SALUDO DEL SANTO PADRE A LOS RESIDENTES
DEL BARRIO FORLANINI
DEL BARRIO FORLANINI
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Explanada de las "Casas Blancas", Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
Explanada de las "Casas Blancas", Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
¡Gracias por vuestra bienvenida, tan calurosa, muchas gracias! Sois vosotros los que me recibís a mi entrada a Milán y es para mí un gran regalo: entrar en la ciudad encontrando rostros, familias, una comunidad.
Y gracias por los dos regalos tan particulares que me habéis ofrecido.
El primero es esta estola, ( el Santo Padre se la ha puesto) un signo típicamente sacerdotal, que me conmueve de una manera especial porque me recuerda que vengo aquí, entre vosotros como sacerdote, entro en Milán como sacerdote. Esta estola no la hábeis comprado ya hecha, la habéis creado aquí, la han tejido algunos de vosotros de forma artesanal . Esto la hace mucho más valiosa; y recuerda que el sacerdote cristiano es elegido por el pueblo y para servir al pueblo; mi sacerdocio, como el de vuestro párroco y el de los otros sacerdotes que trabajan aquí, es un don de Cristo, pero está "tejido"por vosotros, por nuestra gente, con su fe, sus fatigas, sus oraciones, sus lágrimas ... Esto es lo que veo en el signo de la estola. El sacerdocio es don de Cristo, pero “tejido” por vosotros, y esto es lo que veo en este signo.
Y luego me habéis dado esta imagen de vuestra Madonnina: cómo era antes y como es ahora, después de la restauración. Yo sé que en Milán me recibe la Madonnina, en lo alto del Duomo; pero gracias a vuestro regalo, la Madonnina me recibe ya a partir de aquí, a la entrada. Y esto es importante porque me recuerda la solicitud de María, que corre al encuentro de Isabel. Y la atención, la solicitud de la Iglesia, que no se queda en el centro a esperar, sino que sale al encuentro de todos, en las periferias, sale también al encuentro de los que no son cristianos, incluso de los no creyentes ...; y lleva a todos Jesús, que es el amor de Dios hecho carne, que da sentido a nuestras vidas y nos salva del mal. Y la Virgen no sale al encuentro para hacer proselitismo¡no!. Sale para acompañarnos en el camino de la vida; y también el hecho de que haya sido la Madonnina la que me esperaba a las puertas de Milán me ha hecho recordar cuando de niños, de chicos volvíamos de la escuela y estaba mamá en la puerta esperándonos. ¡La Virgen es madre! Y llega siempre antes, sale antes para acogernos, pare esperarnos. Gracias por esto. Y también es significativa la restauración: esta Madonnina vuestra ha sido restaurada, como la Iglesia siempre tiene que ser "restaurada", porque está hecha por nosotros, que somos pecadores, todos, somos pecadores. Dejémonos restaurar por Dios, por su misericordia. Dejemos que nos limpien el corazón, sobre todo en este tiempo de Cuaresma. La Virgen está libre de pecado; no necesita restauración, pero su estatua sí, y así, como Madre, nos enseña a dejarnos limpiar por la misericordia de Dios, para dar testimonio de la santidad de Jesús. Y hablando fraternalmente, una buena confesión nos hará mucho bien, a todos. Pero pido también a los confesores que sean misericordiosos.
¡Gracias de todo corazón por estos regalos! Y, sobre todo, gracias por estar aquí, por vuestra acogida y vuestra oración que me acompaña a la entrada de Milán. El Señor os bendiga y la Virgen os proteja. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
Y ahora recemos a la Virgen
(Ave María y bendición)
Y ¡hasta pronto!
----- 0 -----
ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES Y LOS CONSAGRADOS
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Duomo de Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
----- 0 -----
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana
Duomo de Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
Pregunta 1 - Don Gabriele Gioia, presbítero
Muchas de las energías y del tiempo de los sacerdotes son absorbidas
para continuar las formas tradicionales de ministerio, pero sentimos los
desafíos de la secularización y la irrelevancia de la fe dentro de la
evolución de una sociedad milanesa, que es cada vez más plural,
multiétnica, multirreligiosa y multicultural. También nosotros, a veces,
nos sentimos como Pedro y los apóstoles, que después de haber trabajado
duramente no habían pescado nada. Le preguntamos: ¿Qué purificaciones y qué opciones prioritarias estamos llamados a
cumplir para no perder la alegría de evangelizar , de ser pueblo de Dios
que testimonia su amor por cada ser humano? Santidad le queremos y rezamos por Usted.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Gracias.
Me han enviado vuestras tres preguntas. Siempre se hace así. Por lo
general, respondo improvisando, pero esta vez pensé, en un día con un
horario tan ocupado, que era mejor escribir algo en respuesta.
He escuchado tu pregunta, don Gabriele. La había leído antes, pero
mientras hablabas, me vinieron a la mente dos cosas. Una "pescar
peces”. Tu sabes que la evangelización no siempre es sinónimo de "pescar
peces": es ir, remar mar adentro, dar testimonio ... y luego el Señor,
Él "pesca" los peces. Cuándo, cómo y dónde, no sabemos. Y esto es muy
importante. Y también partir de este hecho, que nosotros somos
instrumentos, herramientas inútiles. Otra cosa que has dicho, esa
preocupación que has expresado, es la preocupación de todos vosotros:
no perder la alegría de evangelizar. Porque evangelizar es una alegría.
El gran Pablo VI en la Evangelii nuntiandi - que es el mayor
documento pastoral del período post-conciliar, y que todavía es actual
hoy - habló de esta alegría: la alegría de la Iglesia es evangelizar. Y
hay que pedir la gracia de no perderla. Él [Pablo VI] nos dice, casi al
final [del documento]: Mantengamos esta alegría de evangelizar; no como
evangelizadores tristes, aburridos, no es esto ; un evangelista triste
es aquel que no está convencido de que Jesús es alegría, de que Jesús
te trae alegría, y cuando te llama te cambia la vida y te da alegría, y
te envía con alegría, incluso en la cruz, pero con alegría, para
evangelizar.
Gracias por señalar estas cosas , Gabriel.
Y ahora, las cosas que he estado pensando acerca de esta cuestión, en casa, para decir cosas más pensadas
a. Una de las primeras cosas que me vienen a la mente es la palabra reto
- que tu has usado: “tantos retos”, has dicho. Cada época histórica,
desde los primeros tiempos del cristianismo, ha sido sometida
continuamente a múltiples retos. Retos dentro de la comunidad eclesial
y, al mismo tiempo en la relación con la sociedad en la que la fe estaba
tomando forma. Recordemos el episodio de Pedro en la casa de Cornelio
en Cesarea (Hechos 10,24 a 35), o la disputa en Antioquía y luego en
Jerusalén sobre si o no circuncidar a los gentiles (Hch 15.1 a 6) etc….
Por lo tanto no hay que temer los retos, que quede claro. No debemos
temer los retos. Cuantas veces escuchamos quejas: “Ah, en esta época hay
tantos retos y estamos tristes..” No. No hay que tener miedo. Los retos
hay que agarrarlos como el buey, por los cuernos. No hay que temerlos. Y
es bueno que los haya. Es bueno porque nos hacen crecer. Son el signo
de una fe viva, de una comunidad viva que busca a su Señor y tiene
abiertos los ojos y el corazón.
Más bien habría que temer una fe sin
retos, una fe que se cree completa, toda completa: no necesito nada más;
ya está todo hecho. Esta fe están tan aguada que no sirve. De esto
tenemos que tener miedo. Y se cree completa, como si todo hubiera sido
dicho y realizado . Los retos nos ayudan a lograr que nuestra fe no se
vuelva ideológica. Siempre existe el peligro de las ideologías,
siempre.Las ideologías crecen, germinan y crecen cuando uno cree que
tiene la fe completa, y se vuelve ideología. Los retos nos salvan de
un pensamiento cerrado y definido y nos abren a una comprensión más
amplia del dato revelado. Según lo indicado por la Constitución
dogmática Dei Verbum: " La Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende
constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se
cumplan las palabras de Dios. " (8b). Y en esto los retos nos ayudan a
abrirnos al misterio revelado. Esta es la primera respuesta a lo que me
has dicho.
b. En segundo lugar. Tu has hablado de una sociedad "multi" -
multicultural, multirreligiosa y multiétnica -. Creo que la Iglesia, a
lo largo de toda su historia, muchas veces – sin que seamos
conscientes de ello - tiene mucho que enseñarnos y ayudarnos de cara a
una cultura de la diversidad. Tenemos que aprender. El Espíritu Santo es
el maestro de la diversidad. Miremos a nuestras diócesis, a nuestros
sacerdotes, a nuestras comunidades. Miremos a las congregaciones
religiosas. Tantos carismas, tantas formas de realizar la experiencia
creyente. La Iglesia es Una en una experiencia multifacética. Es una,
sí. Pero en una experiencia multifacética. Aunque sea Una es
multifacética.
El Evangelio es uno en su forma cuádruple. El Evangelio
es uno, pero son cuatro y son diferentes, pero esa diferencia es una
riqueza. El Evangelio en su forma cuádruple.Esto aporta a nuestras
comunidades una riqueza que manifiesta la acción del Espíritu. La
tradición eclesial tiene mucha experiencia de cómo "manejar" la
multiplicidad dentro de su historia y de su vida. Hemos visto y vemos
de todo: hemos visto y vemos una gran riqueza y muchos horrores y
errores. Y aquí tenemos una buena clave que nos ayuda a leer el mundo
contemporáneo. Sin condenarlo y sin santificarlo. Reconociendo los
aspectos luminosos y los aspectos oscuros. Como también ayudándonos a
discernir los excesos de uniformidad o de relativismo: dos tendencias
que tratan de borrar la unidad de las diferencias, la interdependencia.
