TIRANA, ALBANIA, 21
de septiembre 2014 (VIS).- Miles de fieles han participado en la
santa misa celebrada a las 11, en latín y albanés, por el Papa
FRANCISCO en la Plaza Madre Teresa. Las lecturas de la liturgia se
hacían eco de la historia albanesa. Así la primera, del libro del
Exodo, repetía y la epístola era la carta de San Pablo a los
Romanos en la que el apóstol narra cómo predicó en Iliria, que en
su época incluía el territorio actual de Albania.
Sin embargo, en su
homilía el Santo Padre se centró en el evangelio de San Lucas en
que figura la frase ''Vuestra paz descenderá sobre ella''
donde se narra cómo Jesús, después de llamar a los doce apóstoles,
convocó a otros setenta y dos discípulos y los envió a anunciar el
Reino de Dios en los pueblos y ciudades .
''Él -ha
dicho FRANCISCO- vino a traer al mundo el amor de Dios y quiere
que se difunda por medio de la comunión y de la fraternidad. Por eso
constituyó enseguida una comunidad de discípulos, una comunidad
misionera, y los preparó para la misión, para “ir”. El método
misionero es claro y sencillo: los discípulos van a las casas y su
anuncio comienza con un saludo lleno de significado: ''Paz a esta
casa'' No es sólo un saludo, es también un don: la paz. Queridos
hermanos y hermanas de Albania, también yo vengo hoy entre vosotros
a esta plaza dedicada a una humilde y gran hija de esta tierra, la
beata Madre Teresa de Calcuta, para repetiros ese saludo: paz en
vuestras casas, paz en vuestros corazones, paz en vuestra Nación.
Paz”.
En la misión de los
setenta y dos discípulos se refleja ''la experiencia misionera de
la comunidad cristiana de todos los tiempos: El Señor resucitado y
vivo envía no sólo a los Doce, sino también a toda la Iglesia,
envía a todo bautizado a anunciar el Evangelio a todos los pueblos.
A través de los siglos, no siempre ha sido bien acogido el anuncio
de paz de los mensajeros de Jesús; a veces les han cerrado las
puertas. Hasta hace poco, también las puertas de su País estaban
cerradas, cerradas con los cerrojos de la prohibición y las
exigencias de un sistema que negaba a Dios e impedía la libertad
religiosa. Los que tenían miedo a la verdad y a la libertad hacían
todo lo posible para desterrar a Dios del corazón del hombre y
excluir a Cristo y a la Iglesia de la historia de su País, si bien
había sido uno de los primeros en recibir la luz del Evangelio''.
El Santo Padre
recordando los ''decenios de atroces sufrimientos y de durísimas
persecuciones contra católicos, ortodoxos y musulmanes'' ha
afirmado: ''Podemos decir que Albania ha sido una tierra de
mártires: muchos obispos, sacerdotes, religiosos, fieles laicos ,
ministros de culto de otras religiones pagaron con la vida su
fidelidad. No faltaron pruebas de gran valor y coherencia en la
confesión de la fe. ¡Fueron muchos los cristianos que no se
doblegaron ante la amenaza, sino que se mantuvieron sin vacilación
en el camino emprendido! Me acerco espiritualmente a aquel muro del
cementerio de Escútari, lugar-símbolo del martirio de los
católicos, donde fueron fusilados, y con emoción ofrezco las flores
de la oración y del recuerdo agradecido e imperecedero. El Señor ha
estado a vuestro lado, queridos hermanos y hermanas, para sosteneros;
Él os ha guiado y consolado, y os ha llevado sobre alas de águila,
como hizo con el antiguo pueblo de Israel. El águila, representada
en la bandera de vuestro País, os invita a tener esperanza, a poner
siempre vuestra confianza en Dios, que nunca defrauda, sino que está
siempre a nuestro lado, especialmente en los momentos difíciles''.
Pero hoy las puertas
de Albania se han abierto y ''está madurando un tiempo de nuevo
protagonismo misionero para todos los miembros del pueblo de Dios:
todo bautizado tiene un lugar y una tarea que desarrollar en la
Iglesia y en la sociedad. Que todos se sientan llamados a
comprometerse generosamente en el anuncio del Evangelio y en el
testimonio de la caridad; a reforzar los vínculos de solidaridad
para promover condiciones de vida más justas y fraternas para
todos''.
''Hoy -ha
exclamado el Pontífice- he venido para daros gracias por vuestro
testimonio y también para animaros a hacer crecer la esperanza
dentro de vosotros y a vuestro alrededor. No os olvidéis del águila.
El águila no olvida el nido, pero vuela alto. ¡Volad alto! ¡Subid!
¡He venido para animaros a involucrar a las nuevas generaciones; a
nutriros asiduamente de la Palabra de Dios abriendo vuestros
corazones a Cristo, al Evangelio, al encuentro con Dios y al
encuentro entre vosotros, como ya hacen.
''Iglesia que
vives en esta tierra de Albania -ha concluido- gracias por tu
ejemplo de fidelidad. No os olvidéis del nido, de vuestra historia
lejana, también de las pruebas, no os olvidéis de las heridas, pero
nos venguéis, seguid adelante, trabajando con esperanza por un
futuro grande. Muchos hijos e hijas de Albania han sufrido hasta el
sacrificio de la vida. Que su testimonio sostenga vuestros pasos de
hoy y de mañana en el camino del amor, en el camino de la libertad,
en el camino de la justicia y, sobre todo en el camino de la paz''.