Antananarivo, MADAGASCAR (Agencia Fides, 12/02/2021) - El misionero fundador de la “Ciudad de la Amistad” de Opeka, que el Papa Francisco visitó durante su visita apostólica a Madagascar en septiembre de 2019, ha sido nominado para el Premio Nobel de la Paz. El p. Pedro Opeka, de 72 años, es un sacerdote vicentino argentino, fundador de la asociación humanitaria Akamasoa en 1989 como un “movimiento de solidaridad para ayudar a los más pobres de los pobres” que viven en un vertedero en las afueras de la capital de Madagascar, Antananarivo.
El primer ministro esloveno, Janez Janša, lo ha nominado para el Premio
Nobel de la Paz 2021 por su dedicación a “ayudar a las personas que
viven en pésimas condiciones de vida”.
El p. Pablo Opeka nació en Buenos Aires, Argentina, en 1948, de padres
de origen esloveno que habían huido a Argentina desde la entonces
Yugoslavia después del inicio del régimen comunista.
A los 18 años ingresó al seminario de la Congregación para la Misión de
San Vincenzo de Paul en San Miguel, Argentina. Más tarde estudió
filosofía en Eslovenia y teología en Francia, antes de pasar dos años
como misionero en Madagascar.
En 1975 fue ordenado sacerdote en la Basílica de Luján y en 1976 regresó a Madagascar, donde permanece hasta el día de hoy.
Al ver la desesperada pobreza de la capital, Antananarivo, especialmente
en los vertederos donde la gente vive en cajas de cartón y los niños
compiten con los cerdos por la comida, decidió hacer algo por los
pobres. Con la ayuda del extranjero y el trabajo del pueblo malgache,
fundó aldeas, escuelas, bancos de alimentos, pequeñas empresas e incluso
un hospital para atender a los pobres a través de la asociación
Akamasoa.
Akamasoa (que significa "buen amigo") ha proporcionado 4.000 casas de
ladrillo a personas sin hogar y sus familias y ha ayudado a educar a
13.000 niños y jóvenes.
Durante la pandemia del coronavirus, Opeka ha realizado grandes
esfuerzos para ayudar a las familias que se han hundido aún más en la
pobreza debido a las medidas tomadas contra el coronavirus.
“La situación es difícil para las familias, para los pobres que tienen
muchos hijos. No tenemos arroz. No tenemos agua. Necesitamos agua y
jabón”, declaraba el padre Opeka a Radio Vaticano en abril de 2020.
Madagascar es uno de los países más pobres del mundo. El p. Opeka
expresó su gratitud al Papa Francisco por su llamado a los países ricos
para que cancelen la deuda de los países pobres ante la pandemia. El
Papa Francisco durante su visita a la Ciudad de la Amistad de Akamasoa
gritó que “la pobreza no es una fatalidad”