La Iglesia es Una en las diferencias. Es una y esas diferencias nos
unen en esa unidad. ¿Pero quien hace las diferencias? El Espíritu Santo:
El es el Maestro de las diferencias. Y ¿Quién hace la unidad? El
Espíritu Santo : El es también el Maestro de la unidad: Ese gran
Artista, ese gran Maestro de la unidad en las diferencias es el Espíritu
Santo. Y esto tenemos que entenderlo muy bien. Y hablaré de ello más
adelante, a propósito del discernimiento: discernir cuando es el
Espíritu el que hace las diferencias y la unidad y cuando no es el
Espíritu el que hace una diferencia o una división ¿Cuántas veces hemos
confundido la unidad con la uniformidad? Y no es lo mismo. O ¿cuántas
veces hemos confundido pluralidad con pluralismo? Y no es lo mismo. La
uniformidad y el pluralismo no son del espíritu bueno: no vienen del
Espíritu Santo. La pluralidad y la unidad, en cambio, proceden del
Espíritu Santo. En ambos casos, lo que se intenta es reducir la tensión
y eliminar el conflicto o la ambivalencia a la que estamos sometidos
como seres humanos. Tratar de eliminar uno de los polos de tensión es
eliminar la forma en que Dios ha querido revelarse en la humanidad de
su Hijo. Todo lo que no asuma el drama humano puede ser una teoría muy
clara y distinguida, pero no coherente con la revelación y por lo tanto
ideológica. La fe para ser cristiana y no ilusoria debe configurarse
dentro de los procesos humanos, sin estar limitada a ellos. También
esta es una hermosa tensión. Es la tarea bella y exigente que nos ha
dejado nuestro Señor, ' el ya y todavía no' de la salvación. Y esto es
muy importante: unidad en las diferencias. Esta es una tensión, pero es
una tensión que siempre nos hace crecer en la Iglesia.
c. En tercer lugar. Hay una elección que como pastores no podemos
eludir: formar al discernimiento. Discernimiento de estas cosas que
parecen opuestas o que son opuestas para saber cuando una tensión, una
oposición viene del Espíritu Santo y cuando viene del Maligno. Y, por
eso, formar al discernimiento.Como creo haber entendidode la pregunta,
la diversidad ofrece un escenario muy complicado. La cultura de la
abundancia a la que estamos sometidos ofrece un horizonte de muchas
posibilidades, presentándolas todas como válidas y buenas. Nuestros
jóvenes están expuestos a un zapping constante. Pueden navegar en dos o
tres pantallas abiertas simultáneamente, pueden interactuar al mismo
tiempo en diferentes escenarios virtuales. Nos guste o no, es el mundo
en el que se insertan y es nuestro deber como pastores ayudarles a
atraversar este mundo. Por eso creo que sea bueno enseñarles a
discernir, para que tengan las herramientas y los elementos que les
ayuden a recorrer el camino de la vida sin que se extinga el Espíritu
Santo que está dentro de ellos. En un mundo sin posibilidades de
elección, o con menos posibilidades, tal vez las cosas parecerían más
claras, no sé. Pero hoy en día nuestros fieles – y nosotros mismos -
estamos expuestos a esta realidad, y por lo tanto estoy convencido de
que como comunidad eclesial debemos incrementar el habitus del
discernimiento. Y este es un reto, y requiere la gracia del
discernimiento, para intentar aprender y tener el hábito del
discernimiento. Esta gracia, desde los pequeños hasta los adultos,
todos. De pequeños, es fácil que el papá y la mamá nos digan lo que
debemos hacer, y eso está bien –hoy no creo que sea tan fácil; en mis
tiempos sí, pero hoy no lo sé, pero de todas formas, es más fácil.
Pero a
medida que crecemos, en medio de una multitud de voces donde
aparentemente todas tienen razón, el discernimiento de lo que nos lleva a
la Resurrección, a la Vida y no a una cultura de la muerte, es crucial.
Por eso reitero tanto esta necesidad. Es una herramienta catequética y
también para la vida. En la catequesis, en la guía espiritual, en las
homilías tenemos que enseñar a nuestro pueblo, enseñar a los jóvenes,
enseñar a los niños, enseñar a los adultos el discernimiento. Y
enseñarles a pedir la gracia del discernimiento.
De esto habla esa parte de la Exhortación Evangelii gaudium titulada
“La misión que se encarna en los límites humanos” números 40-45 de la Evangelii gaudium.Y este es
el tercer punto al que he contestado. Son pequeñas cosas que quizás
serán de ayuda en vuestra reflexión sobre las preguntas y después en el
diálogo entre vosotros. Te lo agradezco mucho.
Pregunta 2 - Roberto Crespi, diácono permanente
Santidad, buenos días. Soy Roberto, diácono permanente. El
diaconado entró en nuestro clero en 1990 y hoy somos 143; no es una
cifra grande, pero es significativa. Somos hombres que viven
plenamente su vocación al matrimonio o al celibato, pero viven también
plenamente el mundo del trabajo y de la profesión y aportamos así al
clero el mundo de la familia y del trabajo, llevamos la dimensión de la
belleza y de la experiencia, pero también de la fatiga y alguna vez de
las heridas. Le preguntamos entonces, como diáconos permanentes ¿Cuál es
nuestra parte para que podamos ayudar a delinear ese rostro de la
Iglesia que es humilde,que es desinteresada, que es bienaventurada, que
sentimos que está en su corazón y de la que habla a menudo? Gracias por
su atención y le aseguro nuestra oración junto con la de nuestras
esposas y la de nuestras familias.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Vosotros, los diáconos, tenéis mucho que dar, mucho que dar.
Pensemos en el valor de discernimiento. Dentro del presbiterio, podéis
ser una voz autorizada para mostrar la tensión que existe entre el deber
y el querer , las tensiones que se experimentan en la vida familiar
–¡tenéis suegras, por poner un ejemplo!- así como las bendiciones que
se viven dentro de la vida familiar.
Pero hay que tener cuidado para no ver los diáconos como medio
sacerdotes y medio laicos. Es un peligro. Al final no están ni aquí ni
allí. No, no se debe hacer, es un peligro. Verlos así hace daño y les
hace daño. Esta manera de considerarlos debilita el poder del carisma
propio del diaconado. Quiero insistir en esto: el carisma propio del
diaconado. Y este carisma está en la vida de la Iglesia. Tampoco es
buena la imagen del diácono como una especie de intermediario entre los
fieles y los pastores. Ni a mitad de camino entre los curas y los
laicos, ni a mitad de camino entre los pastores y los fieles. Y hay dos
tentaciones. Hay el peligro del clericalismo: el diácono que es
demasiado clerical. No, no, esto está mal. A veces veo que alguno
cuando ayuda en la liturgia parece querer tomar el lugar del sacerdote.
El clericalismo, cuidado con el clericalismo. Y la otra tentación, el
funcionalismo: es una ayuda que tiene el sacerdote para esto o lo otro…
es un chico para realizar algunas tareas y no para otras cosas ... No.
Tenéis un carisma claro en la Iglesia y tenéis que construirlo.
El diaconado es una vocación específica, es una vocación familiar que
llama al servicio. Me gusta mucho cuando [en los Hechos de los
Apóstoles]los primeros cristianos helenistas van donde los apóstoles
para quejarse de que sus viudas y sus huérfanos no estaban bien
atendidos, e hicieron aquella reunión, aquel "sínodo" entre los
apóstoles y los discípulos, y se "inventaron" los diáconos para
servir. Y esto es muy interesante para nosotros como obispos, pues todos
aquellos eran obispos, aquellos que "hicieron" a los diáconos. ¿Y qué
nos dice? Que los diáconos sean servidores. Después se dieron cuenta
de que, en ese caso, era para ayudar a las viudas y huérfanos; pero
servir. Y a nosotros, los obispos: la oración y el anuncio de la
Palabra; y esto nos demuestra cual es el carisma más importante de un
obispo: la oración. ¿Cuál es la tarea de un obispo, la primera tarea? La
oración. La segunda tarea: anunciar la Palabra. Pero se puede ver
claramente la diferencia. Y vosotros [diáconos]: el servicio. Esta
palabra es la clave para la comprensión de vuestro carisma. El servicio
como uno de los dones característicos del pueblo de Dios El diácono es -
por así decirlo - el custodio del servicio en la Iglesia. Cada
palabra debe calibrarse muy bien. Vosotros sois los custodios del
servicio en la Iglesia: el servicio de la Palabra, el servicio del
altar, el servicio a los pobres. Es vuestra misión, la misión del
diácono y su contribución consisten en esto: en recordarnos que la fe,
en sus diversas expresiones – la liturgia comunitaria, la oración
personal, las diferentes formas de caridad - y en sus diversos estados
de vida - laico, clerical, familiar - tienen una dimensión esencial de
servicio. El servicio a Dios y a los hermanos. ¡Y cuánto camino hay que
recorrer en este sentido! ¡Sois los custodios del servicio en la
Iglesia!
En ello radica el valor de los carismas en la Iglesia, que son un
recuerdo y un don para ayudar a todo el pueblo de Dios a no perder la
perspectiva ni las riquezas de la acción de Dios. Vosotros no sois
medio curas y medio laicos - esto sería "funcionalizar" el diaconado -,
sois sacramento de servicio a Dios y a los hermanos. Y de esta
palabra, “servicio”, se deriva todo el desarrollo de vuestro trabajo, de
vuestra vocación, del vuestro ser en la Iglesia. Una vocación que al
igual que todas las vocaciones no es solamente individual, sino que se
vive en la familia y con la familia; dentro del Pueblo de Dios y con el
pueblo de Dios.
