CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 17 de noviembre de 2016).- “Los líderes de negocios como agentes de inclusión social económica y
social” es el tema de reflexión de la Conferencia Internacional de
UNIAPAC (Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresas) que,
en colaboración con el Consejo Pontificio Justicia y Paz se celebra en
el Vaticano del 17 al 18 de noviembre. Los participantes en el evento,
alrededor de 500, han sido recibidos esta mañana en Audiencia en la Sala
Regia por el Santo Padre. En el discurso que les ha dirigido,
FRANCISCO, ha recordado que todas las actividades humanas, también la
empresarial pueden ser un ejercicio de la misericordia que es
participación en el amor de Dios por los hombres y les ha advertido, al
mismo tiempo, de tres riesgos que suele comportar la actividad
empresarial: el riesgo de usar bien el dinero, el riesgo de la
honestidad y el riesgo de la fraternidad.
“He dicho varias veces que “el dinero es el estiércol del diablo”,
repitiendo lo que decían los santos padres” dijo abordando el primer
punto y reiterando la preocupación de sus predecesores, como León
XIII, Pío XI y Pablo VI por este tema. Concretamente Pablo VI “denunciaba que la concentración excesiva de los medios y de los
poderes puede conducir a una nueva forma abusiva de dictadura económica
en el campo social, cultural e incluso político”.
También citó la parábola del administrador injusto en que Jesús
exhorta a hacerse de amigos con las riquezas de iniquidad, para poder
ser recibidos en las moradas y explicó que todos los Padres de la
Iglesia han interpretado estas palabras en el sentido de que las
riquezas son buenas cuando se ponen al servicio del prójimo, de lo
contrario son inicuas… “Por tanto –afirmó– el dinero debe servir, en
vez de gobernar… El dinero es sólo un instrumento técnico de
intermediación… Como toda técnica, el dinero no tiene un valor neutro,
sino que adquiere valor según la finalidad y las circunstancias en que
se usa. Cuando se afirma la neutralidad del dinero, se está cayendo en
su poder. Las empresas no deben existir para ganar dinero, aunque el
dinero sirva para medir su funcionamiento. Las empresas existen para
servir”.
“Por eso, es urgente recuperar el sentido social de la actividad
financiera y bancaria, con la mejor inteligencia e inventiva de los
empresarios”, continuó haciendo hincapié en que el crédito debe ser
accesible para las viviendas familiares, las pequeñas empresas, los
campesinos, las actividades que mejoran la colectividad etc… “Una lógica
crematística del mercado –advirtió– hace que el crédito sea más
accesible y más barato para quien posee más recursos; y más caro y
difícil para quien tiene menos, hasta el punto de dejar las franjas más
pobres de la población en manos de usureros sin escrúpulos. De igual
modo, a nivel internacional, el financiamiento de los países más pobres
se convierte fácilmente en una actividad usurera. Este es uno de los
grandes desafíos para el sector empresarial y para los economistas en
general, que está llamado a conseguir un flujo estable y suficiente de
crédito que no excluya a ninguno y que pueda ser amortizable en
condiciones justas y accesibles”.
El segundo riesgo que un empresario debe asumir es el de la
honestidad, y aquí el Pontífice tocó la cuestión de la corrupción,
recordando que no se limitaba solo a la esfera política sino que
extendía su radio de acción a muchos ámbitos. “La corrupción –dijo– es
la peor plaga social. Es la mentira de buscar el provecho personal o del
propio grupo bajo las apariencias de un servicio a la sociedad… Es el
engaño y la explotación de los más débiles o menos informados. La
corrupción es un fraude a la democracia, y abre las puertas a otros
males terribles como la droga, la prostitución y la trata de personas,
la esclavitud, el comercio de órganos, el tráfico de armas, etc. Una de
las condiciones necesarias para el progreso social es la ausencia de
corrupción… Puede suceder que los empresarios se vean tentados a ceder a
los intentos de chantaje o de extorsión, justificándose con el
pensamiento de salvar la empresa y su comunidad de trabajadores, o
pensando que así harán crecer la empresa y que un día podrán librarse de
esa plaga. Además, puede ocurrir que caigan en la tentación de pensar
que se trata de algo que todos hacen, y que pequeños actos de corrupción
destinados a obtener pequeñas ventajas no tienen mayor importancia.
Cualquier intento de corrupción, activa o pasiva, es comenzar a adorar
al dios dinero”.
Por último, el riesgo de la fraternidad que Francisco afrontó a la
luz de las exhortaciones de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI sobre
la importancia de la gratuidad, como elemento imprescindible de
la vida social y económica. “La actividad empresarial tiene que incluir
siempre el elemento de gratuidad”, recalcó y las relaciones entre los
que forman parte de la empresa, tanto dirigentes como trabajadores deben
caracterizarse por la justicia, el respeto mutuo y el aprecio
fraternal. Características todas que deben extenderse a las relaciones
con la comunidad local y traducirse en solidaridad con los más
necesitados. “Esto debería ser un modo habitual de actuar, fruto de
profundas convicciones por parte de todos, evitando que se convierta en
una actividad ocasional para calmar la conciencia o, peor aún, en un
medio para obtener un rédito publicitario”.
Hablando de fraternidad el Papa quiso compartir con los empresarios
su preocupación por el drama humano de los emigrantes y refugiados y
pidió también su ayuda. “La Santa Sede y las Iglesias locales –explicó–
están haciendo esfuerzos extraordinarios para afrontar eficazmente las
causas de esta situación, buscando la pacificación de las regiones y
países en guerra y promoviendo el espíritu de acogida; pero no siempre
se consigue todo lo que se desea. Les pido ayuda también a ustedes. Por
una parte, traten de convencer a los gobiernos para que renuncien a
cualquier tipo de actividad bélica... Colaboren en crear fuentes de
trabajo digno, estables y abundantes, tanto en los lugares de origen
como en los de llegada y, en estos, tanto para la población local como
para los inmigrantes. Hay que hacer que la inmigración siga siendo un
factor importante de desarrollo… La mayoría de los que estamos aquí
pertenecemos a familias de emigrantes. Nuestros abuelos o nuestros
padres, llegaron..a América del Sur y del Norte, casi siempre en
condiciones de pobreza extrema. Pudieron sacar adelante una familia,
progresar y hasta convertirse en empresarios porque encontraron
sociedades acogedoras, a veces tan pobres como ellos, pero dispuestas a
compartir lo poco que tenían. Mantengan y transmitan este espíritu que
tiene raíz cristiana, manifestando también aquí el genio empresarial”.
Al final, FRANCISCO propuso a los participantes en la conferencia la
figura de uno de los fundadores de UNIAPAC y ACDE el empresario
argentino Enrique Shaw, cuya causa de beatificación promovió cuando era
arzobispo de Buenos Aires, instándoles a seguir su ejemplo y a pedir su
intercesión, y manifestó el deseo de que ese evento fuera como el
sicomoro de Jericó, al que se subió Zaqueo para ver a Jesús. “Un árbol
–terminó– al que se puedan subir todos, para que, a través de la
discusión científica de los aspectos de la actividad empresarial,
encuentren la mirada de Jesús, y de aquí resulten orientaciones eficaces
para hacer que la actividad de todas sus empresas promueva siempre y
eficazmente el bien común”.