CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - Enero 1° de 2016). Al terminar la Celebración Eucarística en la Solemnidad de María
Santísima Madre de Dios y 49a. Jornada Mundial
de la Paz, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano y, antes de rezar el Ángelus, ha dirijido a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro las siguientes palabras:
¡Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz año!
Al inicio del año es bello intercambiarse las felicitaciones. Renovamos así, los unos para los otros,
el deseo que aquello que nos espera sea un poco mejor. Es, en fondo, un signo de la esperanza que
nos anima y nos invita a creer en la vida. Pero sabemos que con el año
nuevo no cambiará todo, y que tantos problemas de ayer permanecerán
también mañana. Ahora quisiera dirigir un deseo sostenido de una esperanza real, que traigo de la Liturgia de hoy.
Son las palabras con
las cuales el Señor mismo pide bendecir su pueblo: «El Señor haga
resplandecer para ti su rostro […]. El Señor dirija a ti su rostro» (Nm 6,25-26). También yo les deseo
esto: que el Señor ponga su mirada sobre vosotros y que puedan alegrarse,
sabiendo que cada día su rostro misericordioso, más brillante que el
sol, resplandece sobre vosotros y ¡no se oculta nunca! Descubrir el
rostro de Dios hace nueva la vida. Porque es un Padre enamorado del hombre, que no se cansa nunca de recomenzar del inicio con nosotros para renovarnos. ¡Porque el Señor tiene una paciencia con nosotros! No se cansa nunca de recomenzar desde el inicio cada vez que nosotros caemos. Pero el Señor no promete cambios
mágicos, Él no usa la vara mágica. Ama cambiar la realidad desde
dentro, con paciencia y amor; pide entrar en nuestra vida con
delicadeza, como la lluvia en la tierra, para llevar fruto. Y siempre
nos espera y nos mira con ternura. Cada mañana, al
despertar, podemos decir: “Hoy el Señor hace resplandecer su rostro
sobre mí”. Bella oración, que es una realidad.
La bendición bíblica continúa así: «[El Señor] te conceda paz» (v. 26). Hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz, con el tema: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. La paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros. No sólo, debe ser también “conquistada”. Esto implica una
verdadera y propia lucha, un combate espiritual que tiene lugar en nuestro
corazón. Porque enemiga de la paz no es sólo la guerra, sino también la
indiferencia, que hace pensar sólo a sí mismos y crea barreras,
sospechas, miedos y cerrazones. Y estas cosas son enemigas de la paz. Tenemos, gracias a
Dios, tantas informaciones; pero a veces estamos tan sumergidos de
noticias que nos distraemos de la realidad, del hermano y de la hermana
que necesitan de nosotros. Comencemos en este año a abrir el
corazón, despertando la atención hacia el prójimo, a quien esté más
cercano. Este es el camino para la conquista de la paz.
Nos ayude en esto la reina de la Paz, la Madre de Dios, de
quien hoy celebramos la solemnidad. Ella
«custodiaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). Las esperanzas y las preocupaciones, la gratitud y los problemas: todo aquello que acontecía en la vida se transformaba, en el
corazón de María, oración, diálogo con Dios. Y Ella hace así también por nosotros: custodiar las
alegrías y desata los nudos de nuestra vida, llevándolos al Señor.
Pidamos a la Madre el año nuevo, para que crezcan la paz y la misericordia.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Deseo agradecer al
Presidente de la República Italiana por las felicitaciones que me ha
dirigido ayer por la tarde en su Mensaje de fin de año, y que devuelvo
de corazón.
Expreso reconocimiento
por las múltiples iniciativas de oración y de acción por la paz
organizadas en cada parte del mundo en ocasión de la Jornada Mundial de
la Paz de hoy. Pienso, en particular, a la Marcha nacional que se ha
llevado ayer por la tarde en Molfetta, promovida por la CEI, Caritas,
Pax Christi y Acción Católica; es bello saber que tantas personas,
sobre todo jóvenes han elegido este modo para vivir la noche de año nuevo. Saludo con afecto a los participantes en la
manifestación “Paz en todas las tierras” promovida en Roma y en muchos Países por la Comunidad de San Egidio. Queridos amigos, les animo a
llevar hacia adelante vuestro compromiso a favor de la reconciliación y de la
concordia. Y saludo a las familias
del Movimiento del Amor Familiar, que han velado esta noche en la Plaza
de San Pedro, rezando por la paz y la unidad en las familias del mundo
entero. Gracias a todos por estas bellas iniciativas y por vuestra oración.
Dirijo un saludo
cordial a todos vosotros, queridos peregrinos aquí presentes. Un
pensamiento especial va a los “Cantores de la Estrella” – Sternsinger-,
niños y jóvenes que en Alemania y Austria llevan a las casas la
bendición de Jesús y recolectan donaciones para sus coetáneos pobres.
Saludo a los amigos y a los voluntarios de la Fraterna Domus, el
Oratorio de Stezzano y a los fieles de Taranto.
A todos deseo un año de
paz en la gracia del Señor, rico de misericordia y con la protección
materna de María, la Santa Madre de Dios. Y no se olviden por la
mañana, cuando se despierten, recuerden esa parte de la bendición de Dios:
“Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí” Todos: “Hoy el
Señor hace resplandecer su rostro sobre mí”, ¡otra vez! “Hoy el Señor
hace resplandecer su rostro sobre mí”.
Buen año, buen almuerzo, y no se olviden de rezar por mí. ¡Adiós!
(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)