lunes, 21 de agosto de 2017

Las palabras del Papa en el Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - 20 de agosto de 2017).-  A las 12.00 horas de hoy, el Santo Padre FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


Estas son las palabras del Papa antes de introducir el rezo mariano:


PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro


Domingo 20 de agosto


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El evangelio de hoy (Mt 15,21-28) nos presenta un singular ejemplo de fe en el encuentro de Jesús con una mujer cananea, un extranjera en relación a los judíos. La escena se desarrolla mientras Él está en camino hacia las ciudades de Tiro y Sidón, en el noroeste de Galilea: es allí donde la mujer implora a Jesús que sane a su hija, la cual - dice el Evangelio - «está atormentada por un demonio» (v. 22). El Señor, en un primer momento, parece no escuchar este grito de dolor, tanto hasta suscitar la intervención de los discípulos que interceden por ella. La aparente distancia de Jesús no desanima a esta madre, que insiste en su invocación.

La fuerza interior de esta mujer, que permite superar cada obstáculo, va buscada en su amor maternal y en la confianza en que Jesús puede atender su solicitud. Y esto me hace pensar en la fuerza de las mujeres. Con su fortaleza son capaces de obtener cosas grandes. ¡Nosotros hemos conocido muchas! Podemos decir que es el amor que mueve la fe y la fe, por su parte, se convierte en el premio del amor. El amor intenso hacia su propia hija le induce «a gritar: ¡Piedad de mí, Señor, Hijo de David”» (v. 22). Y la fe perseverante en Jesús permite no desanimarse de frente a su rechazo inicial; así la mujer «se postró frente a el diciento: ¡Señor, ayúdame!» (v. 25).

Al final, frente a tanta perseverancia, Jesús se queda admirado, casi asombrado, por la fe de una mujer pagana. Por lo tanto, acepta diciendo: «“¡Mujer, qué grande es tu fe! Que se cumpla como deseas. Y desde ese mismo instante fue sanada su hija» (v. 28). Esta humilde mujer es indicada por Jesús como un ejemplo de fe inquebrantable. Su insistencia en el invocar la intervención de Cristo es para nosotros estímulo a no desanimarnos, a no desesperarnos cuando somos oprimidos por las duras pruebas de la vida. El Señor no se gira hacia otra parte frente a nuestras necesidades, y, si a veces parece insensible a las solicitudes de ayuda, es para poner a la prueba y robustecer nuestra fe. Nosotros debemos continuar gritando como esta mujer: “Señor, ayúdame! Señor, ayúdame!”. Así, con perseverancia y valentía. Es éste el coraje que se necesita en la oración. 


Este episodio evangélico nos ayuda a a entender que todos necesitamos crecer en la fe y fortalecer nuestra confianza en Jesús. Él puede ayudarnos a encontrar la vía cuando hemos perdido la brújula de nuestro camino; cuando el camino no parece más plano, sino duro y difícil; cuando es agotador ser fiel a nuestros compromisos.
Es importante alimentar cada día nuestra fe, con la escucha atenta de la Palabra de Dios, con la celebración de los Sacramentos, con la oración personal como “grito” hacia Él,  ¡Señor, ayúdame!-, y con actitudes concretas de caridad hacia el prójimo.


Confiémonos en el Espíritu Santo para que Él nos ayude a perseverar en la fe. El Espíritu infunde audacia en el corazón de los creyentes; da a nuestra vida y a nuestro testimonio cristiano la fuerza de la convencimiento y de la persuasión; nos anima a vencer la incredulidad hacia Dios y la indiferencia hacia nuestros hermanos.

Que la Virgen María nos haga siempre más conscientes de nuestra necesidad del Señor y de su Espíritu; nos obtenga una fe fuerte, llena de amor, y un amor que se hace súplica, súplica valiente a Dios.



Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,


en nuestros corazones llevamos el dolor por los actos terroristas que, en estos últimos días, han causado numerosas víctimas, en Burkina Faso, en España y en Finlandia. Rezamos por todos los difuntos, por los heridos y por sus familiares; y suplicamos al Señor, Dios de misericordia y de paz, de liberar al mundo de esta deshumana violencia. Rezamos juntos, en silencio y después a la Virgen.


[Ave Maria…]


Dirijo un cordial saludo a vosotros, queridos peregrinos italianos y de diveros países. En particular, saludo a los miembros de la Asociación francesa “Roulons pour l’Espoir”, llegados en bicicleta desde Besançon, a los nuevos Seminaristas con los Superiores del North American College de Roma; a los Clérigos de Rivoltella  (Brescia) y a los chicos y chicas de Zevio  (Verona).


A todos les deseo un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!


(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)



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