El Cairo, EGIPTO (Agencia Fides, 22/07/2016) – En Egipto, entre los musulmanes y los
cristianos hay igualdad de derechos y deberes ante la ley y el Estado
debe prestar atención “a todos los intentos de abrir brechas entre las
dos comunidades”. Por esta razón, los responsables de actos de violencia
y ataques por motivos sectarios serán procesados y castigados de
acuerdo a la ley, porque “Egipto es un estado de derecho”. Con estas
palabras, el presidente egipcio Abdel Fattah Sisi, expresó ayer su clara
oposición a los choques sectarios que se han registrados en los últimos
tiempos, sobre todo en la gobernación de Minya, donde el pasado domingo
un cristiano copto fue asesinado por unos agresores musulmanes durante
una pelea. Este llamamiento a la armonía religiosa y la intención
reafirmada de perseguir con la ley a cuantos utilicen la violencia
sectaria, fue expresada ayer por el Presidente ex-General durante una
ceremonia de entrega de certificados militar.
Al hablar en la ceremonia, Al-Sisi ha pedido a todos que favorezcan la
unidad nacional entre egipcios, reiterando que los cristianos y los
musulmanes son iguales ante la ley.
Después, el Patriarca copto ortodoxo Tawadros II tuvo una breve reunión
con el presidente al Sisi, y lanzó una declaración a través de la prensa
egipcia invitando a todos a no ofrecer pretextos a quienes quieren
aprovechar de las circunstancias para crear daños en una sociedad que
cuanta con más de 90 millones de ciudadanos y sufre por las dificultades
económicas y los pocos recursos financieros, “porque su objetivo es la
destrucción de nuestro País”.
Las intervenciones del Presidente al Sisi y del Patriarca Tawadros se
producen tras las del Sheikh Ahmed al Tayyib, Gran Imam de al Azhar, que
ya había intervenido con una declaración pública, en la que invitaba a
los habitantes de la región a elegir el camino de la razón, para evitar
la propagación de la sedición sectaria. La
Organización “Iniciativa Egipcia” ha contado al menos 77 episodios de
mayor o menor gravedad de violencia sectaria en la región de Minya
después de la llamada revolución del 26 de enero de 2011. Hasta ahora,
en muchas ocasiones, después de los casos de choques sectarios no se
ponen en marcha los procesos penales para identificar y sancionar a los
responsables de la violencia, sino que se organizan las llamadas
“reuniones de reconciliación”, reuniones públicas inspiradas por las
autoridades locales para hacer que los miembros de diferentes
comunidades religiosas hablen entre sí después de que se produzcan
enfrentamientos sectarios y hacer actos públicos de apaciguamiento. Una
práctica considerada como ineficaz, y que a menudo termina por otorgar
inmunidad a los autores de actos de violencia e intimidación.