CIUDAD DEL VATICANO,
30 septiembre 2014 (VIS).- El Cardenal Pietro Parolin, Secretario de
Estado pronunció ayer, 29 de septiembre, un discurso durante la 69
Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que se
debatieron, entre otros temas el Programa de Transformación y
Desarrollo a partir del 2015.
El Cardenal subrayó
en primer lugar que la Santa Sede valora los esfuerzos de las
Naciones Unidas para garantizar la paz mundial, el respeto de la
dignidad humana, la protección de las personas, especialmente las
más pobres y vulnerables así como un desarrollo económico y social
armonioso. Pero, citando las palabras del Papa Francisco, recordó
que en nuestra época hay un peligro de indiferencia generalizada que
no sólo atañe al campo de la política, sino que también afecta a
los sectores económicos y sociales ya que una parte importante de la
humanidad no participa de los beneficios del progreso y de hecho se
ve relegada a la condición de ciudadanos de segunda clase. ''En
algunos casos -observó- esa apatía es sinónimo de
irresponsabilidad'', como hoy en día cuando una unión de Estados,
que ''fue creada con el objetivo fundamental de preservar a las
generaciones del horror de la guerra que acarrea indecibles
sufrimientos a la humanidad permanece pasiva frente a las
hostilidades sufridas por poblaciones indefensas''. Y, en este
contexto, el purpurado repitió el llamamiento del Papa a la
comunidad internacional el pasado mes de agosto para que pusiera fin
a la tragedia humanitaria en el norte de Irak.
Después habló de
la dramática situación en Irak y Siria, ambas muestra de un
fenómeno totalmente nuevo: la existencia de una organización
terrorista que amenaza a todos los Estados y promete derribarlos para
sustituirlos por un gobierno mundial pseudo-religioso. ''Todavía hoy
- afirmó- hay quienes tienen la presunción de ejercer el poder
coaccionando a las conciencias... persiguiendo y asesinando en nombre
de Dios. Esos actos hieren a enteros grupos étnicos, a poblaciones y
culturas antiguas. Hay que recordar que este tipo de violencia nace
de un desprecio por Dios y falsea la religión misma... que establece
que cada ser humano es una imagen del Creador. En un mundo donde la
comunicación es global, este fenómeno ha encontrado seguidores en
numerosos lugares, atrayendo además, a jóvenes de todo el mundo, a
menudo desilusionados por la indiferencia generalizada y la falta de
valores en las sociedades más ricas. Es un reto que, con todos sus
aspectos trágicos, debe impulsar a la comunidad internacional a
promover una respuesta unificada, basada en criterios jurídicos
sólidos y en la voluntad colectiva de cooperar para el bien común''.
Con este fin, la
Santa Sede considera útil centrar la atención en dos áreas
principales. La primera es hacer frente a los orígenes culturales y
políticos de los desafíos contemporáneos, reconociendo la
necesidad de estrategias innovadoras para abordar una serie de
problemas internacionales en que los factores culturales juegan un
papel fundamental. La segunda es analizar a fondo la eficacia del
derecho internacional en la actual coyuntura y su provechosa
implementación en los mecanismos propios de las Naciones Unidas para
evitar la guerra, detener a los agresores, proteger a la población y
ayudar a las víctimas.
''La situación
actual -reiteró el Cardenal Parolin- requiere una comprensión más
incisiva de este derecho prestando especial atención a la
"responsabilidad de proteger''. De hecho, una de las
características del reciente fenómeno terrorista es que no tiene en
cuenta la existencia del Estado y, en consecuencia de todo el orden
internacional.... También socava y rechaza todos los sistemas
jurídicos existentes, tratando de imponer el dominio sobre las
conciencias y un control completo sobre las personas.... La
naturaleza global de este fenómeno, que no conoce fronteras, es
precisamente la que hace que el marco del derecho internacional sea
la única forma viable de hacerle frente... Esta realidad necesita
unas Naciones Unidas renovadas para fomentar y preservar la paz. Por
lo tanto, la situación actual, aunque de hecho sea bastante grave,
es también una ocasión para que los Estados Miembros honren el
verdadero espíritu de la Carta de las Naciones Unidas haciéndose
eco de los trágicos conflictos que desgarran pueblos y naciones
enteras . Es una pena , que hasta el momento, la comunidad
internacional se haya caracterizado por voces contradictorias e
incluso por el silencio con respecto a los conflictos en Siria,
Oriente Medio y Ucrania. Es de suma importancia que haya una unidad
de acción por el bien común, evitando el fuego cruzado de vetos. En
resumen, la promoción de una cultura de paz exige renovados
esfuerzos en favor del diálogo, el aprecio de las culturas y la
cooperación, respetando la diversidad de sensibilidades. En última
instancia, tiene que haber una verdadera voluntad de aplicar
enteramente los mecanismos actuales de la ley, abriéndose, al mismo
tiempo, a las características de este momento crucial. Esto
asegurará un enfoque multilateral más al servicio de la dignidad
humana y del progreso del desarrollo humano integral en todo el
mundo''.
A continuación, el
Secretario de Estado, refiriéndose a la aprobación del Programa de
Transformación y Desarrolló, confirmó que la Santa Sede ve con
agrado los diecisiete "Objetivos de Desarrollo Sostenible"
propuestos por el Grupo de Trabajo Abierto para Metas Sostenibles que
tratan de abordar las causas estructurales de la pobreza mediante la
promoción de un trabajo digno para todos. ''Sin embargo, y a pesar
de los esfuerzos de las Naciones Unidas y de muchas personas de buena
voluntad -apuntó- el número de pobres y excluidos es cada vez
mayor, no sólo en los países en desarrollo sino también en los
desarrollados''. De ahí que la "responsabilidad de proteger",
normalmente referida a las agresiones extremas contra los derechos
humanos, a los casos de grave desprecio del derecho humanitario o
graves catástrofes naturales, se extienda también, incluido el
ámbito jurídico , a la protección de las personas contra otras
formas de agresión, que son menos evidentes pero igual de serias y
reales. Por ejemplo, ''un sistema financiero regido sólo por la
especulación y la explotación máxima de las ganancias, o en el que
los individuos se consideren como artículos desechables -en una
cultura del descarte- podría ser equivalente, en ciertas
circunstancias, a una ofensa contra la dignidad humana. De ello se
deduce, por tanto, que la ONU y sus Estados miembros tienen una
responsabilidad urgente y grave con los pobres y excluidos, teniendo
siempre presente que la justicia social y económica es una condición
esencial para la paz''.