Sintetizando:
- No hay servicio del altar, no hay liturgia que no se abra al
servicio de los pobres, y no hay servicio a los pobres que no conduzca a
la liturgia.
- No hay vocación eclesial que no sea familiar.
Esto nos ayuda a revalorizar al diaconado como vocación eclesial.
Por último, hoy parece que todo tenga que "servirnos", como el fin de
todo fuera el individuo: la oración "me sirve”, la comunidad "me
sirve", la caridad " me sirve ". Es un dato de nuestra cultura.Vosotros
sois el don que el Espíritu nos da para ver que el camino justo va al
contrario: en la oración sirvo, en la comunidad sirvo, con la
solidaridad sirvo a Dios y al prójimo. Y que Dios os conceda la gracia
de crecer en este carisma de custodiar el servicio en la Iglesia.
Gracias por lo que hacéis.
Pregunta 3 - Madre M. Paola Paganoni, osc
Santidad. Soy la Madre Paola de las Ursulinas y estoy aquí en
nombre de toda la vida consagrada presente en la Iglesia milanesa pero
también de toda Lombardía. Le damos las gracias por su presencia, pero
sobre todo por el testimonio de vida que nos da. Desde santa Marcelina,
hermana de Ambrosio, la vida consagrada en la Iglesia milanesa hasta
nuestros días ha sido presencia viva y significativa con las formas
antiguas –y las ha visto aquí- nuevas Queremos preguntarle, Padre, cómo
ser para el hombre de hoy, testigos de profecía, como Usted dice:
custodios de la maravilla, y testimoniar con nuestra pobre vida, pero
una vida que sea pobre y fraternal. Y luego, dadas nuestras pocas-
parecemos muchas, pero la edad es elevada- dadas nuestras pocas fuerzas,
para el futuro ¿Qué periferias existenciales, que ámbitos elegir,
dar prioridad, teniendo conciencia de nuestra minoría –minoría en la
sociedad y minoría en la Iglesia? Gracias. Le aseguramos nuestro
recuerdo cotidiano.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Me gusta, me gusta la palabra "minoría". Es cierto que es el
carisma de los franciscanos, pero todos tenemos que ser 'menores ' es
una actitud espiritual, la minoridad, que es el sello de los
cristianos. Me gusta que haya utilizado esa palabra. Y voy a empezar con
esta última palabra: minoría, la minoría. Por lo general - pero no
digo que sea su caso - es una palabra que se acompaña de un
sentimiento: "Parecemos muchas, pero somos mayores, somos pocas ...". Y
el sentimiento que está debajo ¿Cuál es? La resignación. Mal
sentimiento. Sin darnos cuenta, cada vez que pensamos o constatamos que
somos pocos, o en muchos casos ancianos, experimentamos el peso, la
fragilidad más que el esplendor, nuestro espíritu comienza a erosionarse
por la resignación. Y la resignación lleva a la pereza ... Os
recomiendo, si tenéis tiempo , que leáis lo que los Padres del desierto
dicen sobre la perez: es algo muy actual hoy. Creo que aquí nace la
primera acción a la que debemos prestar atención: pocos sí, minoría
sí, ancianos, sí, ¡resignados no! Son hilos muy finos que se ven sólo
delante del Señor examinando nuestro interior. El cardenal, cuando
habló, dijo dos palabras que me impresionaron mucho. Hablando de la
misericordia dijo que la misericordia "restaura y da la paz." Un buen
remedio contra la resignación es esta misericordia que restaura y da
la paz. Cuando caigamos en la resignación, nos alejemos de la
misericordia, vayamos inmediatamente donde alguno, donde alguna, donde
el Señor a pedir misericordia, para que nos restaure y nos de la paz.
Cuando la resignación se apodera de nosotros, vivimos con el
imaginario de un pasado glorioso que, lejos de despertar el carisma
inicial, nos envuelve cada vez más en una espiral de pesadez existencial
. Todo se vuelve más pesado y difícil de levantar. Y aquí, esto es algo
que yo no había escrito pero que digo ahora ; es un poco feo
decirlo, pero lo siento, sucede, y lo voy a decir. Empiezan a ser
pesadas las estructuras , vacías, no sabemos cómo hacer y pensamos en
vender las estructuras para conseguir dinero, el dinero para la vejez
... Empieza a ser pesado el dinero que tenemos en el banco ... Y la
pobreza, ¿dónde está? Pero el Señor es bueno, y cuando una congregación
religiosa no sigue el camino del voto de pobreza, por lo general envía
un mal ecónomo o ecónoma que destruye todo .¡ Y esto es una gracia!
[Risas, aplausos] Estaba diciendo que todo se vuelve pesado y difícil de
levantar. Y la tentación siempre está en buscar certezas humanas. He
hablado del dinero, que es una de las seguridades humanas que tenemos
más cerca. Por eso, es bueno para todos nosotros volver a los orígenes,
ir en peregrinación a los orígenes, una memoria que nos salva de
cualquier imaginación gloriosa, pero irreal del pasado.
"La mirada creyente es capaz de reconocer –dice la Evangelii gaudium -
la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad,
sin olvidar que «donde abundó el pecado sobreabundó la gracia» (Rm
5,20). Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede
convertirse el agua y a descubrir el trigo que crece en medio de la
cizaña. (n. 84).
Nuestros padres y madres fundadoras no pensaron nunca en ser una
multitud o una gran mayoría. Nuestros fundadores se sintieron movidos
por el Espíritu Santo en un momento concreto de la historia a ser
presencia gozosa del Evangelio para los hermanos; a renovar y edificar
la Iglesia como levadura en la masa, como sal y luz del mondo. Estoy
pensando, tengo clara la frase de uno de los fundadores, pero muchos han
dicho lo mismo: "Tened miedo de la multitud" Que no vengan muchos, por
miedo a no formarlos bien, el miedo de no dar el carisma ... Uno la
llamaba la "turba multa". No. Ellos pensaban simplemente en llevar
adelante el Evangelio, el carisma.
Creo que una de las razones que nos impiden o nos privan de la
alegría estriba en este aspecto. Nuestras congregaciones no nacieron
para ser la masa, sino un poco de sal y un poco de levadura, que habría
contribuido a que creciera la masa; para que el pueblo de Dios tuviera
ese "condimento" que le faltaba. Durante muchos años hemos tenido la
tentación de creer, y tantos hemos crecido con la idea de que las
familias religiosas debían poseer espacios más que iniciar procesos. Y
esta es una tentación. Tenemos que iniciar procesos, no poseer
espacios. Yo tengo miedo de las estadísticas, porque nos engañan tantas
veces. Nos dicen la verdad de una parte, pero después se cede el paso a
la ilusión y nos llevan al engaño. Poseer espacios, más que iniciar
procesos: estábamos tentados de esto porque pensábamos que, como eramos
muchos, el conflicto podría prevalecer sobre la unidad; que las ideas (o
nuestra incapacidad de cambiar) eran más importantes que la realidad; o
que la parte (nuestra pequeña parte o visión del mundo) era superior
al todo eclesial (cfr ibid., 222-237). Es una tentación. Nunca he
visto a un pizzaiolo que para hacer la pizza toma medio kilo de
levadura y 100 gramos de harina, no. Al contrario. Poca levadura para
que suba la harina.
Hoy la realidad nos interpela, la realidad de hoy nos invita a ser de
nuevo un poco de levadura, un poco de sal.. Ayer por la noche, en el
Osservatore Romano, que sale por la noche pero con la fecha de hoy, sale
la despedida de las dos últimas Hermanitas de Jesús de Afganistán,
entre los musulmanes, porque no había más [hermanas] y ahora, como eran
ancianas, han tenido que volver. Hablaban afgano. Las querían todos:
musulmanes, católicos, cristianos ... ¿Por qué? Porque eran testigos.
¿Por qué? Porque estaban consagradas a Dios. Padre de todos. Y pensé,
dije al Señor, mientras lo leía - buscadlo hoy en L'Osservatore Romano,
que nos hará pensar en su pregunta - "Pero Jesús,¿por qué dejas a esta
gente así" . Y me vino a la memoria el pueblo coreano, que tenía al
principio 3 o 4 misioneros chinos - al principio - y durante dos
siglos, el mensaje lo llevaban solamente los laicos. Los caminos del
Señor son como Él quiere que sean. Pero nos hará bien hacer un acto de
fe: ¡Es Él quien lleva la historia! Es verdad. Hagamos todo para crecer,
para ser fuertes ... pero nada de resignación. Iniciar procesos. Hoy la
realidad nos interpela - repito - la realidad que nos invita a ser de
nuevo un poco 'de la levadura, un poco de sal. Se puede pensar en una
comida con mucha sal? Nadie la comería, nadie podría digerirla. Hoy, la
realidad - por muchos factores que no podemos pararnos ahora a analizar
- nos llama a iniciar procesos más que a poseer espacios, a luchar por
la unidad más que a apegarnos a los conflictos del pasado, a escuchar
la realidad, a abrirnos a la "masa" , al santo pueblo fiel de Dios,
al todo eclesial. Abrirse al todo eclesial.
Una minoría bendecida, que está invitada nuevamente a subir, a subir
en línea con lo que el Espíritu Santo ha inspirado en los corazones de
vuestros fundadores, y en el corazón de vosotras mismas. Es lo que hace
falta hoy.
