CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 27 de septiembre de 2018).- Discurso pronunciado ayer en Nueva York por S.E. Mons. Paul Richard
Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y Jefe de la
Delegación de la Santa Sede en el 73º período de sesiones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas sobre el "Proceso de Marrakech".
Discurso de S.E. Mons. Paul Richard Gallagher
Sr. Presidente,
El "Proceso de Marrakech" comenzó en 2015 cuando la comunidad
internacional, en un momento de crisis, se unió para negociar y adoptar
la Declaración de Nueva York. En ese momento, el gran número de personas
en movimiento, y de aquellos desplazados por la fuerza, era diferente a
todo lo que el mundo había visto desde la Segunda Guerra Mundial.
Estaba claro que la migración internacional no podía gestionarse
aisladamente y que exigía cooperación internacional.
Aunque se encontraron diversas soluciones parciales e inmediatas y la
crisis disminuyó parcialmente, sigue en pie la cuestión de si las
soluciones vigentes en la actualidad sean sostenibles y redunden
verdaderamente en el mejor interés de los migrantes. Al decidir negociar
un Pacto Mundial sobre Migración, adoptando informalmente el Pacto
Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular en julio, y
mediante su adopción formal en Marrakech en diciembre de este año, la
comunidad internacional se une para idear soluciones más sostenibles y
cuidados mejores para los migrantes, especialmente aquellos en
situaciones más vulnerables.
La Santa Sede cree firmemente que se necesita un marco robusto para
una respuesta internacional adecuada. Debe incluir enfoques a corto,
medio y largo plazo para la gobernanza de la migración. Estos enfoques
deben responder tanto al derecho a migrar como al derecho soberano de
los Estados a proteger sus fronteras y establecer políticas migratorias,
siempre en pleno respeto de los derechos humanos de los migrantes,
independientemente de su estatus migratorio.
Ese debería ser el logro del Pacto Mundial para la Migración. Aunque
no se incluyeron todas las recomendaciones de las Delegaciones, entre
ellas las sugeridas por la Santa Sede, debe reconocerse que, en general,
el proceso ha generado el primer marco integral sobre migración
internacional. Servirá como punto de referencia internacional para las
mejores prácticas y la cooperación internacional en la gestión global de
la migración. Beneficiará a los gobiernos, junto con las entidades no
gubernamentales, incluidas las organizaciones religiosas, en la gestión
de la migración de una manera más segura, ordenada y regular. Respeta
las prioridades nacionales y brinda a los países el espacio que
necesitan para responder a sus circunstancias nacionales, en pleno
respeto del derecho internacional.
Lo que es más importante, ayudará a todos -los Estados, la sociedad
civil o cualquiera de nosotros- a ser conscientes de los desafíos que
enfrentan las personas desplazadas para cumplir con nuestras
responsabilidades compartidas con ellos, en particular con aquellos que
más necesitan la solidaridad.
El Papa FRANCISCO resume estas responsabilidades compartidas y el
compromiso con la solidaridad en cuatro verbos: acoger, proteger,
promover e integrar.
Con estos principios en mente, me gustaría terminar con las palabras
del Papa FRANCISCO, que ha dado su apoyo a este proceso desde el
principio.
“Frente a los desafíos migratorios de hoy –dijo- la única
respuesta sensata es la de la solidaridad y la misericordia; una
respuesta que no hace demasiados cálculos, pero exige una división
equitativa de las responsabilidades, un análisis honesto y sincero de
las alternativas y una gestión sensata. Una política justa es la que se
pone al servicio de la persona, de todas las personas afectadas;
que prevé soluciones adecuadas para garantizar la seguridad, el respeto
de los derechos y de la dignidad de todos; que sabe mirar al bien del
propio país teniendo en cuenta el de los demás países, en un mundo cada
vez más interconectado."[1].
El Proceso de Marrakech es un camino compartido de solidaridad,
misericordia, prudencia, responsabilidad y respeto que es bueno para los
países individuales y bueno para las personas que se desplazan.
Muchas gracias
[1] Papa FRANCISCO, Homilía durante la Santa Misa para los Migrantes, basílica de San Pedro, Vaticano, 6 de julio 2018