CIUDAD DEL VATICANO,
24 septiembre 2014 (VIS).- El Cardenal Pietro Parolin, Secretario de
Estado participando ayer en la Cumbre Climática celebrada en la sede
de las Naciones Unidas en Nueva York ayer, recordó cómo estudios
científicos subrayan los grandes riesgos y los costos
socio-económicos de la inercia de la acción humana ante este
problema e insistió en la necesidad de recurrir siempre a la
''virtud de la prudencia'' y a un ''análisis cuidadoso de las
repercusiones futuras de nuestras acciones''. Esto requiere un fuerte
compromiso político económico por parte de la comunidad
internacional, al que la Santa Sede quiere contribuir, consciente de
que ''el don de la ciencia nos ayuda a no caer en ciertos
comportamientos excesivos o incorrectos''.
El purpurado destacó
la responsabilidad común de los Estados en proteger el clima mundial
a través de acciones de mitigación, de adaptación e intercambio de
tecnología y del "know-how". ''Pero sobre todo tienen
-observó- la responsabilidad común de proteger nuestro planeta y la
familia humana, asegurando a la generación presente y a las futuras
la posibilidad de vivir en un ambiente seguro y digno''.
''También el Estado
de la Ciudad del Vaticano, por muy pequeño que sea, está llevando a
cabo esfuerzos significativos para reducir el consumo de combustibles
fósiles'', dijo, añadiendo no obstante que ''hablar de la reducción
de emisiones es inútil si no estamos dispuestos a cambiar nuestro
estilo de vida y los actuales modelos dominantes de consumo y
producción''. La Santa Sede -finalizó- se ha comprometido en esta
dirección, para que en este ámbito, la comunidad internacional se
guíe por el imperativo ético de actuar, inspirado en los principios
de la solidaridad y de la promoción del bien común, consciente de
que ''la dignidad de cada persona humana y el bien común son
cuestiones que deben estructurar toda la política económica''.