CIUDAD DEL VATICANO,
3 septiembre 2014 (VIS).- ''Uno no se convierte en cristiano por
sí mismo, con sus propias fuerzas, de forma autónoma o en un
laboratorio, sino que se genera y crece en la fe dentro del gran
cuerpo de la Iglesia -ha dicho esta mañana el Papa FRANCISCO en
la Audiencia General celebrada a las 10:00 horas en la Plaza de San
Pedro-. La Iglesia es realmente madre, una madre que nos da la
vida en Cristo que nos hace vivir junto a otros hermanos en la
comunión del Espíritu Santo''.
El Santo Padre ha
recordado que en esta maternidad, la Iglesia tiene como modelo a la
Virgen María. ''La maternidad de la Iglesia está en continuidad
con la de María... la Iglesia en la fecundidad del Espíritu Santo,
sigue generando nuevos hijos en Cristo... El nacimiento de Jesús en
el vientre de María, en efecto, es preludio del renacer de cada
cristiano en el vientre de la Iglesia. Entendemos entonces por qué
la relación que une a María y a la Iglesia es tan profunda. Mirando
a María, descubrimos el rostro más bello y más tierno de la
Iglesia, mirando a la Iglesia, reconocemos las características más
sublimes de María. Los cristianos no somos huérfanos''.
El Papa ha señalado
que la Iglesia es nuestra madre al habernos concebido en el Bautismo
y cómo ''desde ese día, como madre afectuosa nos hace crecer en
la fe y nos indica con la fuerza de la Palabra de Dios, el camino de
salvación, defendiéndonos del mal''. La maternidad de la
Iglesia se manifiesta de forma particular en el servicio de
evangelización, al cual se dedica como una madre que ofrece a sus
hijos el alimento espiritual que nutre y hace fructificar la vida
cristiana. Y es con la fuerza del Evangelio y el apoyo de los
Sacramentos que la Iglesia nos guía y acompaña por el camino de
salvación y nos da la capacidad de defendernos del mal como una
madre valiente que defiende a sus propios hijos de los peligros del
mundo.
A pesar de que Dios
haya vencido a Satanás, éste siempre regresa con sus tentaciones,
ha advertido el pontífice, subrayando que ''no debemos ser
ingenuos , sino estar atentos y permanecer firmes en la fe con los
consejos y la ayuda de la madre Iglesia que, como tal, acompaña a
sus hijos en los momentos difíciles''. También ha animado a los
presentes a no olvidar que la Iglesia somos todos los bautizados y a
no ser cobardes y dar testimonio de esta maternidad. ''Confiemos
en María -ha finalizado- para que nos enseñe a imitar su
espíritu materno hacia nuestros hermanos, con la capacidad sincera
de acoger, de perdonar, de dar fuerza e infundir confianza y
esperanza''.
La
Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y
la Bendición Apostólica impartida por el Santo Padre.