"Cuando
nuestra mirada se dirige hacia la Navidad ya próxima, - dijo en la
homilía pronunciada durante la santa misa - no podemos dejarnos llevar
por el cansancio ni está permitida ninguna forma de tristeza, aunque
tengamos motivos, por tantas preocupaciones y por las múltiples formas
de violencia que hieren nuestra humanidad. La venida del Señor debe
llenar nuestro corazón de alegría''.
El
Papa citó la primera lectura del profeta Sofonías donde ''en un
contexto histórico de grandes abusos y violencias, por obra sobre todo
de hombres de poder, Dios hace saber que Él mismo reinará sobre su
pueblo, que no lo dejará más a merced de la arrogancia de sus
gobernantes, y que lo liberará de toda angustia. Hoy se nos pide que no
dejemos caer nuestros brazos a causa de la duda, de la impaciencia o del
sufrimiento''. San Pablo retoma la enseñanza de Sofonías y la repite:
''El Señor está cerca''. Por esto debemos alegrarnos siempre, y con
nuestra afabilidad dar testimonio de la cercanía y de la atención de
Dios con cada persona''.
''Hemos
abierto la Puerta Santa, aquí y en todas las Catedrales del mundo
-recordó - También este simple signo es una invitación a la alegría.
Inicia el tiempo del gran perdón. Es el Jubileo de la Misericordia. Es
el momento de descubrir la presencia de Dios y su ternura de Padre. A
Dios no le gusta la rigidez. Es un Padre tierno; todo lo hace con
ternura de Padre. Seamos también nosotros como la gente que interrogaba a
Juan: ''¿Qué tenemos que hacer?' . Y la respuesta del Bautista no se
hace esperar: Invita a actuar con justicia y a atender a las necesidades
de cuantos se encuentran en dificultad. Lo que Juan exige a sus
interlocutores, está ya en la Ley. A nosotros, en cambio, se nos pide un
compromiso más radical. Ante la Puerta Santa que estamos llamados a
atravesar, se nos pide que seamos instrumentos de misericordia,
conscientes de que éste será nuestro metro de juicio. El bautizado sabe
que su compromiso es más grande. La fe en Cristo es un camino que dura
toda la vida: el de ser misericordiosos como el Padre. La alegría de
atravesar la Puerta de la Misericordia se acompaña con el compromiso de
acoger y testimoniar un amor que va más allá de la justicia, un amor que
no conoce confines. De este infinito amor, no obstante nuestras
contradicciones, somos responsables''.
''Recemos
por nosotros y por todos los que atravesarán la Puerta de la
Misericordia, para que podamos comprender y acoger el infinito amor de
nuestro Padre celestial, que recrea, transforma y reforma la vida'',
dijo el Papa al final de su homilía.
Hoy
también, el Cardenal James M. Harvey, Arcipreste de esa Basílica abrió
la Puerta Santa de San Pablo Extramuros, mientras en el resto del mundo
se abrían también, como pidió el Papa, todas las Puertas Santas de
iglesias y catedrales con motivo del Año de la Misericordia.