Paso a una última cosa. No me atrevería a deciros a que periferias
existenciales debe dirigirse la misión, porque normalmente el Espíritu
ha inspirado carismas para las periferias, para ir a los lugares, a los
rincones, por lo general, abandonados. No creo que el Papa os pueda
decir: Ocupáos de esta o de aquella . Lo que el Papa puede deciros es
esto: sois pocas, soi pocos, los que seáis, id a las periferias, id a
las fronteras a encontraros con el Señor, a renovar la misión de los
orígenes, a la Galilea del primer encuentro, ¡volved a la Galilea del
primer encuentro!. Y esto nos hará bien a todos, nos hará crecer, nos
hara multitud. Me viene ahora a la mente la confusión que sintió
nuestro Padre Abraham: Le hicieron mirar al cielo: “Cuenta las
estrellas” - pero no podía - Así será tu descendencia " "Contar las
estrellas!". Y luego: "Tu único hijo" - el único, el otro se había ido
ya, pero éste tenía la promesa - "lleválo al monte y ofrecemélo en
sacrificio." De la multitud de estrellas, a sacrificar a su hijo, la
lógica de Dios no se entiende. Se obedece, solamente. Y este es el
camino que debéis seguir... Elegid las periferias, despertad procesos,
encended la esperanza apagada y minada por una sociedad que se ha
vuelto insensible al dolor de los demás. En nuestra fragilidad como
congregaciones podemos hacernos más atentos a las tantas fragilidades
que nos rodean y transformarlas en espacio de bendición. Llegará el
momento en que el Señor os dirá: “Párate, hay una cabra, allí. No
sacrifiques a tu único hijo” Id y llevad la "unción" de Cristo, id. No
os estoy echando. Solamente digo: id y llevad la misión de Cristo,
vuestro carisma.
Y no olvidemos que " cuando se pone a Jesús en medio de su pueblo,
este encuentra la alegría. Y sí, sólo eso podrá devolvernos la alegría y
la esperanza, sólo eso nos salvará de vivir en una actitud de
supervivencia. Por favor, no, eso es resignación. Sólo eso hará fecunda
nuestra vida y mantendrá vivo nuestro corazón. Poniendo a Jesús en
donde tiene que estar: en medio de su pueblo. (Homilía en la S. Misa de la Presentación del Señor, XXI J.M. de la vida consagrada, 2 de
febrero, 2017). Y esta es vuestra tarea. Gracias, madre. Gracias.
Y ahora recemos juntos. Os daré la bendición y os pido, por favor,
que recéis por mí porque necesito que me sostengas las oraciones del
Pueblo de Dios, de los consagrados y de los sacerdotes. Muchas gracias.
Oremos. […]
----- 0 -----
ÁNGELUS
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Sagrario del Duomo, Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
Sagrario del Duomo, Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
SALUDO DEL PAPA A LA SALIDA DEL DUOMO
Queridos hermanos y hermanas:
Os saludo y gracias por esta cálida bienvenida aquí en Milán. ¡La
niebla se ha ido! Las malas lenguas dicen que va a llover ... No sé, yo
no lo veo todavía. Muchas gracias por vuestro afecto, y os pido por
favor vuestra oración. Rezad por mí para que pueda servir al pueblo de
Dios, servir al Señor y hacer su voluntad. Y ahora os invito a rezar el
Ángelus juntos, todos juntos.
Angelus Domini ...
----- 0 -----
SANTA MISA
SANTA MISA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Parque de Monza
Sábado 25 de marzo de 2017
Como ayer, Dios sigue buscando aliados, sigue buscando hombres y
mujeres capaces de creer, capaces de hacer memoria, de sentirse parte
de su pueblo para cooperar con la creatividad del Espíritu. Dios sigue
recorriendo nuestros barrios y nuestras calles, va a todas partes en
busca de corazones capaces de escuchar su invitación y de hacerla
convertirse en carne aquí y ahora. Parafraseando a San Ambrosio en su
comentario sobre este pasaje, podemos decir: Dios sigue buscando
corazones como el María, dispuestos a creer incluso en condiciones
absolutamente excepcionales (cfr Esposizione del Vangelo secondo Luca
II., 17: PL 15, 1559). ¡Que el Señor aumente en nosotros esta fe y
esperanza!
Parque de Monza
Sábado 25 de marzo de 2017
Acabamos de escuchar el anuncio más importante de nuestra historia:
la anunciación a María (cf. Lc 1,26-38). Un texto de espesor, lleno de
vida, y que me gusta leer a la luz de otro anuncio: el del nacimiento de
Juan Bautista (cf. Lc 1,5 a 20). Dos anuncios que se suceden y que
están unidos; dos anuncios que, comparados, nos muestran lo que Dios
nos da en su Hijo.
La Anunciación de Juan Bautista sucede cuando el sacerdote
Zacarías, listo para comenzar la acción litúrgica entra en el Santuario
del templo, mientras toda la asamblea está esperando fuera. La Anunciación de Jesús,
sin embargo, se produce en un lugar remoto en Galilea, en una ciudad
periférica y con una reputación no muy buena (cf. Jn 1,46), en el
anonimato de la casa de una joven llamada María.
Un contraste no insignificante, que nos indica que el nuevo templo de
Dios, el nuevo encuentro de Dios con su pueblo se llevará a cabo en
lugares que normalmente no esperamos, en los márgenes, en las afueras.
Allí se darán cita, allí se encontrarán; allí Dios se hará carne, para
caminar con nosotros desde el seno de su madre. Ya no será un lugar
reservado a unos pocos mientras la mayoría espera fuera. Nada ni nadie
le serán indiferentes, ninguna situación será privada de su presencia:
la alegría de la salvación comienza en la vida diaria de la casa de una
joven de Nazaret.
Dios mismo es el que toma la iniciativa y elige insertarse, como hizo
con María, en nuestros hogares, en nuestras luchas diarias, llenas de
ansias y al mismo tiempo de deseos. Y es precisamente dentro de nuestras
ciudades, de nuestras escuelas y universidades, de las plazas y los
hospitales que se escucha el anuncio más bello que podemos oír: "¡Alégrate, el Señor está contigo!"
Una alegría que genera vida, que genera esperanza, que se hace carne en
la forma en que miramos al futuro, en la actitud con la que miramos a
los demás. Una alegría que se convierte en solidaridad, hospitalidad,
misericordia hacia todos.
Como María, también nosotros podemos ser presa del desconcierto. "¿Cómo sucederá esto en tiempos tan llenos de especulaciones?
Se especula sobre la vida, sobre el trabajo, sobre la familia. Se
especula sobre los pobres y sobre los migrantes; se especula sobre los
jóvenes y sobre su futuro. Todo parece reducirse a cifras, dejando, por
el contrario, que la vida cotidiana de muchas familias se tiña de
incertidumbre e inseguridad. Mientras el dolor llama a tantas puertas,
mientras en tantos jóvenes crece la insatisfacción por la falta real de
oportunidades, la especulación abunda en todas partes.
Ciertamente, el ritmo vertiginoso al que estamos sujetos
parecería robarnos la esperanza y la alegría. Las presiones y la
impotencia frente a tantas situaciones parecerían endurecernos el alma
y hacernos insensibles a los muchos desafíos. Y paradójicamente,
cuando todo se acelera para construir - en teoría - una sociedad mejor,
al final no se tiene tiempo para nada ni para nadie. Perdemos el tiempo
para la familia, el tiempo para la comunidad, perdemos el tiempo para la
amistad, para la solidaridad y para la memoria.
Nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo se puede experimentar la alegría del Evangelio hoy en nuestras ciudades? ¿Es posible la esperanza cristiana en esta situación, aquí y ahora?
Estas dos preguntas atañen a nuestra identidad, a la vida de nuestras
familias, de nuestros países y de nuestras ciudades. Atañen a la vida
de nuestros hijos, de nuestros jóvenes y requieren de nosotros una nueva
forma de situarnos en la historia. Si la alegría y la esperanza
cristianas siguen siendo posibles, no podemos, no queremos quedarnos
frente a tantas situaciones dolorosas como meros espectadores que miran
el cielo esperando a que "deje de llover." Todo lo que sucede nos
obliga a mirar al presente con audacia, con la audacia de aquellos que
saben que la alegría de la salvación asume forma en la vida cotidiana de
la casa de una joven de Nazaret.
Ante el desconcierto de María, frente a nuestro desconcierto, hay tres
claves que el Ángel nos da para ayudarnos a aceptar la misión que nos ha
confiado.
1. Evocar la memoria
Lo primero que hace el ángel es evocar la memoria, abriendo así el
presente de María a toda la historia de la salvación. Evoca la promesa
hecha a David como fruto de la alianza con Jacob. María es la hija de la
Alianza. También hoy, nosotros, estamos invitados a recordar, a mirar a
nuestro pasado para no olvidar de dónde venimos. Para no olvidar a
nuestros antepasados,a nuestros abuelos y todo lo que han pasado para
llegar a donde estamos hoy. Esta tierra y su gente han experimentado el
dolor de dos guerras mundiales; y, a veces han visto su merecida fama
de laboriosidad y civilización contaminada por ambiciones
desenfrenadas. La memoria nos ayuda a no permanecer prisioneros de
discursos que siembran fracturas y divisiones como la única manera de
resolver los conflictos. Evocar la memoria es el mejor antídoto del que
disponemos frente a las soluciones mágicas de la división y del
distanciamiento.
2.-La pertenencia al Pueblo de Dios.
La memoria permite a María apropiarse su pertenencia al Pueblo de
Dios. ¡Nos hace bien recordar que somos miembros del pueblo de Dios!
