CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de octubre de 2019).- Declaración conjunta de las religiones monoteístas abrahámicas
sobre las cuestiones del final de la vida (Casina Pío IV, 28 de octubre
2019)
Preámbulo
Los aspectos morales, religiosos, sociales y jurídicos del
tratamiento del paciente moribundo se encuentran entre los temas más
difíciles y ampliamente discutidos en la medicina moderna. En las
diversas culturas y contextos sociales han generado siempre un amplio
debate tanto teórico como emocional.
Las cuestiones relativas a las decisiones sobre el final de la vida
presentan dilemas difíciles, que no son nuevos, pero que se han
intensificado mucho en los últimos años debido a varios factores y
acontecimientos, entre los cuales:
- Los enormes avances científico-tecnológicos que permiten una
prolongación significativa de la vida en formas y situaciones hasta
ahora impensables. Sin embargo, a menudo la supervivencia prolongada de
un enfermo va acompañada de dolor y sufrimiento debido a diversas
disfunciones orgánicas, mentales y emocionales.
- El cambio fundamental en la relación médico-paciente de un enfoque
paternalista a la petición de una mayor autonomía de juicio por parte
del mismo paciente.
- El hecho de que la mayoría de las personas en los países
desarrollados mueren hoy en día en hospitales o residencias de ancianos,
que a menudo son entornos extraños y desconocidos para ellos. Muchos
pacientes están conectados a máquinas, rodeados de personal sanitario
habitualmente ocupado y que conocen poco. Esta situación contrasta con
la del pasado, cuando las personas morían en casa, rodeadas de sus seres
queridos en su entorno habitual y reconocido.
- La mayor implicación de diversos profesionales en el tratamiento
del paciente en fase terminal, así como de los medios de comunicación,
del sistema judicial y la opinión pública en general. Todo ello a menudo
es expresión de diferentes antecedentes culturales, puntos de vista y
opiniones variadas e incluso contradictorias sobre lo que se debe o no
se debe hacer por el paciente moribundo.
- Cambios culturales, especialmente en las sociedades occidentales.
- La creciente escasez de recursos debido a las costosas opciones diagnósticas y terapéuticas.
Los dilemas relacionados con la atención y el tratamiento del
paciente terminal no son principalmente médicos o científicos, sino
sobre todo sociales, éticos, religiosos, legales y culturales. Mientras
que los médicos toman decisiones basadas en los hechos, la mayoría de
las decisiones concernientes al paciente terminal no son de naturaleza
médico-científica.
Más bien, se basan en valores personales y éticos.
Por lo tanto, el cuidado del paciente terminal tanto por parte de las
familias como por el personal sanitario, es una tarea difícil, teniendo
también en cuenta cuales son las costumbres sociales.
Los principios y prácticas de las religiones monoteístas abrahámicas
y en particular su búsqueda del equilibrio adecuado entre valores en
conflicto, no siempre están de acuerdo con los valores y prácticas
humanistas laicas actuales.
Los objetivos de esta declaración de principios son:
- Presentar la posición de las religiones monoteístas que abrahámicas
con respecto a los valores y las prácticas relevantes para el enfermo
terminal, en beneficio de los pacientes, las familias, el personal
sanitario y los responsables políticos que se adhieren a una de estas
religiones.
- Mejorar la capacidad de los profesionales de la salud para
comprender, respetar, guiar, ayudar y consolar mejor al paciente
creyente y a su familia al final de la vida. Respetar los valores
religiosos o culturales del paciente no es sólo un problema religioso,
sino que es un requisito ético para el personal de los hospitales y
otras estructuras donde haya pacientes de varias creencias.
- Promover una comprensión recíproca y sinergias de los diferentes
enfoques entre las tradiciones religiosas monoteístas y la ética laica
con respecto a las creencias, valores y prácticas relevantes para el
paciente en fase terminal.
Definición
Un paciente en fase terminal es una persona que padece una
enfermedad de diagnóstico infausto, incurable e irreversible, en una
etapa en la que la muerte se producirá con toda probabilidad en el plazo
de unos pocos meses como consecuencia de la enfermedad o de las
complicaciones directamente relacionadas, a pesar de los mejores
esfuerzos diagnósticos y terapéuticos.
Sufrimiento y muerte
Aunque apreciamos los avances de la ciencia médica para prevenir y
curar enfermedades, también reconocemos que toda vida experimentará
finalmente la muerte.
