CIUDAD DEL VATICANO,
3 septiembre 2014 (VIS).- En los saludos en francés, inglés,
alemán, español, portugués, polaco y árabe al final de la
catequesis de la Audiencia General, el Papa FRANCISCO habló a los
peregrinos de lengua árabe, en particular a los procedentes de Iraq,
recordándoles que la Iglesia es madre y, al igual que sabe acompañar
al hijo necesitado y buscar al perdido, también sabe ''defender a
los hijos indefensos y perseguidos''. ''Hoy -dijo- quisiera
asegurar, especialmente a estos últimos, a los indefensos y
perseguidos, la cercanía: ¡estáis en el corazón de la Iglesia, la
Iglesia sufre con vosotros y está orgullosa de vosotros, orgullosa
de tener hijos como vosotros, sois su fuerza y el testimonio concreto
y auténtico de su mensaje de salvación, de perdón y de amor¡ Os
abrazo a todos, a todos,¡Que el Señor os bendiga y os proteja
siempre!.
Después habló a
los peregrinos de Polonia en que algunas ciudades recuerdan estos
días el 75 aniversario de la segunda Guerra Mundial. ''Confiemos
a la misericordia de Dios a los que perdieron la vida por amor de la
patria y de los hermanos -señaló- e invoquemos el don de la
paz para todas las naciones de Europa y del mundo. Hoy, especialmente
tenemos necesidad de la paz. Invoquemos el don de la paz por
intercesión de María, Reina de la Paz''.
Por último,
saludando a los fieles procedentes de la diócesis italiana de
Terni-Narni-Amelia, expresó su preocupación por la grave situación
que viven muchas familias de Terni debido a los proyectos de la
empresa Thyssenkrupp y renovó el llamamiento para que ''no
prevalezca la lógica del beneficio, sino la de la solidaridad y la
justicia. En el centro de cualquier cuestión, también la laboral,
está siempre la persona y su dignidad. ¡Con el trabajo no se juega!
Y el que por motivos de dinero, de negocios, de ganar más, deja sin
trabajo, tiene que saber que está quitando la dignidad a las
personas''.
Estas
fueron sus palabras en castellano:
“Queridos
hermanos y hermanas:
Nadie se hace
cristiano a sí mismo: nacemos y crecemos en la fe dentro del pueblo
de Dios. Por eso decimos que la Iglesia es Madre, porque nos da vida
en Cristo y nos hace vivir junto a otros hermanos en la comunión del
Espíritu Santo.
El modelo de la
maternidad de la Iglesia es la Virgen Madre. El nacimiento de Jesús
en el seno de María como primogénito de muchos hermanos es como el
preludio de la vida nueva que reciben los cristianos en el bautismo.
La Iglesia
también es madre porque nos cuida como hijos y nos indica el camino
de la salvación. Nos alimenta y nos sostiene con los sacramentos;
nos ilumina con la luz del Evangelio, orientándonos al bien y
animándonos en los momentos de oscuridad y nos defiende de las
asechanzas del maligno, exhortándonos a la vigilancia para no
sucumbir a sus seducciones.
Queridos
hermanos, no olvidemos que la Iglesia somos todos los bautizados, y
que su maternidad se expresa también en nuestra capacidad de acoger,
de perdonar, de infundir ánimo y esperanza.
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a
los grupos provenientes de España, México, Cuba, Costa Rica,
Argentina, Guatemala, Colombia y otros países latinoamericanos.
Invito a todos a invocar la intercesión maternal de María y
aprender de ella esa ternura que nos permite ser testigos de la
maternidad de la Iglesia. Muchas gracias”.