Milaneses, sí, Ambrosianos, por supuesto, pero parte del gran pueblo de
Dios. Un pueblo formado por millares de rostros, historias y orígenes,
un pueblo multicultural y multiétnico. Esta es una de nuestras
riquezas. Es un pueblo llamado a acoger las diferencias, a integrarlas
con respeto y creatividad y a celebrar la novedda que procede de los
demás; es un pueblo que no tiene miedo de abrazar los confines, las
fronteras; es un pueblo que no tiene miedo de acoger a aquellos que lo
necesitan, porque sabe que allí está presente su Señor.
3.- La posibilidad de lo imposible
"Nada es imposible para Dios" (Lc 1,37): así termina la respuesta del
ángel a María. Cuando creemos que todo depende exclusivamente de
nosotros permanecemos prisioneros de nuestras capacidades, de nuestras
fuerzas, de nuestros horizontes miopes. Cuando, en cambio, estamos
dispuestos a dejar que nos ayuden, a dejar que nos aconsejen, cuando nos
abrimos a la gracia, parece que lo imposible empieza a hacerse
realidad. ¡Bien lo saben estas tierras que, en el curso de su historia,
han generado tantos carismas, tantos misioneros, tanta riqueza para la
vida de la Iglesia! Tantos rostros que, superando el pesimismo estéril y
divisor, se han abierto a la iniciativa de Dios y se han convertido en
una señal de lo fecunda que puede ser una tierra que no se deja encerrar
en sus propias ideas, en sus propios límites y en sus propias
capacidades y se abre a los demás.
----- 0 -----
ENCUENTRO CON CHICOS Y CHICAS QUE VAN
A RECIBIR LA CONFIRMACIÓN
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Estadio Meazza-San Siro de Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
Estadio Meazza-San Siro de Milán
Sábado 25 de marzo de 2017
Pregunta de un chico
Hola, soy David y soy de Cornaredo. Quería hacerte una pregunta: A ti, cuando tenías nuestra edad ¿Qué te ayudó a crecer en la amistad con Jesús?
Papa FRANCISCO:
¡Buenas noches!
David ha hecho una pregunta muy sencilla, que es fácil para mí responder porque solamente necesito acordarme de los tiempos en que tenía vuestra edad. Y la pregunta es: Cuando tenías nuestra edad ¿Qué te ayudó a crecer en la amistad con Jesús? Hay tres cosas, pero con un hilo que las une. La primera cosa que me ayudó fueron mis abuelos. “Pero cómo, Padre: ¿Los abuelos pueden ayudar a hacer crecer la amistad con Jesús?". ¿Qué opináis? ¿ Pueden o no?
Chicos y chicas:
Sí!
Papa FRANCISCO:
Pero los abuelos son viejos..
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
¿No? ¿No son viejos?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Son viejos ... Los abuelos son de otra época: los abuelos no saben cómo usar los ordenadores, no tienen celulares ... Vuelvo a preguntar: ¿Los abuelos, te pueden ayudar a crecer en la amistad con Jesús?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Y esta ha sido mi experiencia: Los abuelos me han hablado con normalidad de las cosas en la vida. Un abuelo era carpintero, y me enseñó cómo con el trabajo Jesús aprendió el mismo oficio, y así, cuando miraba a mi abuelo, pensaba en Jesús. El otro abuelo me decía que uno nunca se va a la cama sin decir una palabra a Jesús , decirle "buenas noches". Mi abuela me enseñó a rezar, y también mi madre; la otra abuela lo mismo ... Lo importante es esto: los abuelos tienen la sabiduría de la vida. ¿Qué tienen los abuelos?
Chicos y chicas:
La sabiduría de la vida.
Papa FRANCISCO:
Tienen la sabiduría de la vida. Y con su sabiduría nos enseñan cómo acercarnos a Jesús. Conmigo lo hicieron. En primer lugar, los abuelos. Un consejo: Hablad con los abuelos. Hablad, haced todas las preguntas que queráis. Escuchad a los abuelos. Es importante, en este tiempo, hablar con los abuelos. ¿Lo habéis entendido?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Y vosotros, cuyos abuelos viven, haced un esfuerzo para hablar, hacedles preguntas, escuchadlos. ¿Hareís ese esfuerzo? ¿Cumpliréis esta tarea?
Chicos y chicas:
Sí ...
Papa FRANCISCO:
No estáis muy convencido. ¿Lo haréis?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Los abuelos. Después me ayudó mucho jugar con los amigos, porque jugar bien, jugar y sentir la alegría del juego con los amigos, sin insultarse, y pensar que así jugaba Jesús ... Pero, os pregunto, ¿Jesús jugaba? ¿O no?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
¡Pero era Dios! Dios no, no puede jugar ... ¿Jesús jugaba?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Estad seguros. Sí, Jesús jugaba, y jugaba con los demás. Es bueno para nosotros jugar con los amigos, porque cuando el juego es limpio, se aprende a respetar a los demás, se aprende a hacer equipo, como equipo, a trabajar juntos. Y esto nos une a Jesús. Jugar con los amigos. Pero - hay algo que creo que ha dicho alguno de vosotros - ¿Enfadarse con los amigos, ayuda a conocer a Jesús?
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
¿Cómo?
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
Bien. Y si nos enfadamos, porque es normal enfadarse, luego se pide disculpa y se acaba la historia. ¿Está claro?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
A mí me ayudó mucho jugar con los amigos. Y una tercera cosa que me ayudó a crecer en la amistad con Jesús es la parroquia, el oratorio, ir a la parroquia, ir al oratorio y reunirme con los demás: ¡esto es importante! A vosotros, ¿os gusta ir a la parroquia?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Os gusta ... - pero decid la verdad - ¿os gusta ir a misa?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
[Risas] No estoy seguro ... ¿Os gusta ir al oratorio?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Ah, esto sí, os gusta. Y estas tres cosas – en serio, es un consejo que os doy - estas tres cosas os harán crecer en la amistad con Jesús: hablar con los abuelos, jugar con los amigos e ir a la parroquia y al oratorio. Porque con estas tres cosas, rezaréis más. [Aplausos] y la oración es ese hilo que une las tres cosas. Gracias. [Aplausos]
PREGUNTA DE UN PADRE Y UNA MADRE:
Buenas noches. Somos Mónica y Alberto, y somos padres de tres hijos de los cuales la última en octubre recibirá la Santa Confirmación santa. La pregunta que queríamos hacerle es: ¿Cómo transmitir a nuestros hijos la belleza de la fe? A veces nos parece tan complicado hablar de este tema sin ser aburridos y banales o peor todavía, autoritarios ¿Qué palabras usar?
Papa FRANCISCO:
Gracias. Yo tenía antes estas preguntas ... Sí, porque me las habéis mandado, y para ser claro en la respuesta, tomé algunas notas, escribí algo, y ahora me gustaría responder a Mónica y Alberto.
a. Creo que esta es una de las cuestiones clave que toca nuestras vidas como padres: la transmisión de la fe, y también toca nuestras vidas como pastores y como educadores. La transmisión de la fe. Y me gustaría haceros esta pregunta. Y os invito a recordar cuáles fueron las personas que dejaron una huella en su fe y que os ha quedado más grabado de ellas. Lo que los niños me han preguntado a mí, os lo pregunto yo a vosotros. ¿Cuáles son las personas, las situaciones, las cosas que os han ayudado a crecer en la fe, la transmisión de la fe. Os invito a vosotros padres, a volver a ser con la imaginación, por unos minutos, otra vez niños y a recordar a las personas que os ayudaron a creer. "¿Quién me ayudó a creer?". El padre, la madre, los abuelos, una catequista, una tía, el párroco, un vecino, quien sabe ... Todos llevamos en nuestra memoria, pero sobre todo en el corazón una persona que nos ayudó a creer. Ahora os pongo un reto. Un momento de silencio ... y que cada uno piense : ¿Quién me ha ayudado a creer? Y yo contesto por mi parte, y para responder a la verdad tengo que volver con la memoria a Lombardía ... [ gran aplauso]. A mí me ayudó a creer, a crecer tanto en la fe, un cura de Lodi, de la diócesis de Lodi; un buen sacerdote que me bautizó y luego durante toda mi vida, iba a verle; a veces con frecuencia, otras veces menos ...; y él me acompañó hasta entrar en el noviciado [de los Jesuitas]. Y esto os lo debo a vosotros, los lombardos, ¡gracias! [Aplausos] Y nunca me olvido de aquel cura, nunca, nunca. Fue un apóstol del confesionario, apóstol del confesionario. Misericordioso, bueno, trabajador. Y así me ayudó a crecer.
¿Cada uno ha pensado en la persona? Yo he dicho quien me ayudó.
Y os preguntaréis el por qué de este pequeño ejercicio. Nuestros hijos nos están mirando todo el tiempo; aunque no nos demos cuenta, nos observan todo el tiempo y, mientras tanto aprenden. [Aplausos] "I bambini ci guardano”. Es el título de una película de Vittorio De Sica de 1943. Buscadla. Buscadla. "I bambini ci guardano." Y, entre paréntesis, me gustaría decir que aquellas película de la posguerra italiana y un poco más adelante, han sido - en general - una verdadera 'catequesis' de humanidad. Cierro el paréntesis. Los niños nos miran, y no os podéis imaginar la angustia que siento un niño cuando los padres discuten. ¡Sufren! [Aplausos] Y cuando los padres se separan, las cuentas las pagan ellos. [Aplausos] Cuando se trae un niño al mundo, hay que ser conscientes de esto: asumimos la responsabilidad de crecer en la fe a este niño. Os ayudará tanto leer la exhortación Amoris Laetitia, especialmente los primeros capítulos, sobre el amor, el matrimonio, el cuarto capítulo, que es realmente una clave. Pero no os olvidéis: Cuando os enfadáis, los niños sufren y no crecen en la fe. [Aplausos] Los niños conocen nuestras alegrías, nuestras penas y preocupaciones. Se las arreglan para captar todo, se dan cuenta de todo y, dado que son muy, muy, intuitivos, sacan sus conclusiones y sus enseñanzas. Saben cuando hacemos trampas y cuando no. Lo saben. Son muy listos. Por lo tanto, una de las primeras cosas que diría es: cuidad de ellos, cuidad de su corazón, de su alegría y de su esperanza.
