Jbeil, LÍBANO (Agencia Fides, 05/01/2016) – Hay alrededor de 2,8 millones de niños sirios
que no van a la escuela a causa de la guerra. 550.000 de ellos están
refugiados en el Líbano. El centro del Jesuit Refugee Service (JRS), que
trabaja en Jbeil ofrece asistencia escolar a 500 niños sirios,
ofreciéndoles también apoyo psicosocial. Una experiencia que permite
sentir la auténtica “emergencia escolar y educativa” que hay que
abordar con urgencia, para que el futuro de las generaciones de jóvenes
sirios no se vea comprometido.
Del informe de las actividades del centro Jbeil, lanzado por el JRS,
emerge que todos los niños asistidos se han visto afectados de forma más
o menos traumática por las consecuencias de la guerra. Algunos de ellos
han sido víctimas de violencia doméstica, y la mayoría de ellos,
actualmente viven en casas que no son adecuadas o con condiciones de
hacinamiento. En la mayoría de los niños, la experiencia traumática
tiene consecuencias negativas en términos de comportamiento, empezando
por la incapacidad de estar en clase.
Una condición que debe ser
abordado con paciencia, teniendo en cuenta - subraya Majed Mardini,
profesor en el centro escolar de Jbeil - que los niños sirios “necesitan
mucho más que una educación tradicional”. Se requiere que todos los
maestros realicen una obra de asistencia social y psicológica. “Muchos
de los chicos” refiere Mardini “no saben cómo se tiene que estar en la
escuela. Enseñamos a los niños cómo comportarse, cómo interactuar con
los demás, pero sobre todo, como quererse unos a otros”. Sólo un trabajo
diario y continuativo permite obtener resultados gratificantes, y
obtener una mejora real en el comportamiento y la capacidad de
aprendizaje de los niños. Muchos de ellos – explican los maestros – con
el tiempo reconocen la escuela como el único lugar donde pueden ser
felices, y no quieren interrumpir la frecuentación en el periodo de
vacaciones, que para muchos de ellos es un momento de tristeza y
abandono. Sea cual sea su futuro, en Siria o en otro lugar, “la
educación”, señala Mardini, “es la única manera de construir un futuro
para estos niños”.