Jalalabad, KYRGYZSTAN (Agencia Fides,
24/10/2017) - Las elecciones presidenciales del pasado 15
de octubre han sido “las primeras votaciones libres y pacíficas del
país” y han marcado un hito en el concepto de democracia para Asia
Central: así lo ha declarado el presidente saliente Almazbek Atambayev,
al comentar la votación que ha visto a su candidato favorito, Sooronbai
Jeenbekov, obtener el 55% de los votos.
El camino tomado por la política kirguisa es el correcto, pero es un
camino bastante largo y agotador, explica a la Agencia Fides después de
las elecciones, el p. Adam Malinowski, misionero jesuita de la parroquia
“Beata Madre Teresa de Calcuta” en Jalalabad. El jesuita explica: “Si
los días anteriores a las elecciones se podía sentir una cierta tensión,
el día de la votación se vivió con gran serenidad y no noté ninguna
provocación especial. De hecho, realmente se sentía un clima de
libertad, debido a la oportunidad de votar y elegir entre diferentes
candidatos. Pero si que me dí cuenta de los intentos, a veces exitosos,
de comprar los votos por 2000 kirguises”.
Sobre las perspectivas futuras, el p. Adam observa: “Es difícil ver el
mañana. El candidato que ha ganado es el favorito del presidente
saliente y tal vez mantendrá esa línea política, garantizando así una
vida pacífica y tranquila a Almazbek Atambayev y a sus seguidores”.
A pesar de los pasos dados, el progreso de los kirguises hacia un
sistema político-electoral verdaderamente liberal y democrático parece
tener que construirse todavía. En una nota publicada poco después de las
elecciones, la OSCE decía: “Kirguistán en general ha ofrecido un
ejemplo positivo en la organización de elecciones competitivas y en la
transferencia pacífica del poder, pero todavía hay situaciones
preocupantes”.
El ejemplo positivo se debe a que por primera vez desde que el estado ha
alcanzado la independencia, la transferencia de poder del líder
saliente a su sucesor se ha producido de manera no violenta. De hecho,
han sido las primeras elecciones después de los disturbios tumultuosos
que llevaron a la caída de Askar Akayev en 2005 y Kurmanbek Bakiyev en
2010: ambos ascendieron al poder con sufragios “nada transparentes”
definidos así por la OSCE y se vieron fuertemente desafiados por la
corrupción. Además, antes de estas elecciones nunca se había podido
elegir libremente entre un número tan grande de candidatos (once).
Las perplejidades a las que se refiere la OSCE están ligadas en gran
parte al amplio margen con el que el ganador se ha asegurado el
liderazgo del país. El empresario petrolero Omurbek Babanov, un
candidato derrotado, ha denunciado repetidamente “el uso de todos los
medios posibles por parte del gobierno para presionar a los votantes”.
Según los resultados finales, Jeenbekov ha ganado con el 55% de las
preferencias frente al 34% de Babanov. Esta diferencia, que de acuerdo
con los pronósticos tenía que ser mucho más pequeña, hace sospechar un
probable “comercio de votos”, como señala la OCDE.