Los "ojitos" de vuestros hijos poco a poco almacenan y leen con el corazón como la fe es uno de los mejores legados que habéis recibido de vuestros padres, de vuestros antepasados.Se dan cuenta. Y si vosotros dais la fe, y la vivís bien, se la transmitís.
Enseñadles cómo la fe nos ayuda a seguir adelante, a afrontar tantos dramas que tenemos, no con una actitud pesimista, sino confiado, este es el mejor testimonio que podemos darles. Hay un dicho: "Las palabras se las lleva el viento", pero lo que se siembra en la memoria, en el corazón, permanece para siempre.
b. Otra cosa. En diferentes lugares, muchas familias tienen una tradición muy bonita: van a misa juntos y luego a un parque, llevan a sus hijos a jugar juntos. Así, la fe se convierte en una necesidad de la familia con otras familias, con los amigos, familias amigas. Esto es bueno y ayuda a vivir el mandamiento de santificar las fiestas, No sólo ir a la iglesia para rezar o para dormir durante la homilía - ¡puede pasar! - no sólo, pero luego ir a jugar juntos. Ahora, que empieza el buen tiempo, por ejemplo, el domingo después de ir a misa toda la familia, es bueno si podéis ir a un parque o a una plaza, a jugar, a pasar un rato juntos. En mi tierra esto se llama "dominguear" que significa "pasar el domingo juntos." Pero nuestra época es una época algo difícil para hacer esto porque muchos padres, para dar de comer a su familia, tiene que trabajar incluso en días festivos. Y eso es malo. Cuando los padres me dicen que pierden la paciencia con sus hijos siempre les pregunto: ¿Cuántos son" - "Tres, cuatro," me dicen. Y después les hago una segunda pregunta: "¿Tu, juegas con tus hijos? ... ¿Juegas" y no saben qué decir. Los padres en esta época no pueden, o han perdido la costumbre de jugar con sus hijos, de "perder el tiempo" con sus hijos. Un papá una vez me dijo: "Padre, cuando me voy a ir a trabajar, q todavía están en la cama, y cuando vuelvo tarde por la nocheya están en la cama. Los veo sólo en días de fiesta ". Está muy mal. Esta vida nos quita la humanidad! Pero recordad esto: jugar con los niños, "perder el tiempo" con los hijos también es transmitir la fe. Es la gratuidad, la gratuidad de Dios.
c. Y una última cosa: la educación familiar a la solidaridad. Esto es transmitir la fe con la educación a la solidaridad, a las obras de misericordia. Las obras de misericordia hacen que crezca la fe en el corazón. Esto es muy importante. Me gusta poner el acento en la fiesta, en la gratuidad, en buscar otras familias y vivir la fe como un espacio de disfrute de la familia; Creo que también hay que añadir otro elemento. No hay fiesta sin solidaridad – como no hay solidaridad sin fiesta- porque cuando uno es solidario, es alegre y transmite alegría.
No quiero aburriros. Os contaré algo que viví en Buenos Aires. Una madre, estaba almorzando con sus tres hijos, seis, cuatro y medio y tres años; después tuvo otros dos. Su marido estaba en el trabajo. Estaban comiendo “cotolette alla milanese”, (filetes empanados). Sí, lo se porque me lo contó ella y cada uno de los niños tenía una en el plato. Llaman a la puerta. El mayor va a abrir, vuelve y dice: "Mamá, es un pobre hombre, pide algo." Y la madre, sabia, les pregunta: "¿Qué hacemos? ¿Le damos o no le damos? "-" Sí, mamá, le damos, le damos ". Había otros filetes, allí. La madre dijo: "Ah, muy bien: hacemos dos bocadillos: cada uno corta su filete a mitad y hacemos dos bocadillos" - "Mamá, pero hay otras" - "No, son para la cena." Y la mamá les enseñó la solidaridad, la que cuesta, no la que sobra! Por ejemplo, esto sería suficiente, pero os hará reír saber cómo terminó la historia. A la semana siguiente, la madre tuvo que ir a hacer la compra, por la tarde, alrededor de las cuatro, y dejó a los tres niños solos, eran buenos, durante una hora. Se fue. Cuando la madre regresó, no eran tres, ¡eran cuatro! Había tres niños y un pobre [risas] que había pedido limosna, al que hicieron entrar y estaban bebiendo juntos café con leche ... Este es un final para reír un poco... educar en la solidaridad, es decir, a las obras de misericordia . Gracias.
Pregunta de una catequista
Buenas tardes, soy Valeria, madre y catequista de una parroquia en Milán, en Rogoredo. Usted nos ha enseñado que para educar a un joven hace falta una aldea: también nuestro arzobispo nos ha empujado a lo largo de estos años a colaborar, para que haya colaboración entre las figuras educativas. Así que queríamos pedirle un consejo, para que podamos estar abiertos a un diálogo y una confrontación con todos los educadores que tienen que ver con nuestros jóvenes ...
Papa FRANCISCO:
Yo aconsejaría una educación basada en el pensar- sentir- hacer, es decir, una educación con el intelecto, el corazón y las manos, los tres lenguajes. Educar a la armonía de los tres lenguajes, para que los jóvenes, los chicos, las chicas pueden pensar lo que sienten y lo que hacen, sentir lo que piensan y hacen y hacer lo que piensan y sienten. No las tres cosas separadas, sino las tres juntas. No sólo la educación del intelecto: esto es dar nociones intelectuales, que son importantes, pero sin el corazón y sin las manos no sirven, no sirven. Debe ser armoniosa, la educación. Pero también se puede decir: educar con los contenidos, las ideas con las actitudes de vida y con los valores. También se puede decir así. Pero nunca educar solamente, por ejemplo, con las nociones, las ideas. No. También el corazón tiene que crecer en la educación; y también el "hacer", la actitud, el modo de comportarse en la vida comportamiento en la vida.
b. En referencia al punto precedente, recuerdo que una vez en una escuela había un alumno que era un fenómeno jugando al fútbol y un desastre en la conducta en clase. Una regla que le habían dado era que si no se portaba bien dejaba de jugar al fútbol. Dado que continuó con el mal comportamiento se quedó dos meses sin jugar, y esto hizo empeorar las cosas. Tened cuidado cuando se castiga: aquel chico empeoró. Es verdad, yo conocí a ese chico. Un día, el entrenador habló con la directora y le explicó: "¡Así no funciona! ¡Dejáme intentarlo” ", dijo a la directora, y le pidió que el chico pudiera volver a jugar. "Vamos a intentarlo," dijo la señora. Y el entrenador lo puso como capitán del equipo. Entonces ese niño, sintió que lo tomaban en consideración, sintió que podía dar lo mejor de sí y no sólo comenzó a comportarse mejor, sino a mejorar en todo. Esto me parece muy importante en la educación. Muy importante. Entre los estudiantes hay algunos dotados para el deporte y no tanto para las ciencias y a otros se les da mejor el arte que las matemáticas, a unos la filosofía más que los deportes. Un buen profesor, educador o entrenador sabe estimular las buena cualidades de sus estudiantes y no descuidar las otras; Y allí se da el fenómeno denominado pedagógico llamado transfert: haciendo bien y agradablemente una cosa, el beneficio se transfiere a la otra. Buscar dónde dar más responsabilidad, donde más le gusta, e irá bien. Y está siempre bien estimularlos, pero los niños también necesitan divertirse y dormir. Educar solamente, sin el espacio de la gratuidad no está bien..
Y termino con esta cosa. Hay un fenómeno muy feo en estos tiempos, que me preocupa, en la educación: el bullying. Por favor, tened cuidado. [Aplausos] Y ahora os pregunto, a vosotros, que vais a recibir la confirmación. En silencio, escuchadme. En silencio. ¿En vuestra escuela, en vuestro vecindario, hay alguno, o alguna de quien os burláis porque tiene un defecto, porque es gordo, porque es delgado, por esto o por aquello? Pensadlo . Y ¿ os gusta hacer que se sientan avergonzados e incluso pegarlos por eso? Pensadlo. Esto se llama bullying. Por favor ... [indicio de aplausos] No, no! Todavía no he terminado. Por favor, para el sacramento de la Santa Confirmación, prometedle al Señor que nunca haréis eso y nunca dejaréis que se haga en vuestra escuela, en vuestro colegio, en vuestro vecindario. ¿Entendido?
Chicos y chicas:
¡Sí! [Aplausos]
Papa FRANCISCO:
¿Me lo prometéis?: Nunca, nunca burlarse, reírse de un compañero de escuela, de barrio ¿Me lo prometéis, hoy?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
El Papa no está contento con la respuesta ... ¿Me lo prometéis?
Chicos y chicas:
[Muy fuerte] ¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Está bien. Este "sí" se lo habéis dicho al Papa. Ahora, en silencio, pensad lo feo que es y pensad si sois capaces de prometérselo a Jesús. ¿Prometéis a Jesús que no haréis nunca bullying?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
A Jesús ...
