Nairobi, KENIA (Agencia Fides,
22/01/2016) - “Somos dos sacerdotes aquí, y conseguir servir
a todos los fieles es un gran reto”, dice el padre Agustine Kharmuti,
sacerdote salesiano que trabaja en la parroquia de la Santa Cruz, la
única iglesia en el mundo que se encuentra en un campo de refugiados, en
Kakuma, en el Condado de Turkana, al noroeste de Kenia.
El campamento es el hogar de unos 182.000 refugiados de Sudán del Sur,
Sudán, Uganda, Burundi, Ruanda, República Democrática del Congo y
Etiopía.
El padre Agustine dirige el Instituto Técnico Don Bosco, que ofrece
formación profesional a los refugiados como carpintería, electricidad,
soldador, sastre, diseñador, mecánico, secretaria, así como cursos de
informática e Inglés.
“Formamos de 3.000 a 3.200 estudiantes al año y acogemos de 500 a 600
fieles en cada misa”, dice el misionero. Aunque los dos sacerdotes
tienen la ayuda de tres religiosas y dos catequistas, la reciente
afluencia de nuevos refugiados procedentes de Sudán del Sur plantea
nuevos desafíos a su trabajo pastoral y educativo, por lo que han pedido
ayuda a la Iglesia y al gobierno para mejorar la calidad la educación y
para formar un mayor número de estudiantes.