''Así
ha empezado el Año Santo en toda la Iglesia y se celebra en cada
diócesis como en Roma y Roma es el signo visible de la comunión
universal'', añadió, manifestando el deseo de que la comunión eclesial
sea cada vez más intensa, para que la iglesia sea en el mundo el signo
viviente del amor y de la misericordia del Padre.
Pero
''la misericordia y el perdón no deben quedarse en meras palabras
bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son los
signos visibles y concretos de que la fe ha transformado nuestros
corazones y nos permite expresar en nosotros mismos la vida de Dios.
Amar y perdonar como Dios ama y perdona. Es un programa de vida que no
puede tener interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a ir cada
vez más lejos sin cansarnos, con la certeza de estar sostenidos por la
presencia paternal de Dios''.
''Este
gran signo de la vida cristiana luego se convierte en muchos otros
signos que son característicos del Jubileo'', añadió, recalcando que la
salvación no se paga, es gratuita y advirtiendo a los fieles que no se
dejasen engañar y que supieran que por atravesar las Puertas Santas no
se paga. ''La Puerta es Jesús, y Jesús es gratis... atravesar la Puerta
Santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús que no vino
para juzgar sino para salvar, es el signo de una verdadera conversión de
nuestro corazón. Cuando crucemos esa puerta es bueno recordar que
también debemos mantener abierta la puerta de nuestro corazón. Porque no
tendría mucho efecto el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no
dejara pasar a Cristo que nos empuja a ir hacia los demás, para
llevarles a Él y su amor. Así que, igual que la Puerta Santa se mantiene
abierta, porque es el signo de la acogida que Dios nos reserva, que
también nuestra puerta esté siempre abierta para no excluir a nadie''.
También
la confesión es un signo importante del Jubileo. ''Recibir el
sacramento con el cual nos reconciliamos con Dios -ha añadido- es tener
una experiencia directa de su misericordia... Pero, ¿cómo se puede pedir
a Dios que nos perdone si luego nosotros no somos capaces de perdonar?
Por supuesto, perdonar no es fácil, porque nuestro corazón es pobre y
con su propia fuerza no lo consigue. Pero si nos abrimos a recibir la
misericordia de Dios para con nosotros, también nosotros seremos capaces
de perdonar''.
Al
final de la catequesis FRANCISCO ha animado a todos a vivir el Jubileo
comenzando por estas señales que comportan una gran fuerza de amor.
''¡Valor, adelante!''.
Posteriormente saludó a los fieles en francés, inglés, alemán, español, portugués, árabe, polaco y esloveno.
Estas fueron sus palabras en castellano:
"Queridos hermanos y hermanas:
El Año Santo de la Misericordia ha comenzado en toda la Iglesia y se celebra en cada diócesis, como un signo visible del amor misericordioso del Padre y de la comunión universal. La Iglesia, que es “una”, vive la comunión con Dios mismo. Este misterio de comunión hace crecer y madurar en nuestro corazón el amor de Dios, que se manifiesta en la misericordia y el perdón. Amar y perdonar son el signo concreto y visible de que la fe ha cambiado nuestros corazones. Este gran signo de la vida cristiana se transforma después en muchos otros signos que son característicos del Jubileo, como el atravesar la Puerta Santa. La Puerta simboliza al mismo Jesús. Cuando pasamos por ella manifestamos nuestra confianza en él y el deseo de una verdadera conversión. Jesús nos anima a salir al encuentro de los demás para llevarles su amor. La confesión es un signo también importante del Jubileo. Acercarse al Sacramento de la Reconciliación es recibir directamente la misericordia divina y, si nos abrimos a ella, también nosotros seremos capaces de perdonar a los demás.
El Año Santo de la Misericordia ha comenzado en toda la Iglesia y se celebra en cada diócesis, como un signo visible del amor misericordioso del Padre y de la comunión universal. La Iglesia, que es “una”, vive la comunión con Dios mismo. Este misterio de comunión hace crecer y madurar en nuestro corazón el amor de Dios, que se manifiesta en la misericordia y el perdón. Amar y perdonar son el signo concreto y visible de que la fe ha cambiado nuestros corazones. Este gran signo de la vida cristiana se transforma después en muchos otros signos que son característicos del Jubileo, como el atravesar la Puerta Santa. La Puerta simboliza al mismo Jesús. Cuando pasamos por ella manifestamos nuestra confianza en él y el deseo de una verdadera conversión. Jesús nos anima a salir al encuentro de los demás para llevarles su amor. La confesión es un signo también importante del Jubileo. Acercarse al Sacramento de la Reconciliación es recibir directamente la misericordia divina y, si nos abrimos a ella, también nosotros seremos capaces de perdonar a los demás.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los venidos de España y Latinoamérica. Veo que hay muchos
mexicanos por ahí. Hermanos y hermanas, les animo a abrir la puerta del
corazón para dejar entrar a Cristo y ser portadores de su misericordia.
Les deseo también una buena preparación para una santa celebración de la
Navidad. Muchas gracias".
La Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida por el Papa FRANCISCO.