Chicos y chicas:
[Fuerte] ¡Sí !
Papa FRANCISCO:
Gracias. ¡Y que el Señor os bendiga!
Felicitaciones a vosotros [a los que hicieron la coreografía en el campo]: ¡Muy buenos!
Oremos juntos: "Padre nuestro ..."
[Bendición]
Papa FRANCISCO:
Por favor, os pido que recéis por mí. Y antes de irme, una pregunta: ¿con quién debemos hablar más, en casa?
Chicos y chicas:
¡Con los abuelos!
Papa FRANCISCO:
¡Estupendo! Y vosotros, padres, ¿Qué tenéis que hacer más con vuestros hijos ?
Padres:
¡Jugar!
Papa FRANCISCO:
Jugar. Y vosotros, educadores, ¿cómo tenéis que educar, con qué lenguaje? Con el de la cabeza, con el del corazón y con el de las manos!
¡Gracias y adiós!
Hola, soy David y soy de Cornaredo. Quería hacerte una pregunta: A ti, cuando tenías nuestra edad ¿Qué te ayudó a crecer en la amistad con Jesús?
Papa FRANCISCO:
¡Buenas noches!
David ha hecho una pregunta muy sencilla, que es fácil para mí responder porque solamente necesito acordarme de los tiempos en que tenía vuestra edad. Y la pregunta es: Cuando tenías nuestra edad ¿Qué te ayudó a crecer en la amistad con Jesús? Hay tres cosas, pero con un hilo que las une. La primera cosa que me ayudó fueron mis abuelos. “Pero cómo, Padre: ¿Los abuelos pueden ayudar a hacer crecer la amistad con Jesús?". ¿Qué opináis? ¿ Pueden o no?
Chicos y chicas:
Sí!
Papa FRANCISCO:
Pero los abuelos son viejos..
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
¿No? ¿No son viejos?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Son viejos ... Los abuelos son de otra época: los abuelos no saben cómo usar los ordenadores, no tienen celulares ... Vuelvo a preguntar: ¿Los abuelos, te pueden ayudar a crecer en la amistad con Jesús?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Y esta ha sido mi experiencia: Los abuelos me han hablado con normalidad de las cosas en la vida. Un abuelo era carpintero, y me enseñó cómo con el trabajo Jesús aprendió el mismo oficio, y así, cuando miraba a mi abuelo, pensaba en Jesús. El otro abuelo me decía que uno nunca se va a la cama sin decir una palabra a Jesús , decirle "buenas noches". Mi abuela me enseñó a rezar, y también mi madre; la otra abuela lo mismo ... Lo importante es esto: los abuelos tienen la sabiduría de la vida. ¿Qué tienen los abuelos?
Chicos y chicas:
La sabiduría de la vida.
Papa FRANCISCO:
Tienen la sabiduría de la vida. Y con su sabiduría nos enseñan cómo acercarnos a Jesús. Conmigo lo hicieron. En primer lugar, los abuelos. Un consejo: Hablad con los abuelos. Hablad, haced todas las preguntas que queráis. Escuchad a los abuelos. Es importante, en este tiempo, hablar con los abuelos. ¿Lo habéis entendido?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Y vosotros, cuyos abuelos viven, haced un esfuerzo para hablar, hacedles preguntas, escuchadlos. ¿Hareís ese esfuerzo? ¿Cumpliréis esta tarea?
Chicos y chicas:
Sí ...
Papa FRANCISCO:
No estáis muy convencido. ¿Lo haréis?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Los abuelos. Después me ayudó mucho jugar con los amigos, porque jugar bien, jugar y sentir la alegría del juego con los amigos, sin insultarse, y pensar que así jugaba Jesús ... Pero, os pregunto, ¿Jesús jugaba? ¿O no?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
¡Pero era Dios! Dios no, no puede jugar ... ¿Jesús jugaba?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Estad seguros. Sí, Jesús jugaba, y jugaba con los demás. Es bueno para nosotros jugar con los amigos, porque cuando el juego es limpio, se aprende a respetar a los demás, se aprende a hacer equipo, como equipo, a trabajar juntos. Y esto nos une a Jesús. Jugar con los amigos. Pero - hay algo que creo que ha dicho alguno de vosotros - ¿Enfadarse con los amigos, ayuda a conocer a Jesús?
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
¿Cómo?
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
Bien. Y si nos enfadamos, porque es normal enfadarse, luego se pide disculpa y se acaba la historia. ¿Está claro?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
A mí me ayudó mucho jugar con los amigos. Y una tercera cosa que me ayudó a crecer en la amistad con Jesús es la parroquia, el oratorio, ir a la parroquia, ir al oratorio y reunirme con los demás: ¡esto es importante! A vosotros, ¿os gusta ir a la parroquia?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Os gusta ... - pero decid la verdad - ¿os gusta ir a misa?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
[Risas] No estoy seguro ... ¿Os gusta ir al oratorio?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Ah, esto sí, os gusta. Y estas tres cosas – en serio, es un consejo que os doy - estas tres cosas os harán crecer en la amistad con Jesús: hablar con los abuelos, jugar con los amigos e ir a la parroquia y al oratorio. Porque con estas tres cosas, rezaréis más. [Aplausos] y la oración es ese hilo que une las tres cosas. Gracias. [Aplausos]
PREGUNTA DE UN PADRE Y UNA MADRE:
Buenas noches. Somos Mónica y Alberto, y somos padres de tres hijos de los cuales la última en octubre recibirá la Santa Confirmación santa. La pregunta que queríamos hacerle es: ¿Cómo transmitir a nuestros hijos la belleza de la fe? A veces nos parece tan complicado hablar de este tema sin ser aburridos y banales o peor todavía, autoritarios ¿Qué palabras usar?
Papa FRANCISCO:
Gracias. Yo tenía antes estas preguntas ... Sí, porque me las habéis mandado, y para ser claro en la respuesta, tomé algunas notas, escribí algo, y ahora me gustaría responder a Mónica y Alberto.
a. Creo que esta es una de las cuestiones clave que toca nuestras vidas como padres: la transmisión de la fe, y también toca nuestras vidas como pastores y como educadores. La transmisión de la fe. Y me gustaría haceros esta pregunta. Y os invito a recordar cuáles fueron las personas que dejaron una huella en su fe y que os ha quedado más grabado de ellas. Lo que los niños me han preguntado a mí, os lo pregunto yo a vosotros. ¿Cuáles son las personas, las situaciones, las cosas que os han ayudado a crecer en la fe, la transmisión de la fe. Os invito a vosotros padres, a volver a ser con la imaginación, por unos minutos, otra vez niños y a recordar a las personas que os ayudaron a creer. "¿Quién me ayudó a creer?". El padre, la madre, los abuelos, una catequista, una tía, el párroco, un vecino, quien sabe ... Todos llevamos en nuestra memoria, pero sobre todo en el corazón una persona que nos ayudó a creer. Ahora os pongo un reto. Un momento de silencio ... y que cada uno piense : ¿Quién me ha ayudado a creer? Y yo contesto por mi parte, y para responder a la verdad tengo que volver con la memoria a Lombardía ... [ gran aplauso]. A mí me ayudó a creer, a crecer tanto en la fe, un cura de Lodi, de la diócesis de Lodi; un buen sacerdote que me bautizó y luego durante toda mi vida, iba a verle; a veces con frecuencia, otras veces menos ...; y él me acompañó hasta entrar en el noviciado [de los Jesuitas]. Y esto os lo debo a vosotros, los lombardos, ¡gracias! [Aplausos] Y nunca me olvido de aquel cura, nunca, nunca. Fue un apóstol del confesionario, apóstol del confesionario. Misericordioso, bueno, trabajador. Y así me ayudó a crecer.
¿Cada uno ha pensado en la persona? Yo he dicho quien me ayudó.
Y os preguntaréis el por qué de este pequeño ejercicio. Nuestros hijos nos están mirando todo el tiempo; aunque no nos demos cuenta, nos observan todo el tiempo y, mientras tanto aprenden. [Aplausos] "I bambini ci guardano”. Es el título de una película de Vittorio De Sica de 1943. Buscadla. Buscadla. "I bambini ci guardano." Y, entre paréntesis, me gustaría decir que aquellas película de la posguerra italiana y un poco más adelante, han sido - en general - una verdadera 'catequesis' de humanidad. Cierro el paréntesis. Los niños nos miran, y no os podéis imaginar la angustia que siento un niño cuando los padres discuten. ¡Sufren! [Aplausos] Y cuando los padres se separan, las cuentas las pagan ellos. [Aplausos] Cuando se trae un niño al mundo, hay que ser conscientes de esto: asumimos la responsabilidad de crecer en la fe a este niño. Os ayudará tanto leer la exhortación Amoris Laetitia, especialmente los primeros capítulos, sobre el amor, el matrimonio, el cuarto capítulo, que es realmente una clave. Pero no os olvidéis: Cuando os enfadáis, los niños sufren y no crecen en la fe. [Aplausos] Los niños conocen nuestras alegrías, nuestras penas y preocupaciones. Se las arreglan para captar todo, se dan cuenta de todo y, dado que son muy, muy, intuitivos, sacan sus conclusiones y sus enseñanzas. Saben cuando hacemos trampas y cuando no. Lo saben. Son muy listos. Por lo tanto, una de las primeras cosas que diría es: cuidad de ellos, cuidad de su corazón, de su alegría y de su esperanza.
Los "ojitos" de vuestros hijos poco a poco almacenan y leen con el corazón como la fe es uno de los mejores legados que habéis recibido de vuestros padres, de vuestros antepasados.Se dan cuenta. Y si vosotros dais la fe, y la vivís bien, se la transmitís.
