CIUDAD DEL VATICANO, 31 diciembre 2015
(VIS).- El Santo Padre FRANCISCO presidió el jueves a las 17.00 horas, en la Basílica
Vaticana, las primeras Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de
Dios. Siguieron la exposición del Santísimo Sacramento, el canto del
tradicional himno 'Te Deum' en acción de gracias por la conclusión del
año civil, y la bendición eucarística. Al finalizar, el Pontífice salió a
pié para bendecir el pesebre de la Plaza de San Pedro.
''Recorrer
los días del año transcurrido -ha dicho el Papa-, puede ser como un
recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de
dolor, o como buscando comprender si hemos percibido la presencia de
Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda. Estamos llamados a
verificar los acontecimientos del mundo que se realizaron según la
voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los
hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de
poder y de violencia gratuita''.
''Y,
sin embargo, -ha continuado- hoy nuestros ojos tienen necesidad de
focalizar en modo particular los signos que Dios nos ha concedido, para
tocar con mano la fuerza de su amor misericordioso. No podemos olvidar
que muchos días han sido marcados por la violencia, por la muerte, por
el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a
dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y
sustento. Y sin embargo, cuántos grandes gestos de bondad, de amor y de
solidaridad han llenado las jornadas de este año, ¡que no han sido
noticias en los telediarios! Estos signos de amor no pueden y no deben
ser obscurecidos por la prepotencia del mal. El bien vence siempre,
también si en cualquier momento puede aparecer más débil o escondido''.
''Nuestra
ciudad de Roma no es extraña a esta condición del mundo entero.
Quisiera -ha añadido- que llegase a todos sus habitantes la invitación
sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente. Que
el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio,
honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que
han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido
de dedicación al bien común. Que no falte nunca la aportación positiva
del testimonio cristiano para permitir a Roma según su historia, y con
la materna protección de María Salus Populi Romani, de ser intérprete
privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz''.