En
el discurso que les dirigió, el Pontífice afirmó que su encuentro con el
personal de la Inspección era esta vez muy significativo porque se
enmarcaba en el contexto del Año Santo de la Misericordia, un evento de
relevancia espiritual, que ha traído ya en este primer mes a Roma
decenas de miles de peregrinos procedentes de todo el mundo. Por eso,
los dirigentes, funcionarios y agentes de Seguridad Pública, están
llamados ''a un esfuerzo todavía más grande para que las celebraciones y
los eventos vinculados con el Jubileo extraordinario se desarrollen de
forma regular y provechosa''. ''El orden exterior sobre el que vigiláis
con atención y cuidado -dijo- no dejará de favorecer el interior,
permeado de serenidad y paz''.
''Acabamos
de concluir el tiempo navideño, pero en muchos lugares, como en la
Plaza de San Pedro, -recordó el Papa- todavía sigue expuesto el
Nacimiento, que nos invita a custodiar dentro de nosotros, siguiendo el
ejemplo de la Virgen, el misterio que hemos celebrado. Jesús como
principio de vida nueva. Ese Niño es el consuelo verdadero de los
corazones, la luz verdadera que ilumina nuestra vida, derrotando a la
oscuridad del pecado. En Él hemos contemplado el rostro de la
misericordia de Dios Padre y hemos acogido la invitación renovada
convertirnos al amor y al perdón.¡Que esta experiencia espiritual nos
acompañe a lo largo de todo el Año Santo y que el Jubileo de la
Misericordia sea para todos un tiempo fuerte del espíritu, tiempo de
reconciliación con Dios y con los hermanos!''.