CIUDAD DEL VATICANO,
26 septiembre 2014 (VIS).- Contemplar, salir, hacer escuela. Han sido
las tres indicaciones que ha dado esta mañana el Papa FRANCISCO al
Movimiento de los Focolares, cuya Asamblea General tiene lugar estos
días en Roma.
La Obra de
María, conocida por todos con el nombre de Movimiento de los
Focolares, nació en el seno de la Iglesia Católica ''de una
pequeña semilla que en el curso de los años -ha recordado el
Santo Padre- ha dado vida a un árbol que ahora extiende sus ramas
a todas las expresiones de la familia cristiana y también a los
miembros de diversas religiones y a tantos otros que cultivan la
justicia y la solidaridad junto a la búsqueda de la verdad''.
FRANCISCO se ha
referido con gran afecto y agradecimiento a Chiara Lubich, fundadora
y primera presidente de los Focolares para señalar después que el
Movimiento, fiel al carisma del que nació y del que se alimenta ''se
enfrenta hoy a la misma tarea que compete a toda la Iglesia: ofrecer,
con responsabilidad y creatividad su aportación peculiar a esta
nueva estación de evangelización''. Y para ese fin ha indicado
tres maneras: contemplar, salir y hacer escuela.
Para contemplar es
necesario ''ensanchar la interioridad propia siguiendo la medida
de Jesucristo y del don de su Espíritu'' y
''hacer de la contemplación la condición indispensable para una
presencia solidaria y una acción eficaz, realmente libre y pura''.
Contemplar significa, además ''vivir en compañía con los hermanos
y hermanas, partir con ellos el Pan de la comunión y la fraternidad,
atravesar juntos el umbral que nos introduce en el seno del Padre
porque la contemplación que excluye a los demás es un engaño. Es
narcisismo”.
Después hay que
''salir como Jesús del seno del Padre para anunciar la palabra
del amor a todos, hasta entregarse a sí mismo en el madero de la
cruz. Tenemos que aprender de él, esta dinámica del éxodo y del
don, del salir de sí mismo, de caminar y sembrar siempre de nuevo,
siempre más allá... No podemos vacilar sino más bien , con la
ayuda de Dios, apuntar alto y ensanchar la mirada. Y para hacerlo
tenemos que salir con valor ''hacia El, fuera del campamento,
llevando su oprobio''. El nos espera en las pruebas y en los gemidos
de nuestros hermanos, en las llagas de la sociedad y en las
interrogaciones de la cultura de nuestra época''. Duele el corazón
cuando ante una Iglesia, una humanidad con tantas heridas, morales,
existenciales, de guerra, que sentimos todos, vemos que los
cristianos empiezan a hacer bizantinismos filosóficos, teológicos,
espirituales, cuando lo que hace falta es una espiritualidad en
salida... Hay que salir porque... la Iglesia parece un hospital de
campaña. Y cuando se va a un hospital así, lo primero que hay que
hacer es curar las heridas, no analizar el colesterol; eso se hace
después''.
A la hora de hacer
escuela, ''es necesario formar, como exige el Evangelio hombres y
mujeres nuevos y para ese fin hace falta una escuela de humanidad a
medida de la humanidad de Jesús... Sin una formación adecuada de
las nuevas generaciones es ilusorio pensar en poder realizar un
proyecto serio y duradero al servicio de la nueva humanidad''.
''Chiara Lubich
-ha concluido el Pontífice- había acuñado una frase que sigue
siendo actual: Hoy, decía, hay que formar a 'hombres-mundo', hombres
y mujeres con el alma, el corazón, la mente de Jesús y por lo tanto
capaces de reconocer e interpretar las necesidades, las
preocupaciones y las esperanzas que se anidan en el corazón de cada
persona''.