Niamey, NÍGER (Agencia Fides, 16/01/2020) - “En el patio de la misión de Bomoanga, ya no
hay nadie para recibir a quienes necesitaban ser escuchados, consolados o
encontrar una mano amiga que quisiese compartir su dolor", así lo
escribe el p. Mauro Armanino, de la Sociedad de Misiones Africanas,
hermano de comunidad del p. Luigi Maccalli secuestrado el 17 de
septiembre de 2018 y que aún se encuentra en manos de sus
secuestradores, unos completos desconocidos.
A pesar de las notas desalentadoras que se están difundiendo debido al
silencio prolongado desde aquel día de hace dieciséis meses, cuando el
misionero fue sacado por la fuerza de su misión en Bomoanga, la oración y la esperanza de muchas personas
continúa sin cesar.
“Una señora local que cuida a niños desnutridos, nos decía con desanimo
que la desaparición del padre está llevando a la muerte de la comunidad.
Además nos comentó su dolor por la 'falta de acción' de Dios que, según
ella, parece que se limita a 'mirar' lo que ocurre”, señala el p.
Armanino explicando algunas de las notas de desconsuelo que empiezan a
surgir entre la gente. Pero "tal vez ella no se ha dado cuenta de que
desde Niamey, pasando por Bomoanga, el pueblo del secuestro de
Pierluigi, se mantiene vivo un hilo delgado que no se ha roto. Un hilo
de fuego y arena llamado esperanza". Son muchos los hermanos de
comunidad del misionero secuestrado y los fieles en Níger, en Italia y
en otras partes del mundo, que continúan rezando y esperando poder
abrazar nuevamente al Padre Luigi Maccalli.