''El
Evangelio de hoy -ha continuado- invita a las familias a percibir la
luz de esperanza que mana de la casa de Nazaret, en la cual se ha
desarrollado en la alegría la infancia de Jesús… El núcleo familiar de
Jesús, María y José es para todo creyente, y en especial para las
familias, una auténtica escuela del Evangelio. Aquí admiramos el
cumplimiento del plan divino de hacer de la familia una especial
comunidad de vida y de amor. Aquí aprendemos que todo núcleo familiar
cristiano está llamado a ser ''Iglesia doméstica'', para hacer
resplandecer las virtudes evangélicas y volverse fermento de bien en la
sociedad. Los rasgos típicos de la Sagrada Familia son: recogimiento y
oración, mutua comprensión y respeto, espíritu de sacrificio, trabajo y
solidaridad''.
''Del
ejemplo y del testimonio de la Sagrada Familia, cada familia puede
aprender indicaciones preciosas para el estilo y las opciones de vida, y
puede tomar fortaleza y sabiduría para el camino de cada día. La Virgen
y San José enseñan a acoger a los hijos como don de Dios, a generarlos y
educarlos cooperando de forma maravillosa con la obra del Creador y
donando al mundo, en cada niño, una sonrisa nueva. Es en la familia
unida que los hijos alcanzan la madurez de su existencia, viviendo la
experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del
respeto recíproco, de la comprensión mutua, del perdón y de la
alegría''.
''La
verdadera alegría que se experimenta en la familia -ha recalcado- no es
algo casual y fortuito. Es una alegría que es fruto de la armonía
profunda entre las personas, que hace saborear la belleza de estar
juntos, de sostenernos mutuamente en el camino de la vida. Pero como
cimiento de todo está la presencia de Dios, su amor acogedor,
misericordioso y paciente hacia todos. Si no se abre la puerta de la
familia a la presencia de Dios y a su amor, la familia pierde la
armonía, prevalecen los individualismos y se apaga la alegría. Sin
embargo, la familia que vive la alegría de la fe, la comunica
espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para
toda la sociedad''.
Después de rezar el Ángelus, el Santo Padre FRANCISCO dedicó unas palabras a los ''numerosos migrantes cubanos que
se encuentran en dificultad en Centroamérica, muchos de los cuales
-dijo- son víctimas del tráfico de seres humanos. Invito a los Países de
la Región a renovar con generosidad todos los esfuerzos necesarios para
encontrar una tempestiva solución a este drama humanitario''.
Asimismo
el Pontífice saludó a todas las familias presentes en la plaza, a
quienes agradeció su testimonio, y a los peregrinos llegados de diversas
partes del mundo. A todos les dio las gracias por sus augurios y sus
oraciones.