En el discurso que les dirigió, el Papa saludó en primer lugar al Presidente, Werner Arber, agradeciendo la contribución ofrecida por la Academia que, a medida que pasa el tiempo “demuestra cada vez más su valor sea para el progreso de la ciencia que para la causa de la cooperación entre los seres humanos y, en particular, en el cuidado del planeta donde Dios nos ha hecho vivir”.
“Nunca antes como en nuestro tiempo se ha hecho evidente la misión de la ciencia al servicio de un nuevo equilibrio ecológico mundial. Y al mismo tiempo –observó el Santo Padre– se está manifestando una alianza renovada entre la comunidad científica y la comunidad cristiana que notan la convergencia de sus diferentes enfoques de la realidad en el objetivo compartido de proteger la casa común, amenazada por el colapso ecológico y el consiguiente aumento de la pobreza y de la exclusión social. Me alegro de que sintáis profundamente la solidaridad que os une a la humanidad de hoy y de mañana en el signo de esta preocupación por la madre tierra. Un compromiso tanto más digno de estima, ya que está totalmente orientado a la promoción del desarrollo humano integral, de la paz, la justicia, la dignidad y la libertad humana. Prueba de ello, además de los trabajos realizados en el pasado, son los muchos temas a tratar en esta sesión plenaria, que van desde las grandes novedades de la cosmología, a las fuentes de energía renovables, pasando por la seguridad alimentaria, un apasionante seminario sobre el poder y los límites de la inteligencia artificial”.
FRANCISCO recordó que en la Encíclica Laudato Si’, afirmaba que "estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud”, pero “en nuestra época, hemos crecido pensando que somos los propietarios y los dueños de la naturaleza, autorizados a despojarla sin ninguna consideración de su potencial evolutivo y sus leyes secretas, como si se tratara de un material inerte a nuestra disposición, lo que conlleva, entre otras cosas, una grave pérdida de la biodiversidad. En realidad , no somos los guardianes de un museo y de sus obras maestras a las que tenemos que limpiar el polvo cada mañana, sino los colaboradores de la conservación y el desarrollo del ser y de la biodiversidad del planeta, y de la vida humana allí presente. La conversión ecológica capaz de aguantar el desarrollo sostenible comprende,inseparablemente, tanto la plena asunción de nuestra responsabilidad humana hacia la creación y sus recursos, como la búsqueda de la justicia social y la superación de un sistema injusto que produce miseria, desigualdad y exclusión”.
“En resumen, diría que compete sobre todo a los científicos, que trabajan libres de intereses políticos, económicos o ideológicos, construir un modelo cultural para hacer frente a la crisis del cambio climático y a sus consecuencias sociales, para que el enorme potencial productivo no esté reservado solamente a unos pocos –señaló el Papa– Del mismo modo en que la comunidad científica, a través de un diálogo interdisciplinario interno, ha sabido estudiar y demostrar la crisis de nuestro planeta, hoy está llamada a ser una guía que indique soluciones en general y en particular sobre los temas abordados en vuestra plenaria: el agua, la energía renovable y la seguridad alimentaria. Es indispensable crear con vuestra colaboración un sistema normativo que incluya límites inviolables y asegure la protección de los ecosistemas, antes de que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecno-económico produzcan daños irreversibles no sólo el medio ambiente sino también a la convivencia, a la democracia, a la justicia y a la libertad”.
También subrayó el Santo Padre que en este cuadro general, es digna de mención “la débil reacción de la política internacional – aunque hay notables excepciones – a la voluntad concreta de buscar el bien común y los bienes universales, y la facilidad con la que se hace caso omiso de los fundados consejos de la ciencia sobre la situación del planeta. El sometimiento de la política a la tecnología y las finanzas, que buscan ante todo el beneficio, se demuestra por la "distracción" o el retraso en la aplicación de los acuerdos mundiales sobre el medio ambiente, y las continuas guerras de predominio enmascaradas de nobles reivindicaciones que causan daños cada vez más graves al medio ambiente y a la riqueza moral y cultural de los pueblos”.
“Pero a pesar de todo esto no perdamos la esperanza y tratamos de aprovechar el tiempo que el Señor nos da –exclamó FRANCISCO– También hay muchos signos alentadores de una humanidad que quiere reaccionar, elegir el bien común, regenerarse con responsabilidad y solidaridad. Junto con los valores morales, el proyecto de desarrollo sostenible e integral, es capaz de proporcionar a todos los científicos, especialmente a los creyentes, un fuerte impulso en la investigación".
“Les deseo un buen trabajo –concluyó – Invoco sobre las actividades de la Academia, sobre cada uno de ustedes y sus familias una abundancia de bendiciones celestiales. Y les pido que por favor no se olviden de rezar por mí. Gracias”.