domingo, 27 de agosto de 2017

Las palabras del Papa FRANCISCO en el Ángelus dominical

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - 27 de agosto de 2017).- A las 12.00 horas de este domingo el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


PAPA FRANCISCO


ÁNGELUS


Plaza de San Pedro
Domingo 27 de agosto de 2017


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


El Evangelio de este domingo (Mt 16, 13-20) nos recuerda un pasaje clave en el camino de Jesús con sus discípulos: el momento en el cual Él quiere verificar hasta que punto está su fe en Él. Primero, quiere saber que piensa de Él la gente; y la gente piensa que Jesús es un profeta, cosa que es verdad, pero no recoge el centro de su Persona, no recoge el centro de su misión. Posteriormente, hace a sus discípulos la pregunta que está en su corazón, es decir les pregunta directamente: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» (v 15). Y con este «pero» Jesús aparta decididamente a los Apóstoles de la masa, como diciendo: pero vosotros que estais conmigo cada día y me conocen de cerca, ¿qué cosa perciben más? El Maestro espera de los suyos una respuesta alta y distinta respecto a aquellas de la opinión pública. Y, en efecto, precisamente esa tal respuesta brota del corazón de Simón Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente» (v. 16). Simón Pedro encuentra en sus labios palabras más grandes que él, palabras que no vienen de sus capacidades naturales. ¡Quizá él no había ni estudiado la escuela elemental y es capaz de decir estas palabras, más fuertes que él!  Pero que le son inspiradas por el Padre celeste (cfr v. 17), el cual revela al primero de los Doce la verdadera identidad de Jesús: Él es el Mesías, el Hijo enviado por Dios para salvar a la humanidad. Y con esta respuesta, Jesús comprende que, gracias a la fe donada por el Padre, hay un fundamento sólido sobre el cual puede construir su comunidad, su Iglesia. Por ello dice a Simón: «Tú, Simón eres Pedro es decir piedra, roca y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (v. 18).


También con nosotros, hoy, Jesús quiere continuar construyendo su Iglesia, esta casa con fundamentos sólidos, donde sin embargo no faltan grietas, y que continuamente necesita ser reparada. Siempre. La Iglesia siempre necesita ser reformada, reparada. Nosotros ciertamente no nos sentimos rocas, pero sólo pequeñas piedras. Todavía, ninguna pequeña piedra es inútil, aún más, en las manos de Jesús, la piedra más pequeña se vuelve preciosa, porque Él la recoge, la guarda con gran ternura, la talla con su Espíritu, y la coloca en el lugar justo, que Él siempre ha pensado y donde puede ser útil para toda la construcción. Cada uno de nosotros es una pequeña piedra, pero en las manos de Jesús participa en la construcción de la Iglesia. Y todos nosotros no importa cuán pequeños somos “piedras vivas”, porque cuando Jesús toma en la mano su piedra, la hace suya, la hece viva, llena de vida, llena de vida del Espíritu Santo, llena de vida por su amor, y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: ella es comunidad de vida, hecha de tantísimas piedras, todas diversas, que forman un único edificio en el signo de la fraternidad y de la comunión.


También, el Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús ha querido para su Iglesia también un centro visible de comunión en Pedro  - también él, no es una piedra grande, es pequeña una piedra, pero tomada por Jesús se convierte en centro de comunión - en Pedro y en aquellos que iban a sucederle en la misma responsabilidad primacial, que desde los orígenes han sido identificados en los Obispos de Roma, la ciudad donde Pedro y Pablo han dado testimonio de la sangre.


Encomendémonos a María, Reina de los Apóstoles, Madre de la Iglesia. Ella estaba en el cenáculo, al lado de Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles y los impulsó a salir, a anunciar a todos que Jesús es el Señor. Hoy, nuestra Madre nos sostenga y nos acompañe con su intercesión, para que realicemos plenamente aquella unidad y aquella comunión por la cual Cristo y los Apóstoles han rezado y han dado la vida.





Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas,


en días pasados, grandes aluviones han golpeado Bangladesh, Nepal e India. Expreso mi cercanía a las poblaciones y rezo por las víctimas y por todos aquellos que sufren por motivo de esta calamidad.

 
Han llegado tristes noticias sobre la persecución de las minorías religiosas y nuestros hermanos rohinya. Deseo expresarles toda mi cercanía a ellos; y todos nosotros pidamos al Señor salvarlos y suscitar hombres y mujeres de buena voluntad en su ayuda, que les den plenos derechos. Oremos también por los hermanos rohingya.


Saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de Italia y de varios Países: las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones

 
En particular, saludo a los miembros de la Tercera Orden Carmelita; a los jóvenes de Tombelle, diócesis de Padua… - pero sois ruidosos vosotros! - que hace poco han recibido la Confirmación; y al grupo de Lodivecchio: estos son buenos han recorrido a pie, en forma de peregrinación, la última parte de la Via Francigena. ¡Sean así de buenos en vuestra vida!


A todos deseo un buen domingo. Mi recomendación, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!


(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)


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