Niamey NÍGER (Agencia Fides, 22/03/2021) - Se está librando una verdadera guerra
psicológica contra la población civil en la zona de Bomoanga, en la
frontera entre Níger y Burkina Faso, donde, en la noche entre el 17 y el
18 de septiembre de 2018, el padre Pierluigi Maccalli, el misionero de
la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) liberado el 8 de octubre de 2020, había sido secuestrado por milicianos
yihadistas.
Según informa a la Agencia Fides el p. Mauro Armanino, hermano de
comunidad del p. Maccalli, “los yihadistas han dicho a los estudiantes
que debían volver al pueblo para ver a sus familias y buscar ayuda para
continuar sus estudios, que ahora la zona que separa y une los
respectivos pueblos está prohibida para camiones, coches, motos y
peatones. La zona ha sido minada para interrumpir el comercio, el
mercado y el contacto entre personas”. “Tal vez sea sólo una amenaza,
una provocación, una mentira para seguir aterrorizando a los
campesinos”, comenta el misionero. “O tal vez hay algo de verdad en
ello, porque el material explosivo, también utilizado para las minas de
oro de la región, es facilmente disponible, así como las armas y otros
explosivos que han estado en circulación durante mucho tiempo en esta
parte de la frontera entre Níger y Burkina Faso”.
“Se trata -continúa el p. Mauro- de un paso más en la crisis que hace
que, desde el secuestro del p. Pierluigi en adelante, toda la región
esté a merced de grupos terroristas armados que tienen como rehenes a
miles de campesinos”. “Alumnos y estudiantes se han visto obligados a
trasladarse a otros lugares para seguir estudiando. Así lo han hecho
decenas de familias, aterrorizadas e incapaces de cultivar pacíficamente
sus tierras o criar ganado”.
“Las amenazas, reales o no, han minado el tejido social de este espacio
de sabana, fronterizo con Burkina Faso, a menos de cien kilómetros de la
capital, Niamey”, subraya el misionero. “Las relaciones de confianza
entre los grupos étnicos, las religiones, los proyectos de crecimiento y
desarrollo social han sido socavados por quienes tienen interés en
crear un nuevo estado de cosas llamado dictadura. El hecho de que se
cubra con un barniz religioso di tinta ‘salafista’ del Islam no cambia
el producto final. Socavar la vida de los campesinos pobres, su fuente
de dignidad y esperanza, constituida también por la opción religiosa, es
un crimen desgraciadamente que todavía sigue impune. El p. Pierluigi ha
hecho de la liberación de la violencia y la miseria el sentido de su
misión. Este trabajo de ‘retirar las minas’ nos ha sido entregado como
legado”, concluye el p. Mauro.