Salsburgo, AUSTRIA (Agencia Fides, 22/09/2018) - “La iglesia local y la iglesia universal
están unidas de forma esencial y recíproca”, lo ha afirmado Mons.
Giampietro Dal Toso, Secretario adjunto de la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos y Presidente de las Obras Misionales
Pontificias, con motivo del 50° aniversario del hermanamiento entre las
diócesis de la Arquidiócesis de Salisburgo en el marco del
“Zukunftsfest” (Fiesta del Futuro) organizada por la Arquidiócesis
(21-24 de septiembre). En la ceremonia conmemorativa del 21 de
septiembre, han estado presentes las delegaciones de las diócesis de
Bokungo-Ikela (República Democrática del Congo), San Ignacio de Velasco
(Bolivia) y Daegu (Corea del Sur) bajo la dirección de sus respectivos
obispos locales. El Arzobispo Dal Toso ha hablado sobre el tema “Iglesia
universal e Iglesia local: communio y missio” y en este contexto, ha
explicado la importancia de la comunión eclesial en lo que se refiere a
los
aspectos universales en la actividad misionera.
En primer lugar el Arzobispo ha recordado el papel especial de la
Arquidiócesis de Salisburgo como “Primas Germaniae”, subrayando la
importancia de la “contribución aportada a la iglesia universal por
parte de las iglesias de lengua alemana”. No obstante esto, ha
continuado el Arzobispo, “la iglesia es tal porque las iglesias locales y
universales están unidas de forma esencial y recíproca” y “la Iglesia
no puede ser tal si no es universal y local al mismo tiempo”. Este
“espíritu” se puede observar también en la larga colaboración de la
archidiócesis de Salisburgo con las diócesis hermanadas: “Nos hemos
reunido hoy para celebrar un ejemplo concreto de esta unidad: 50 años de
cooperación mutua con varias iglesias locales, porque queremos
testimoniar esta unidad en Cristo”.
Sin embargo, en la Iglesia, la comunión y la misión dependen la una de
la otra. “Por lo tanto se trata de la comunión en la misión en el mundo.
No obstante, la comunión de la iglesia no es un fin en sí misma y no
debe conducir a la autosuficiencia”, ha subrayado Mons. Dal Toso. Esto
se traduce en la comprensión “de la communio como missio”.
Sobre el tema de la “missio en la iglesia”, el Arzobispo ha recordado
los impulsos misioneros del Concilio Vaticano II y por último la
convergencia de la idea de la missio ad gentes con la idea de la nueva
evangelización: la iglesia debe “redescubrir su impulso misionero” y
“esto vale para cada individuo: todos los cristianos deben ser
misioneros literalmente”.
Luego el Arzobispo Dal Toso ha subrayado el compromiso particular de la
Arquidiócesis de Salisburgo, bajo la forma de hermanamiento “que a
través de la oración, el intercambio y el aprendizaje recíproco dan
testimonio de como vivimos juntos como miembros de la iglesia universal,
miembros del cuerpo de Cristo”. Esto ayuda “a no perder la visión de
toda la misión de la iglesia”.
Es de especial importancia “que los misioneros que parten de una
diócesis hacia el mundo entero no sean olvidados. Que continúen a
recibir apoyo desde la oración y las donaciones, tarea principal de las
Obras Misionales Pontificias” porque “a pesar de las preocupaciones
sobre las responsabilidades específicas de los hermanamientos
diocesanos, la misión universal de la Iglesia no debe descuidarse”. Esto
está garantizado por el “Fondo de Solidaridad” que, establecido en los
Secretariados Internacionales de las Obras Misionales Pontificias,
“administra y distribuye equitativamente” las donaciones recolectadas
con motivo del Día Mundial de las Misiones y, junto con la atención
primaria de las diócesis necesitadas, también apoya proyectos pastorales
y sociales concretos.
Al concluir, el Presidente de las Obras Misionales Pontificias ha
recordado la iniciativa especial lanzada por el Papa Francisco del “Mes
misionero extraordinario de octubre de 2019” con el tema “Bautizados y
enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”. “Nos complace que
con esta iniciativa podamos despertar el espíritu misionero en toda la
Iglesia”, ha afirmado el Arzobispo.