El Santo Padre, continuando la catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, ha elegido el fragmento “Pablo recibía a todos los que acudían a él, predicaba el reino de Dios... con toda valentía y sin estorbo alguno" (Hechos 28:30-31). El encarcelamiento de Pablo en Roma y la fecundidad de la proclamación (De los Hechos de los Apóstoles, 28, 16.30-31).
Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Papa ha saludado a los grupos de fieles presentes.
La Audiencia General ha terminado con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 15 de enero de 2020
Miércoles, 15 de enero de 2020
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy concluimos nuestra catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles
con la última etapa misionera de san Pablo: o sea Roma (cf. Hch 28,14).
El viaje de Pablo, que ha sido uno con el del Evangelio, es una
prueba de que las rutas de los hombres, si se viven en la fe, pueden
convertirse en un espacio de tránsito de la salvación de Dios, a través
de la Palabra de fe que es un fermento activo en la historia, capaz de
transformar las situaciones y de abrir caminos siempre nuevos.
Con la llegada de Pablo al corazón del Imperio, termina el relato de
los Hechos de los Apóstoles, que no se cierra con el martirio de Pablo,
sino con la siembra abundante de la Palabra. El final del relato de
Lucas, centrado en el viaje del Evangelio en el mundo, contiene y
recapitula todo el dinamismo de la Palabra de Dios, Palabra imparable
que quiere correr para comunicar la salvación a todos.
En Roma, Pablo se encuentra ante todo con sus hermanos y hermanas en
Cristo, que lo acogen y le infunden valor (cf. Hch 28,15) y cuya cálida
hospitalidad hace pensar en lo mucho que se esperaba y deseaba su
llegada. Después se le concede que viva por su cuenta bajo custodia militaris,
es decir, con un soldado que le haga guardia, estaba en arresto
domiciliario. A pesar de su condición de prisionero, Pablo puede
encontrarse con los notables judíos para explicarles por qué se ha visto
obligado a apelar al César y para hablarles del reino de Dios. Trata de
convencerlos sobre Jesús, partiendo de las Escrituras y mostrando la
continuidad entre la novedad de Cristo y la "esperanza de Israel"
(Hechos 28, 20). Pablo se reconoce profundamente judío y ve en el
Evangelio que predica, es decir, en el anuncio de Cristo muerto y
resucitado, el cumplimiento de las promesas hechas al pueblo elegido.
Después de este primer encuentro informal que encuentra a los judíos
bien dispuestos, sigue otro más oficial durante el cual, durante todo un
día, Pablo anuncia el reino de Dios y trata de abrir a sus
interlocutores a la fe en Jesús, partiendo "de la ley de Moisés y de los
profetas" (Hch 28,23). Como no todos están convencidos, denuncia el
endurecimiento del corazón del pueblo de Dios, causa de su condenación
(cf. Is 6,9-10), y celebra con pasión la salvación de las naciones que,
en cambio, se muestran sensibles a Dios y capaces de escuchar la palabra
del Evangelio de la vida (cf. Hch 28,28).
En este punto de la narración, Lucas concluye su obra mostrándonos no
la muerte de Pablo, sino el dinamismo de su predicación, de una Palabra
que "no está encadenada" (2 Tm 2,9),-Pablo no tiene libertad de ir y
venir, pero es libre de hablar porque la Palabra no está encadenada- es
una Palabra lista para dejarse sembrar plenamente por el Apóstol. Pablo
hace esto "con toda valentía y sin estorbo alguno" (Hch 28, 31), en una
casa donde acoge a los que quieren recibir el anuncio del reino de Dios y
conocer a Cristo. Esta casa abierta a todos los corazones que buscan es
la imagen de la Iglesia que, aunque perseguida, incomprendida y
encadenada, no se cansa de acoger con corazón de madre a cada hombre y a
cada mujer para anunciarles el amor del Padre que se ha hecho visible
en Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, al final de este itinerario, vivido
juntos siguiendo la carrera del Evangelio en el mundo, que el Espíritu
reavive en cada uno de nosotros la llamada a ser evangelizadores
valientes y gozosos. Que nos permita también a nosotros, como a Pablo,
impregnar de Evangelio nuestras casas y convertirlas en cenáculos de
fraternidad, donde podamos acoger a Cristo vivo, que "sale a nuestro
encuentro en todo hombre y en todo tiempo" (cf. II Prefacio de Adviento).
Saludos en otros idiomas
En italiano, el Papa dirigiéndose a los jóvenes, los ancianos los
enfermos y los recién casados dijo: “Abrid vuestros corazones a las
necesidades de la Iglesia y, siguiendo el ejemplo de Jesús, permaneced
cerca de vuestros hermanos".















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