Daejeon, COREA DEL SUR (Agencia Fides, 23/10/2017) - El “Mes Misionero Extraordinario” renovará el
ímpetu apostólico en la comunidad católica coreana y será un impulso
para continuar la proclamación del Evangelio, que en Corea tiene su
origen en la experiencia de los mártires. Así lo explica a la Agencia
Fides Augustine Han, un sacerdote de la diócesis de Daejeon, que
recuerda la historia y la actualidad de la evangelización de la Iglesia
en Corea. “Nuestra historia recuerda el pasaje del evangelio de Mateo
cuando dice: “El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la
tierra ;y duerme, y se levanta de noche y de día, y la semilla brota y
crece como él no sabe (Mc 4, 26-27)”, recuerda el sacerdote.
Para esta ocasión, don Augustine traza la historia del florecimiento del
cristianismo en tierras coreanas: “A fines del siglo XVIII, algunos
eruditos entraron en contacto con libros bíblicos y con 'el verdadero
significado del Señor del Cielo' por Matteo Ricci, en chino , y
comenzaron a estudiar por su cuenta la doctrina de la Iglesia.
Conquistados por la verdad explicada por Ricci, enviaron a uno de ellos a
Pekín para que fuese bautizado.
Posteriormente llegaron a Corea
misioneros chinos y franceses, muchos de los cuales fueron martirizados
por profesar la fe valientemente. Algunos de ellos fueron asesinados
pocos meses después de su llegada a la península de Corea, lo que
significa que fueron asesinados 'in odium fide' después de viajar
durante más de un año, cruzando los océanos. Muchos en el momento del
martirio tenían solo treinta años".
“En ese momento - continúa el sacerdote – habría sido muy difícil
imaginar que la Iglesia en Corea alcanzaría, siglos más tarde, un número
substancial de personas que profesan la fe católica, 5 millones, como
en la actualidad. Hoy en día es una iglesia que envía a más de mil
misioneros entre sacerdotes, religiosos y laicos, a los cuatro rincones
del mundo”. Don Augustine señala: “A pesar de que los misioneros fueron
martirizados habiendo realizado muy poco tiempo de evangelización, su
sacrificio no fue en vano. Ellos fueron los hombres que pusieron las
semillas del Evangelio en tierra coreana. Los frutos de las semillas no
se ven inmediatamente después de la siembra. La misión de Jesús, así
como la de los misioneros al ir a tierras lejanas, no es la de
implementar un gran proyecto de carácter humano, sino la de hacer la
voluntad de Dios en su propio camino, confiando totalmente en la
providencia de Dios. Hoy nosotros los cristianos coreanos, preparando y
viviendo el Mes extraordinaria misionero, tenemos que tener esta
confianza en la providencia de Dios, como una base sólida de toda
nuestra actividad evangelizadora. Dios es el Señor de la historia,
quiere la salvación de todos los hombres y los atrae a a través de la
colaboración de cada bautizado, en su Providencia”.