Bangkok,TAILANDIA (Agencia Fides 01/03/2021) – “Todo empezó en 2007 cuando, durante el Capítulo General, se decidió abrir una nueva presencia misionera en Asia. En tiempos de crisis, marcados por el declive de las vocaciones, por el envejecimiento del personal y la difícil situación de algunas misiones, fue un signo de esperanza para todo el instituto, llamado a volver a partir y reposicionarse, en un nuevo contexto mundial y eclesial. De ahí la elección de Tailandia, donde llegaron los dos primeros javerianos en enero de 2012”. Así lo relata el padre Alex Brai, misionero javeriano, en una entrevista con la Agencia Fides, hablando de cómo los hijos espirituales de San Guido Maria Conforti han dado sus primeros pasos en el país asiático. “Como todos los comienzos - dice el padre Alex - el nuestro también estuvo lleno de esperanza y confianza, pero al mismo tiempo plagado de dificultades: los dos primeros años los dedicamos exclusivamente al estudio del idioma, asistiendo a cursos en escuelas específicas para extranjeros haciendo ejercicio constante para pronunciar sonidos completamente ausentes en nuestro alfabeto. Otra realidad con la que tuvimos que enfrentarnos - prosigue - fue el budismo: en Tailandia es un fenómeno cultural, antes que una religión. Aquí, en cada casa, en cada espacio público, en las calles, así como en los numerosos templos, abundan las referencias explícitas al budismo”. El misionero observa: “Este es un aspecto fascinante para nosotros, pero también un desafío para poder adentrarnos en un mundo tan diferente, con visiones y mentalidades inusuales, sin dejarnos llevar por prejuicios culturales y religiosos”.
Y es sobre todo entre los más necesitados y no cristianos que los
misioneros javerianos han optado por dar testimonio del Evangelio de
Jesús en Tailandia: “Fieles al carisma de nuestro instituto estamos
involucrados en el trabajo de evangelización entre los pueblos del
norte, en la frontera con Myanmar - explica el padre Brai -. Comenzamos
nuestra presencia con unas setenta familias católicas. Además de
gestionar la vida de esta pequeña comunidad cristiana, tomamos contacto
con los pueblos de los alrededores donde no había presencia cristiana. A
través de nuestra ayuda en las escuelas, de las visitas a los enfermos,
de algunas actividades dirigidas a los niños, especialmente en los
pueblos más pobres, vamos conociendo la realidad y dándonos a conocer”.
En Bangkok, los religiosos trabajan en los barrios marginales: “También
aquí nos ha empujado la caridad de Cristo - informa el padre Alex - para
acercarnos a los pobres, a los más pequeños, a los excluidos. Todos los
días visitamos a enfermos, ancianos, niños con dificultades, sin
familiares y sin alguien que los cuide”.
“A diez años de distancia de nuestra llegada a Tailandia - concluye el
religioso - los nudos por resolver aún son muchos y los desafíos por
afrontar también: con nuestras humildes posibilidades, pero con la ayuda
de Dios, estamos seguros de que nuestra presencia, el compartir con
sencillez y nuestra cercanía fraterna son la base para construir un
futuro mejor”.