El cuidado de los moribundos representa, por una parte, una forma de
asumir con responsabilidad del don divino de la vida cuando ya no es
posible tratamiento alguno, y por otra nuestra responsabilidad humana y
ética con la persona que (a menudo) sufre ante la muerte inminente. El
cuidado holístico y respetuoso de la persona debe reconocer como un
objetivo fundamental la dimensión específicamente humana, espiritual y
religiosa de la muerte. Este enfoque de la muerte requiere compasión,
empatía y profesionalismo por parte de todas las personas involucradas
en el cuidado del paciente moribundo, especialmente de los trabajadores
de la salud responsables del bienestar psicosocial y emocional del
paciente.
El uso de la tecnología médica al final de la vida
Las intervenciones humanas mediante tratamientos y tecnologías
médicas sólo se justifican en términos de la ayuda que pueden
proporcionar. Por lo tanto, su uso requiere un juicio responsable sobre
si los tratamientos para mantener y prolongar la vida contribuyen
realmente a alcanzar el final la vida humana, y sobre cuándo hace falta,
en cambio, limitarlos. Cuando la muerte es inminente a pesar de todos
los esfuerzos, está justificado tomar la decisión de rechazar ciertas
formas de tratamiento que sólo prolongarían una condición precaria de
sufrimiento. No obstante, incluso cuando la persistencia en tratar de
evitar la muerte parece irrazonablemente difícil y gravosa, debemos
hacer todo lo posible para ofrecer consuelo, alivio efectivo del dolor,
compañía, atención emocional y espiritual y apoyo al paciente y a su
familia en preparación para la muerte.
El personal sanitario y la sociedad en general deberían respetar el
deseo auténtico y personal del paciente en fase terminal de prolongar o
conservar su vida, incluso por un corto período de tiempo adicional,
mediante medidas médicas apropiadas desde el punto de vista clínico.
Esto incluye la continuación del apoyo respiratorio, de la nutrición e
hidratación artificiales, de la quimioterapia o radioterapia, de
antibióticos, medicamentos para la tensión y similares. Este deseo
puede ser expresado por el propio paciente, en "tiempo real"; o, si no
está imposibilitado en ese momento, por instrucciones anticipadas, por
una persona encargada de ello, o por la declaración de familiares
cercanos. Este enfoque conjuga tanto el respeto a la vida como el
respeto al deseo del paciente, que hay que tener en cuenta no solo
cuando obedece a la línea seguida por quienes prestan asistencia médica.
A la hora de tomar esta decisión la familia consulta a menudo al
personal religioso. En los casos de pacientes practicantes o en los que
los parientes más próximos también lo son, habría que consultar al
personal religioso.
El rechazo de la eutanasia y del suicidio asistido médicamente
Los temas relacionados con la duración y el significado de la vida
humana no deberían ser de competencia del personal sanitario, cuya
responsabilidad consiste en proporcionar la mejor cura posible para las
enfermedades y la máxima atención a los enfermos. Nos oponemos a
cualquier forma de eutanasia -que es el acto directo, deliberado e
intencional de quitar la vida- así como al suicidio asistido
médicamente-que es el apoyo directo, deliberado e intencional al
suicidarse- porque contradicen fundamentalmente el valor inalienable de
la vida humana y, por lo tanto, son actos equivocados desde el punto de
vista moral y religioso, y deberían prohibirse sin excepciones.
Ayuda de la comunidad
Hacemos hincapié en la importancia del apoyo de la comunidad en el
proceso de toma de decisiones que enfrenta el paciente en fase terminal y
su familia. El deber de cuidar a los enfermos, nos exige también
reformar las estructuras e instituciones por las que se prestan los
cuidados sanitarios y religiosos. Como sociedad debemos asegurarnos de
que el deseo del paciente de no ser una carga desde el punto de vista
económico no lo induzca a elegir la muerte en lugar de recibir la
atención y el apoyo que le permita vivir el tiempo que le queda con
comodidad y tranquilidad. Para los pacientes religiosamente observantes y
para sus familias existen varias formas posibles de apoyo comunitario a
través de momentos de oración y de reflexión para las personas
involucradas, con un adecuado apoyo médico y religioso. Es un deber de
cada comunidad religiosa con todos sus miembros, según las
responsabilidades de cada uno.
Asistencia Espiritual
Una cercanía rica de fe y de esperanza es la mayor contribución que
los trabajadores de la salud y las personas religiosas pueden ofrecer
para humanizar el proceso de la muerte. La asistencia espiritual y
religiosa es un derecho fundamental del paciente y un deber de la
comunidad de fe. Los expertos en cuidados paliativos también reconocen
su importancia porque saben cuánto sea intensa la interacción entre la
dimensión física, psicológica y espiritual de la persona, junto con el
deber de demostrar respeto por las creencias y la fe personales; todo el
personal sanitario tiene el deber de crear las condiciones mediante las
cuales se garantice la asistencia religiosa a todo aquel que la
solicite, ya sea explícita o implícitamente.
