lunes, 7 de agosto de 2017

Las palabras del Papa FRANCISCO en el Ángelus dominical

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - 7 de agosto de 2017).- A las 12 horas de ayer domingo, Fiesta de la Transfiguración del Señor, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, rezó el Ángelus con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.


PAPA FRANCISCO


ÁNGELUS


Plaza de San Pedro
Domingo 6 de agosto de 2017


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


En este domingo, la liturgia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor. La página evangélicade hoy narra que los apóstoles Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de este evento extraordinario. Jesús los tomó consigo «y los llevó al margen un monte elevado» (Mt 17,1) y, mientras oraba, su rostro cambió de aspecto, brillando como el sol, y sus vestimenas se volvieron cándidas como la luz
Se les aparecieron entonces Moisés y Elías, y se pusieron a dialogar con Él. A este punto, Pedro dice a Jesús: «Señor, ¡es bello para nosotros que estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías» (v. 4). No había terminado aún de hablar, cuando una nube luminosa los envolvió.

 
El evento de la Transfiguración del Señor nos ofrece un mensaje de esperanza – así seremos nosotros, con Él –: nos invita a encontrar a Jesús, para estar al servicio de los hermanos.


El ascenso de los discípulos hacia el monte Tabor nos induce a refleccionar sobre la importancia de desprendernos de las cosas mundanas, para cumplir un camino hacia lo alto y contemplar a Jesús. Se trata de disponernos a la escucha atenta y orante del Cristo, el Hijo amado del Padre, buscando momentos de oración que permitan la acogida dócil y gozosa de la Palabra de Dios. En este ascenso espiritual, en este desprendimiento de las cosas mundanas, estamos llamados a redescubrir el silencio pacificante y regenerante de la meditación del Evangelio, de la lectura de la Biblia, que conduce hacia una meta rica de belleza, de esplendor y de alegría. Y cuando nosotros nos ponemos así, con la Biblia en la mano, en silencio, comenzamos a sentir esta belleza interior, esta alegría que nos genera la Palabra de Dios en nosotros. En esta perspectiva, el tiempo veraniego es momento providencial para acrecentar nuestro empeño de búsqueda y de encuentro con el Señor. En este periodo, los estudiantes son liberados de las obligaciones escolares y muchas familias salen de vacaciones; es importante que en el periodo de descanso y de desapego de las ocupaciones cotidianas, se puedan restaurar las fuerzas del cuerpo y del espíritu, profundizando en el camino espiritual.


Al finalizar la experiencia maravillosa de la Transfiguración, los discípulos descendieron de la montaña (cfr v. 9) con los ojos y el corazón transfigurados por el encuentro con el Señor. Es el recorrido que podemos realizar también nosotros. El redescubrimiento siempre más vivo de Jesús no es un fin en sí mismo, sino nos induce a “descender del monte”, recargados de la fuerza del Espíritu divino, para decidir nuevos pasos de conversión y para testimoniar constantemente la caridad,
como ley de vida cotidiana. Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante d Dios para todos  nuestros hermanos, especialmente por los que sufren, por cuantos se encuentran en la soledad y en el abandono, por los enfermos y por la multitud de hombres y de mujeres  que, en diversas partes del mundo, son humillados por la injusticia, por la prepotencia y por la violencia.


En la Transfiguración se oye la voz del Padre celestial que dice: «Este es mi Hijo amado. Escúchenlo» (v.5). Miramos a María, la Virgen de la escucha, siempre dispuesta a acoger y custodiar en su corazón cada palabra del Hijo divino (cfr. Lc 1,52). Quiera nuestra Madre y Madre de Dios ayudarnos a entrar en sintonía con la Palabra de Dios, para que Cristo se convierta en luz y sea guía de toda nuestra vida. A Ella le encomendamos las vacaciones de todos, para que sean serenas y proficuas, pero sobre todo por el verano de cuantos no pueden ir de vacaciones porque están impedidos por la edad, por motivos de salud o de trabajo, por restricciones económicas o por otros problemas, para que sea de todos modos un tiempo de distención, animado por la presencia de amigos y de momentos dichosos.



Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas,


saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de varios Países: familia, asociaciones, sólo fieles.


“Hoy están presentes diversos grupos de chicos y jóvenes. ¡Los saludo con gran afecto!”. En particular, al grupo de la pastoral juvenil de Verona; a los jóvenes de Adria, Campodarsego y Offanengo.


A todos deseo un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!


(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)


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