Bangui, REPÚBLICA CENTROAFRICANA (Agencia Fides, 10/08/2017) - “El Santo Padre ha hecho alusión a la masacre
perpetrada en Gambo, un pueblo a 70 kilómetros de Bangassou”, explica a
la Agencia Fides monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou tras el
llamamiento que hizo ayer, 9 de agosto, el Papa Francisco al final de
la audiencia general. “Me duele profundamente la tragedia del domingo
pasado en Nigeria dentro de una iglesia donde fueron asesinadas personas
inocentes”, dijo el Papa refiriéndose al tiroteo en la iglesia de
Ozubulu, en Nigeria. "Y, por desgracia, esta
mañana se le une la noticia de la violencia homicida en la República
Centroafricana contra las comunidades cristianas. Espero que cese
cualquier forma de odio y de violencia y que no se repitan más crímenes
tan vergonzosos perpetrados en lugares de culto donde los fieles se
reúnen para rezar. Pensemos en nuestros hermanos y hermanas de Nigeria y
de República Centroafricana. Rezamos juntos por todos
ellos”. “Varias personas fueron asesinadas en la misión de Gambo entre
el viernes 4 y el sábado 5 de agosto”, explica monseñor Aguirre. “Todo
comenzó cuando los anti-balaka atacaron el pueblo que, desde hace 4
años, está en manos de los séléka. En los últimos tiempos la violencia
de los séléka contra la población local se había acentuado, sobre todo,
hacia las mujeres. A muchas las secuestraron de sus propias casas, en
presencia de sus maridos, para después violarlas. El 4 de agosto los
anti-balaka entraron en Gambo para expulsar a los séléka”. “Por lo que
me han contado, -continúa monseñor Aguirre-, tras la llegada de los
anti-balaka intervino la MINUSCA. Los anti-balaka habrían disparado
contra los casos azules que reaccionaron de forma desproporcionada,
disparando incluso a los civiles. Los anti-balaka se tuvieron que
esconder en el bosque y los séléka volvieron a Gambo, donde había un
equipo de la Cruz Roja y degollaron a varios trabajado
res,
hombres y niños”.
“La masacre fue cometida por los séléka pero deriva de la reacción
desproporcionada de los soldados de la MINUSCA que, cuando son atacados,
reaccionan disparando. Son de gatillo fácil”, denuncia el obispo.
“Conozco a gente, como un joven seminarista y su padre, que han sido
asesinados por las balas perdidas de la MINUSCA. Es algo que nos
entristece”. “Me pregunto cómo, una vez liberado Gambo de los
anti-balaka, la MINUSCA, ha dejado de nuevo a la población en manos de
los séléka”, relata monseñor Aguirre. “Los llamados “soldados de la paz”
que deberían desarmar a todas las facciones centroafricanas, desarman
con la fuerza solo a los anti-balaka pero no a los séléka que siempre
tienen más armas. Parece haber una complicidad que no entendemos”,
concluye el obispo.