Promover los cuidados paliativos
Todo paciente en fase terminal debe recibir la asistencia paliativa
mejor y más completa posible: física, emocional, social, religiosa y
espiritual. El campo relativamente nuevo de los cuidados paliativos ha
hecho grandes avances y es capaz de proporcionar un apoyo integral y
eficiente a los pacientes terminales y a sus familias. Por lo tanto,
fomentamos los cuidados paliativos para el enfermo y su familia al final
de la vida. Los cuidados paliativos tienen como objetivo conseguir la
mejor calidad de vida a las personas que padecen una enfermedad
incurable y progresiva, cuando ya no es posible la cura. Expresan la
noble devoción humana de cuidar de los demás, especialmente de los que
sufren. Los servicios de cuidados paliativos comportan un sistema
organizado y altamente estructurado para la prestación de cuidados y son
fundamentales para la realización de la misión más antigua de la
medicina: "cuidar al enfermo incluso cuando ya no hay cura." Animamos a
los profesionales y a los estudiantes a que se especialicen en este
campo de la medicina.
Conclusión
Sobre la base de los argumentos y motivaciones de este documento,
las tres religiones monoteístas abrahámicas comparten objetivos comunes y
están totalmente de acuerdo en nuestro enfoque de las siguientes
situaciones relativas al final de la vida:
-La eutanasia y el suicidio asistido por un médico son
intrínsecamente y por lo tanto moral y religiosamente equivocadas y
deberían prohibirse sin excepción. Cualquier presión y acción sobre los
pacientes para inducirles a que pongan fin a sus vidas es
categóricamente rechazada.
-Ningún agente sanitario debería ser coaccionado o presionado para
ayudar directa o indirectamente a la muerte deliberada e intencional de
un paciente mediante el suicidio asistido o cualquier forma de
eutanasia, especialmente cuando esa praxis va en contra de sus creencias
religiosas. Se ha aceptado favorablemente, a lo largo de los años, que
debe ser respetada la objeción de conciencia a actos que entren en
conflicto con los valores éticos de una persona. Esto también sigue
siendo válido incluso si tales actos han sido declarados legales a nivel
local, o por ciertos grupos de ciudadanos. Las creencias personales
sobre la vida y la muerte ciertamente caen dentro de la categoría de
objeción de conciencia que debería ser respetada universalmente.
-Alentamos y apoyamos los cuidados paliativos de calidad y
profesionales en todas partes y para todos. Aun cuando alejar la muerte
parezca un peso razonablemente insoportable tenemos el deber moral y
religioso de proporcionar consuelo, alivio del dolor, compañía y
asistencia espiritual al paciente moribundo y a su familia.
-Apoyamos las leyes y políticas públicas que protejan los derechos y
la dignidad del paciente moribundo, con el fin de evitar la eutanasia y
promover los cuidados paliativos.
-Como sociedad, debemos comprometernos para que deseo de los
pacientes de no ser una carga no los tiente a elegir la muerte en lugar
de recibir la atención y el apoyo que les permita vivir el tiempo que
les queda con comodidad y tranquilidad.
-Todo el personal sanitario debería crear las condiciones que
garanticen la asistencia religiosa a todo aquel que la solicite, ya sea
explícita o implícitamente.
-Nos comprometemos a utilizar los conocimientos e investigaciones
para dar forma a políticas que promuevan el cuidado y el bienestar
relacional y emocional, físico y espiritual, proporcionando la máxima
información y atención a quienes se enfrentan a enfermedades graves y a
la muerte.
-Nos comprometemos a involucrar a nuestras comunidades en los temas
de bioética relacionados con el paciente en fase terminal, así como a
familiarizarlas con técnicas de acompañamiento compasivo para aquellos
que sufren y mueren.
-Nos comprometemos a sensibilizar a la opinión pública sobre los
cuidados paliativos mediante la formación apropiada y el suministro de
recursos sobre los tratamientos para los que sufren y los moribundos.
-Nos comprometemos a proporcionar ayuda a la familia y a los seres queridos de los pacientes moribundos.
-Hacemos un llamamiento a los políticos y a los profesionales de la
salud para que se familiaricen con esta amplia perspectiva y con la
enseñanza de las religiones abrahámicas a fin de proporcionar la mejor
asistencia a los pacientes moribundos y a sus familias que se adhieren a
las normas religiosas y a las indicaciones de sus respectivas
tradiciones religiosas.
-Nos comprometemos a involucrar a las otras religiones y a todas las personas de buena voluntad.
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