Lima, PERÚ (Agencia Fides, 24/01/2020) – Al concluir la 115a Asamblea Plenaria del
Episcopado peruano, la Conferencia Episcopal
(CEP) ha publicado su mensaje, enviado a Fides, que se refiere a las
elecciones parlamentarias del 26 de enero de 2020. Los obispos recuerdan
a la comunidad nacional que "la elección del nuevo Parlamento ofrece a
los ciudadanos una gran oportunidad para influir en el curso de los
acontecimientos en el país, expresando un voto responsable, de acuerdo
con sus creencias personales". Según las enseñanzas de la Iglesia, de
hecho, "la política es una gran forma de caridad. El Papa Francisco nos
recuerda que la política debe estar sobre todo al servicio del bien
común y no estar atrapada por ambiciones individuales, ni por la
arrogancia de grupos o centros. de intereses especiales. La verdadera
política es trabajar por el bien común".
Los obispos presentan, luego, una solicitud a los futuros miembros del
Congreso: "Les instamos a comprometerse a volver a unir la política con
las preocupaciones de los ciudadanos, abordar los problemas del país y
colocar la lucha contra la corrupción, la impunidad entre sus
prioridades, como también la inseguridad ciudadana, la violencia
familiar, los feminicidios, el desempleo". El mensaje finaliza señalando
el deber de las autoridades: "el gobierno debe establecer canales de
comunicación adecuados y eficientes, con el pueblo y con todos los
poderes del estado, para el bien del país".
La visita del Papa Francisco a Perú en enero de hace 2 años marcó la
participación de la Iglesia Católica en la vida política y social del
país, que intervino en la migración de venezolanos y mediando en el conflictos sociales, por ejemplo. La Conferencia Episcopal había esbozado una imagen muy
detallada de la situación nacional en la que leemos: “Vemos un proceso
sistemático de corrupción causado por el divorcio entre la ética y la
política, fortalecido por las ambiciones personales y grupales,
exacerbado por la impunidad y maltratado por un sistema que ignora la
justicia. Esto requiere todavía más que la sola verificación: hemos
alcanzado un punto de quiebre político: un nuevo comienzo requiere no
solo un cambio de mando sino también la recuperación ética y moral del
país a todos los niveles, porque los altos niveles de corrupción roban
la esperanza, especialmente de los pobres y los jóvenes.