Enseñadles cómo la fe nos ayuda a seguir adelante, a afrontar tantos dramas que tenemos, no con una actitud pesimista, sino confiado, este es el mejor testimonio que podemos darles. Hay un dicho: "Las palabras se las lleva el viento", pero lo que se siembra en la memoria, en el corazón, permanece para siempre.
b. Otra cosa. En diferentes lugares, muchas familias tienen una tradición muy bonita: van a misa juntos y luego a un parque, llevan a sus hijos a jugar juntos. Así, la fe se convierte en una necesidad de la familia con otras familias, con los amigos, familias amigas. Esto es bueno y ayuda a vivir el mandamiento de santificar las fiestas, No sólo ir a la iglesia para rezar o para dormir durante la homilía - ¡puede pasar! - no sólo, pero luego ir a jugar juntos. Ahora, que empieza el buen tiempo, por ejemplo, el domingo después de ir a misa toda la familia, es bueno si podéis ir a un parque o a una plaza, a jugar, a pasar un rato juntos. En mi tierra esto se llama "dominguear" que significa "pasar el domingo juntos." Pero nuestra época es una época algo difícil para hacer esto porque muchos padres, para dar de comer a su familia, tiene que trabajar incluso en días festivos. Y eso es malo. Cuando los padres me dicen que pierden la paciencia con sus hijos siempre les pregunto: ¿Cuántos son" - "Tres, cuatro," me dicen. Y después les hago una segunda pregunta: "¿Tu, juegas con tus hijos? ... ¿Juegas" y no saben qué decir. Los padres en esta época no pueden, o han perdido la costumbre de jugar con sus hijos, de "perder el tiempo" con sus hijos. Un papá una vez me dijo: "Padre, cuando me voy a ir a trabajar, q todavía están en la cama, y cuando vuelvo tarde por la nocheya están en la cama. Los veo sólo en días de fiesta ". Está muy mal. Esta vida nos quita la humanidad! Pero recordad esto: jugar con los niños, "perder el tiempo" con los hijos también es transmitir la fe. Es la gratuidad, la gratuidad de Dios.
c. Y una última cosa: la educación familiar a la solidaridad. Esto es transmitir la fe con la educación a la solidaridad, a las obras de misericordia. Las obras de misericordia hacen que crezca la fe en el corazón. Esto es muy importante. Me gusta poner el acento en la fiesta, en la gratuidad, en buscar otras familias y vivir la fe como un espacio de disfrute de la familia; Creo que también hay que añadir otro elemento. No hay fiesta sin solidaridad – como no hay solidaridad sin fiesta- porque cuando uno es solidario, es alegre y transmite alegría.
No quiero aburriros. Os contaré algo que viví en Buenos Aires. Una madre, estaba almorzando con sus tres hijos, seis, cuatro y medio y tres años; después tuvo otros dos. Su marido estaba en el trabajo. Estaban comiendo “cotolette alla milanese”, (filetes empanados). Sí, lo se porque me lo contó ella y cada uno de los niños tenía una en el plato. Llaman a la puerta. El mayor va a abrir, vuelve y dice: "Mamá, es un pobre hombre, pide algo." Y la madre, sabia, les pregunta: "¿Qué hacemos? ¿Le damos o no le damos? "-" Sí, mamá, le damos, le damos ". Había otros filetes, allí. La madre dijo: "Ah, muy bien: hacemos dos bocadillos: cada uno corta su filete a mitad y hacemos dos bocadillos" - "Mamá, pero hay otras" - "No, son para la cena." Y la mamá les enseñó la solidaridad, la que cuesta, no la que sobra! Por ejemplo, esto sería suficiente, pero os hará reír saber cómo terminó la historia. A la semana siguiente, la madre tuvo que ir a hacer la compra, por la tarde, alrededor de las cuatro, y dejó a los tres niños solos, eran buenos, durante una hora. Se fue. Cuando la madre regresó, no eran tres, ¡eran cuatro! Había tres niños y un pobre [risas] que había pedido limosna, al que hicieron entrar y estaban bebiendo juntos café con leche ... Este es un final para reír un poco... educar en la solidaridad, es decir, a las obras de misericordia . Gracias.
Pregunta de una catequista
Buenas tardes, soy Valeria, madre y catequista de una parroquia en Milán, en Rogoredo. Usted nos ha enseñado que para educar a un joven hace falta una aldea: también nuestro arzobispo nos ha empujado a lo largo de estos años a colaborar, para que haya colaboración entre las figuras educativas. Así que queríamos pedirle un consejo, para que podamos estar abiertos a un diálogo y una confrontación con todos los educadores que tienen que ver con nuestros jóvenes ...
Papa FRANCISCO:
Yo aconsejaría una educación basada en el pensar- sentir- hacer, es decir, una educación con el intelecto, el corazón y las manos, los tres lenguajes. Educar a la armonía de los tres lenguajes, para que los jóvenes, los chicos, las chicas pueden pensar lo que sienten y lo que hacen, sentir lo que piensan y hacen y hacer lo que piensan y sienten. No las tres cosas separadas, sino las tres juntas. No sólo la educación del intelecto: esto es dar nociones intelectuales, que son importantes, pero sin el corazón y sin las manos no sirven, no sirven. Debe ser armoniosa, la educación. Pero también se puede decir: educar con los contenidos, las ideas con las actitudes de vida y con los valores. También se puede decir así. Pero nunca educar solamente, por ejemplo, con las nociones, las ideas. No. También el corazón tiene que crecer en la educación; y también el "hacer", la actitud, el modo de comportarse en la vida comportamiento en la vida.
b. En referencia al punto precedente, recuerdo que una vez en una escuela había un alumno que era un fenómeno jugando al fútbol y un desastre en la conducta en clase. Una regla que le habían dado era que si no se portaba bien dejaba de jugar al fútbol. Dado que continuó con el mal comportamiento se quedó dos meses sin jugar, y esto hizo empeorar las cosas. Tened cuidado cuando se castiga: aquel chico empeoró. Es verdad, yo conocí a ese chico. Un día, el entrenador habló con la directora y le explicó: "¡Así no funciona! ¡Dejáme intentarlo” ", dijo a la directora, y le pidió que el chico pudiera volver a jugar. "Vamos a intentarlo," dijo la señora. Y el entrenador lo puso como capitán del equipo. Entonces ese niño, sintió que lo tomaban en consideración, sintió que podía dar lo mejor de sí y no sólo comenzó a comportarse mejor, sino a mejorar en todo. Esto me parece muy importante en la educación. Muy importante. Entre los estudiantes hay algunos dotados para el deporte y no tanto para las ciencias y a otros se les da mejor el arte que las matemáticas, a unos la filosofía más que los deportes. Un buen profesor, educador o entrenador sabe estimular las buena cualidades de sus estudiantes y no descuidar las otras; Y allí se da el fenómeno denominado pedagógico llamado transfert: haciendo bien y agradablemente una cosa, el beneficio se transfiere a la otra. Buscar dónde dar más responsabilidad, donde más le gusta, e irá bien. Y está siempre bien estimularlos, pero los niños también necesitan divertirse y dormir. Educar solamente, sin el espacio de la gratuidad no está bien..
Y termino con esta cosa. Hay un fenómeno muy feo en estos tiempos, que me preocupa, en la educación: el bullying. Por favor, tened cuidado. [Aplausos] Y ahora os pregunto, a vosotros, que vais a recibir la confirmación. En silencio, escuchadme. En silencio. ¿En vuestra escuela, en vuestro vecindario, hay alguno, o alguna de quien os burláis porque tiene un defecto, porque es gordo, porque es delgado, por esto o por aquello? Pensadlo . Y ¿ os gusta hacer que se sientan avergonzados e incluso pegarlos por eso? Pensadlo. Esto se llama bullying. Por favor ... [indicio de aplausos] No, no! Todavía no he terminado. Por favor, para el sacramento de la Santa Confirmación, prometedle al Señor que nunca haréis eso y nunca dejaréis que se haga en vuestra escuela, en vuestro colegio, en vuestro vecindario. ¿Entendido?
Chicos y chicas:
¡Sí! [Aplausos]
Papa FRANCISCO:
¿Me lo prometéis?: Nunca, nunca burlarse, reírse de un compañero de escuela, de barrio ¿Me lo prometéis, hoy?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
El Papa no está contento con la respuesta ... ¿Me lo prometéis?
Chicos y chicas:
[Muy fuerte] ¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Está bien. Este "sí" se lo habéis dicho al Papa. Ahora, en silencio, pensad lo feo que es y pensad si sois capaces de prometérselo a Jesús. ¿Prometéis a Jesús que no haréis nunca bullying?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
A Jesús ...
Chicos y chicas:
[Fuerte] ¡Sí !
Papa FRANCISCO:
Gracias. ¡Y que el Señor os bendiga!
Felicitaciones a vosotros [a los que hicieron la coreografía en el campo]: ¡Muy buenos!
Oremos juntos: "Padre nuestro ..."
[Bendición]
Papa FRANCISCO:
Por favor, os pido que recéis por mí. Y antes de irme, una pregunta: ¿con quién debemos hablar más, en casa?
Chicos y chicas:
¡Con los abuelos!
Papa FRANCISCO:
¡Estupendo! Y vosotros, padres, ¿Qué tenéis que hacer más con vuestros hijos ?
Padres:
¡Jugar!
Papa FRANCISCO:
Jugar. Y vosotros, educadores, ¿cómo tenéis que educar, con qué lenguaje? Con el de la cabeza, con el del corazón y con el de las manos!
¡Gracias y adiós!
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana