francés
Me complace dar la bienvenida a los peregrinos de lengua francesa, en
particular a los responsables de la enseñanza católica de la diócesis de
Pontoise, con el obispo Mons. Stanislas Lalanne, a los fieles de
Bélgica y Francia, así como a la comunidad del Congo-Brazzaville de
Italia. Os invito a dar gracias a Dios por el don de su palabra, a ser
cada vez más conscientes de que nuestra esperanza se basa en la
fidelidad de su amor. ¡Dios os bendiga!
Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de
hoy, especialmente a los procedentes de Inglaterra, Dinamarca, Noruega y
Estados Unidos de América. Espero que nuestra celebración de Cuaresma
sea para vosotros y vuestras familias un tiempo de gracia y de
renovación espiritual, lleno de alegría y paz en el Señor Jesús.
Dirijo mi cordial saludo a los participantes en la Conferencia sobre el tema “Watershed: Replenishing Water Values for a Thirsty World”
promovido por el Consejo Pontificio para la Cultura y por el Capítulo
Argentino del Club de Roma. Precisamente hoy se celebra el Día Mundial
del Agua, establecido hace 25 años por las Naciones Unidas, mientras
ayer era el Día Internacional de los Bosques. Estoy contento de este
encuentro, que marca una nueva etapa de compromiso conjunto de varias
instituciones para sensibilizar sobre la necesidad de proteger el agua
como un bien común, evidenciando también su significado cultural y
religioso. Aliento en particular vuestro esfuerzo en el campo de la
educación, con propuestas dirigidas a niños y jóvenes. ¡Gracias por todo
lo que hacéis, y que Dios os bendiga!
Saludos en alemán
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de lengua alemana. Hace
unos días celebramos la Solemnidad de San José, que es un modelo de
esperanza y perseverancia. ¡Cuántas dificultades ha superado con la
confianza en Dios! Así trasnmitió a la Sagrada Familia el consuelo de
las promesas del Señor. Por su intercesión, Dios nos conceda el don de
la solidaridad y su bendición.
Saludos en español
San Pablo continúa ayudándonos a comprender mejor en qué consiste la
esperanza cristiana. Hoy señala dos actitudes importantes para nuestra
vida y nuestra experiencia de fe. La perseverancia o paciencia
es la capacidad de soportar, de permanecer fieles, sobre todo en medio
de las situaciones adversas. Por otra parte, la otra actitud, la consolación
es la gracia de saber acoger y mostrar en todo momento, especialmente
en aquellos momentos marcados por el sufrimiento y la desilusión, la
presencia y la acción compasiva de Dios que nunca nos abandona y
permanece siempre fiel en su amor por nosotros.
Por eso el Apóstol afirma que somos fuertes, porque en la
lógica del Evangelio nuestra fuerza no viene de nosotros sino del Señor,
que nos concede experimentar su consolación y su amor fiel, y nos da la
capacidad de estar cerca de los hermanos más débiles y de hacernos
cargo de su fragilidad.
La Palabra de Dios alimenta en nosotros la esperanza, que se traduce
concretamente en servicio recíproco y en el compartir. Esto es posible
sólo cuando en el centro está Cristo y su Palabra, porque él es el
“hermano fuerte” que nos cuida y nos carga sobre sus hombros de “Buen
Pastor”, tierno y solícito.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a
los provenientes de España y Latinoamérica. Agradezcamos al Señor el
don de su Palabra y no olvidemos que nuestra esperanza no depende de
nuestras capacidades, sino de la ayuda de Dios y de la fidelidad de su
Amor. Muchas gracias.
Saludos en portugués
Saludo a los peregrinos de lengua portuguesa de Fringe, de Brasil y
Portugal. Queridos amigos, estamos llamados a estar siempre
disponibles para los demás, con una sonrisa o una mano tendida a los
que están en dificultades, convirtiéndonos así en verdaderos
sembradores de esperanza. ¡Dios os bendiga a todos!
Saludos en árabe
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua árabe,
especialmente a los de Egipto, Tierra Santa y Oriente Medio. La
perseverancia se hace imposible si no se basa en la esperanza y el
consuelo se vuelve engañoso si no se basa en la confianza en la
presencia seguras y cercana del Señor. La perseverancia y el consuelo
son imposibles sin tener a Cristo en el centro de nuestra vida, de
nuestra vida, de nuestra existencia y de nuestra esperanza. ¡Que el
Señor os bendiga a todos y os guarde del mal!
Saludos en polaco
Doy la bienvenida a los peregrinos polacos. La Cuaresma nos llama a la
conversión y a la penitencia; nos indica el ayuno, la oración y la
limosna como un camino de transformación; Nos anima a un examen de
conciencia con el humilde reconocimiento de la culpa y la confesión de
los pecados. "Aprended – como decía San Juan Pablo II - a llamar
blanco al blanco y negro al negro, mal al mal, y bien al bien.
Aprended a llamar al pecado pecado, y no lo llaméis liberación y
progreso "(A los estudiantes universitarios, 03/26/1981). Llenos
de confianza en el poder de la Palabra de Dios, abramos nuestros
corazones al don de su misericordia y de su perdón. Alabado sea
Jesucristo.
Saludos en italiano
Queridos peregrinos de lengua italiana, ¡bienvenidos!
Saludo a los participantes en el encuentro de directores de Migrantes y los animo a continuar sus esfuerzos para la acogida y la hospitalidad de los prófugos y de los refugiados, facilitando su integración, teniendo en cuenta los derechos y obligaciones mutuas del que acoge y del que es acogido.
Saludo a los niños con síndrome de Down de la diócesis de Ascoli Piceno y a los trabajadores del Sindicato Costero Italiano, a los del grupo Fruit Imprese y a los de la Accenture Services.
Saludo a los participantes en el encuentro de directores de Migrantes y los animo a continuar sus esfuerzos para la acogida y la hospitalidad de los prófugos y de los refugiados, facilitando su integración, teniendo en cuenta los derechos y obligaciones mutuas del que acoge y del que es acogido.
Saludo a los niños con síndrome de Down de la diócesis de Ascoli Piceno y a los trabajadores del Sindicato Costero Italiano, a los del grupo Fruit Imprese y a los de la Accenture Services.
Un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.
El próximo sábado celebraremos la solemnidad de la Anunciación del
Señor a Virgen María. Queridos jóvenes, sabed escuchad la voluntad de
Dios como María. Queridos enfermos, no os desaniméis en los momentos
más difíciles, sabiendo que el Señor no da un cruz superior a nuestras
fuerzas. Y vosotros, queridos recién casados, construid vuestras vida
matrimonial sobre la roca sólida de la Palabra de Dios.
Llamamiento del Santo Padre
Invito a todas las comunidades a vivir con fe la cita del 23 y del 24
de marzo, para redescubrir el sacramento de la reconciliación: "24 horas
para el Señor." Espero que también este año ese momento privilegiado
de gracia del camino cuaresmal se viva en muchas iglesias para
experimentar el encuentro gozoso con la misericordia del Padre, que
acoge y perdona a todos.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 15 de marzo de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Sabemos que el gran mandamiento que nos dejó el Señor Jesús es amar:
amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y a
tu prójimo como a ti mismo (cf. Mt 22.37 – 39), es decir,
estamos llamados al amor, a la caridad: Esta es nuestra vocación más
alta, nuestra vocación por excelencia; y a ella está también vinculada
la alegría de la esperanza cristiana. El que ama tiene la alegría de la
esperanza, de llegar a encontrar el gran amor que es el Señor.
El apóstol Pablo, en el pasaje de la Carta a los Romanos, que acabamos
de escuchar nos advierte: existe el peligro de que nuestra caridad sea
hipócrita, de que nuestro amor sea hipócrita. Debemos preguntarnos
entonces: ¿Cuándo somos hipócritas? Y ¿cómo podemos estar seguros de
que nuestro amor sea sincero, de que nuestra caridad sea auténtica? De
no fingir que hacemos caridad o de que nuestro amor no sea una
telenovela: amor sincero, fuerte…
La hipocresía puede insinuarse en cualquier lugar, incluso en nuestra forma de amar.
Sucede cuando el nuestro es un amor interesado, movido por intereses
personales;¡Y cuántos amores son interesados!... cuando los servicios
caritativos en los que parece que nos prodigamos los hacemos para
lucirnos o para sentirnos satisfechos: ¡Pero que bueno soy! ,¡No, eso es
hipocresía! o cuando apuntamos a cosas que tienen "visibilidad" para
desplegar nuestra inteligencia o nuestras capacidades. Detrás de todo
esto hay una idea falsa, engañosa; es decir, si amamos, es porque somos
buenos; como si la caridad fuera una creación del hombre, un producto de
nuestro corazón. La caridad, en cambio, es ante todo una gracia,
un regalo; poder amar es un don de Dios y tenemos que pedirlo. Y Él nos
lo concede de buen grado, si se lo pedimos. La caridad es una gracia:
no se trata de revelar lo que somos, sino aquello que el Señor nos da y
que nosotros acogemos libremente; y no se puede expresar en el encuentro
con los demás si primero no nace del encuentro con el rostro suave y
misericordioso de Jesús.
Pablo nos invita a reconocer que somos pecadores y que también nuestra
forma de amar está marcada por el pecado. Al mismo tiempo, sin embargo,
se hace portador de un anuncio nuevo, un anuncio de esperanza:
el Señor abre ante nosotros un camino de liberación, un camino de
salvación. Es la oportunidad de que también nosotros vivamo el gran
mandamiento del amor, de convertirnos en instrumentos de la caridad de
Dios. Y esto pasa cuando dejamo que Cristo resucitado cure y renueve
nuestro corazón. El Señor resucitado que vive entre nosotros, que vive
con nosotros, es capaz de curar nuestro corazón: lo hace si se lo
pedimos. Es Él quien nos permite, a pesar de nuestra pequeñez y de
nuestra pobreza, experimentar la compasión del Padre y celebrar las
maravillas de su amor. Se entiende entonces que todo lo que podemos
vivir y hacer por los hermanos no es más que una respuesta a lo que Dios
ha hecho y continúa haciendo por nosotros. De hecho, es Dios mismo
quien, tomando morada en nuestros corazones y en nuestras vidas, sigue
acercándose y sirviendo a todos los que encontramos día tras día en
nuestro camino, empezando por los últimos y los más necesitados en los
que Él mismo se identifica en primer lugar.
El apóstol Pablo, pues, con estas palabras no
desea tanto reprocharnos, sino más bien animarnos y reavivar en
nosotros la esperanza.
De hecho, todos tenemos la experiencia de no vivir plenamente o como
deberíamos el mandamiento del amor. Pero incluso esto es una gracia,
porque hace que nos demos cuenta de que nosotros mismos no somos
capaces de amar de verdad: necesitamos que el Señor renueve
continuamente este don en nuestros corazones, a través de la experiencia
de su infinita misericordia. Y entonces, sí que volveremos a apreciar
las cosas pequeñas, las cosas simples, ordinarias; volveremos a apreciar
estas pequeñas cosas de cada día y seremos capaces de amar a los demás
como Dios los ama, queriendo su bien, es decir, que sean santos, amigos
de Dios; y estaremos contentos de tener la oportunidad de acercarnos al
que es pobre y humilde, como Jesús hace con cada uno de nosotros
cuando estamos lejos de Él, de arrodillarnos a los pies de los hermanos,
como Él, el Buen Samaritano, hace con cada uno de nosotros, con su
compasión y su perdón.
Queridos hermanos, esto que el apóstol Pablo
nos ha recordado es el secreto para estar –uso sus palabras- "con
alegría en la esperanza", (Romanos
12:12), con alegría en la esperanza. La alegría de la esperanza porque
sabemos que en todas las circunstancias, incluso las más adversas, y
también en medio de nuestros propios fracasos, el amor de Dios nunca
falla. Y entonces, con el corazón visitado y habitado por su gracia y su
verdad, vivimos con la alegre esperanza de contracambiar con los
hermanos, por lo poco que podamos, todo lo que recibimos cada día de Él.
Gracias.
Saludos en lengua francesa
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente a la asociación Recorridos de Humanidad
con Mons. Jean Luc Brunin, Obispo de Le Havre. Estad llenos de
esperanza en vuestro camino cuaresmal, seguros de que, incluso en
nuestros fracasos, el amor de Dios es más fuerte y nos da la oportunidad
de renovar nuestro corazón para estar a su servicio y al servicio de
nuestros hermanos. ¡Dios os bendiga!
Saludos en lengua inglesa
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia
de hoy, especialmente a los procedentes de Inglaterra, Suecia, Canadá
y Estados Unidos de América. Dirijo un saludo particular a los
numerosos grupos de jóvenes estudiantes aquí presentes. Con fervientes
deseos de que esta Cuaresma sea para vosotros y para vuestras familias
un tiempo de gracia y de renovación espiritual, invoco sobre todos
vosotros la alegría y la paz del Señor Jesús. ¡Dios os bendiga!
Saludos en lengua alemana
Saludo con afecto a los peregrinos procedentes de los países de
lengua alemana y de los Países Bajos. Una bienvenida especial al grupo Cäcilienverband
de la diócesis de Rottemburgo-Stuttgart, acompañado por Mons. Johannes
Kreidler. ¡Que plasmados por la gracia del Señor y llenos de esperanza
divina podamos contracambiar con los hermanos el amor que Dios nos da
cada día!
Buena estancia en Roma y buena Cuaresma.
Saludos en lengua española
Queridos hermanos y hermanas:
En la Catequesis de hoy, san Pablo nos recuerda que el secreto para
mantenernos alegres en la esperanza es reavivar en nuestros corazones el
amor de Dios.
Todos somos pecadores, pero el Señor, que es rico en misericordia,
abre ante nosotros una vía de libertad y de salvación, que es la
posibilidad de vivir el mandamiento del amor, dejándonos guiar por el
corazón de Jesús Resucitado.
Vivir y actuar el mandamiento del amor es un don de la gracia de
Dios; por eso, cuando
amamos, hay que evitar caer en la hipocresía de
buscar nuestros propios intereses, y también en la idea falsa de pensar
que si amamos es sólo mérito nuestro.
La auténtica caridad nace del encuentro personal con el rostro
misericordioso de Jesús, y nos lleva al encuentro sincero con los
hermanos. Sólo de esta forma podremos mantenernos alegres en la
esperanza, pues sabemos que a pesar de nuestras debilidades y fallos, y
hasta en los momentos más difíciles, el amor de Dios nunca nos abandona,
y nos impulsa a compartir con nuestros hermanos todo lo que cada día
recibimos de él.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En este
tiempo de cuaresma, los invito a que, alegres en la esperanza, reaviven
en sus corazones el amor que han recibido de Dios y lo compartan con
todos los hombres con obras de caridad sincera. Que Dios los bendiga.
Saludos en lengua portuguesa
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular al grupo de La Amadora y a los ciudadanos de la 'freguesia lisboeta de Santo António ",
guiados por el alcalde. El Señor os bendiga y os colme de gozo, y el
Espíritu Santo ilumine las decisiones de vuestra vida, para cumplir
fielmente la voluntad del Padre Celestial. Sobre todos vosotros y sobre
vuestras familias y comunidades, vele la Virgen Madre de Dios y de la
Iglesia.
Saludos en lengua árabe
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua árabe, en
particular a los procedentes de Siria, Líbano y Oriente Medio. Más grave
que el odio es el amor vivido con hipocresía; es egoísmo enmascarado y
disfrazado de amor. El verdadero amor, en cambio, como hemos aprendido
de San Pablo "es paciente, es servicial; el amor no es envidioso; no es
jactancioso, no se engríe, es decoroso, no busca su interés, no se
irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia, se
alegra con la verdad; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta. "(1 Co 13,4-7). ¡El Señor os bendiga y os proteja del maligno!
Saludos en lengua polaca
Saludo a los peregrinos polacos. Hermanos y hermanas, el tiempo de
Cuaresma es particularmente apropiado para abrir los corazones a la
gracia de la misericordia de Dios y experimentar su amor. Con la
esperanza que nace de esta experiencia, vayamos hacia nuestros
hermanos, sobre todo aquellos que necesitan amor y apoyo práctico, para
que nuestro testimonio les ayude a convertirse en amigos de Dios que
perdona. Su bendición os acompañe siempre.
Saludos en lengua italiana
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me
complace recibir a los participantes en la Conferencia organizada por
el Movimiento de los Focolares, con motivo del cincuenta aniversario de
su fundación y les animo a ser testigo de la belleza de las nuevas
familias, guiadas por la paz y el amor de Cristo. ¡Seguid adelante
así!.Saludo a la Archicofradía de la Santísima Trinidad de los
Peregrinos de Nápoles, acompañados por el cardenal Crescencio Sepe; a
los miembros de la Asociación cultural cristiana italo-ucraniana; a la
Orquesta Juvenil de Laureana de Borrello; al coro de la Unión Católica
de artistas de Benevento y a los miembros del Grupo de Granarolo.
Deseo a cada uno que este encuentro reviva la comunión con el ministerio
universal del Sucesor de Pedro.
Dirijo un pensamiento especial a los trabajadores de "Sky Italia", y espero que su situación laboral pueda encontrar una solución rápida, respetando los derechos de todos, especialmente los de las familias.El trabajo nos da dignidad y, los responsables de los pueblos, los que gobiernan tienen la obligación de hacer todo lo posible para que cada hombre y cada mujer puedan trabajar y así tener la frente alta, mirar cara a cara a los demás, con dignidad. Los que, por maniobras económicas, por hacer negociados no del todo claros, cierra fábricas, cierra empresas laborales y quita el trabajo a los hombres hace un pecado gravísimo.
Por último, saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El tiempo litúrgico de Cuaresma favorezca el reacercarse a Dios: ayunad, no sólo de las comidas, sino sobre todo de los malos hábitos, queridos jóvenes, para obtener un mejor dominio de vosotros mismos; la oración sea para vosotros, queridos enfermos, el medio para sentir a Dios cerca, particularmente en el sufrimiento; el ejercicio de las obras de misericordia os ayude, queridos recién casados, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndola a las necesidades de los hermanos.
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Plaza de San Pedro
Miércoles 1° de marzo de 2017
En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarrollando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy querría presentaros la Cuaresma como camino de esperanza.
En efecto, esta perspectiva se hace evidente enseguida si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y entonces todo el sentido de este periodo de cuarenta días toma luz del misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor resucitado que nos llama para salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús resucitado, es un periodo de penitencia, incluso de mortificación, pero no fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resucitar con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a renacer nuevamente «desde lo alto», desde el amor de Dios (cf. Juan 3, 3). He aquí por qué la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza.
Para comprender mejor qué significa esto, debemos referirnos a la esperanza fundamental del éxodo de los israelitas de Egipto, narrada por la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud de Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no ha olvidado a su pueblo y su promesa: llama a Moisés, con brazo potente, hace salir a los israelitas de Egipto y les guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los israelitas la ley, para educarles a amarle, único Señor, y a amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y complicado: simbólicamente dura 40 años, es decir el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, siempre tiene la tentación de añorar Egipto y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de volver atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esa pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino está cumplido con la esperanza: la esperanza de alcanzar la tierra, y precisamente en este sentido es un “éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud, del pecado, a la libertad, al encuentro con el Cristo resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada recuperación, todo tiene sentido dentro del proyecto de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.
La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y beata. Para abrir esta vía, este pasaje, Jesús ha tenido que desnudarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirse el camino hacia la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros estamos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado a través de la cruz y nosotros “vamos al paraíso en carroza”. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, ya que es una historia de amor, requiere nuestro “sí” y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de Ella todos los santos.
La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros nos toca aprovechar su fuente y beber, a través de los Sacramentos, de la oración, de la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido encomendada el día de nuestro bautismo.
En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta, I Domingo de Cuaresma); quien hace el camino de la Cuaresma está siempre en el camino de la conversión. La Cuaresma es signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, que siempre hay que renovar. Un camino arduo, como es justo que sea, porque el amor es trabajoso, pero un camino lleno de esperanza. Es más, diría algo más: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto —todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, los espejismos...—, todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, sobre el modelo de la Virgen María, que en medio de las tinieblas de la Pasión y de la muerte de su Hijo siguió creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios.
Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del Pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría este camino de esperanza.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a caminar en esperanza y con empeño en este camino de amor, que hoy Dios nos propone al inicio de la Cuaresma. Que nuestro esfuerzo forje una esperanza sólida, como la de María, que continuó a creer y a esperar incluso cuando se encontraba junto a la cruz de su Hijo. Que Dios los bendiga a todos.
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