CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 23/03/2018) – “El don de la vida – ya sea el
martirio propiamente dicho, o el testimonio de una existencia gastada
gratuitamente por Dios y por el prójimo – genera algo completamente
nuevo. Este es el mensaje que donan los misioneros: no es viviendo para
uno mismo que se da fruto, sino yendo más allá de uno mismo. La semilla
da fruto cuando muere, nos recuerda la parábola del Evangelio. Esta es
la clave de la existencia cristiana. Esta imagen condensa la llamada de
todo cristiano, también de los jóvenes”: así lo afirma el Arzobispo
Giovanni Pietro Dal Toso, Presidente de las Obras Misionales Pontificias
(OMP), en una entrevista con la Agencia Fides, presentando la “Jornada
de oración y ayuno en memoria de los misioneros mártires” que se celebra
el 24 de marzo de cada año, tomando inspiración del martirio de Mons.
Oscar Arnulfo Romero.
Como especifica “Missio Italia” (las Obras Misionales Pontificias de
Italia), la celebración pretende “recordar a cuántos han sacrificado sus
vidas a lo largo de los siglos, proclamando a Cristo y anunciando el
Evangelio hasta llegar a consecuencias extremas, al igual que para
recordar el valor supremo de la vida que es un don para todos".
Mons. Dal Toso explica que “el martirio tiene una connotación propia
bien concreta: es el asesinato de un bautizado en odium fidei, es decir,
por odio a la fe. Pero, por otro lado, hay muchos misioneros que
ofrecen y dan sus vidas todos los días para dar testimonio del amor de
Cristo a la humanidad”.
La “Jornada de oración y ayuno en memoria de los misioneros mártires”
fue proclamada en 1993 por el “Movimiento Juvenil Misionero”. Hoy,
mientras la Iglesia se acerca al Sínodo dedicado a la juventud, Mons.
Dal Toso, señala: “En la iglesia antigua hubo muchos jóvenes mártires.
Pensando en ellos, podemos decir que el testimonio de fe, y también de
sangre, no conoce límites: la llamada al don de la vida toca a cada
persona bautizada, y los jóvenes pueden dar un ejemplo precioso. Cuando
se es joven, se posee un gran impulso y disposición para dar la propia
vida. Hay mucha generosidad en los corazones de los jóvenes”.
“No creo que los jóvenes de hoy - continúa el presidente de las OMP -,
sean menos generosos que las generaciones del pasado. La juventud, como
las otras etapas de la vida, tienen debilidades endémicas, pero los
millennials, los jóvenes de hoy, también muestran generosidad: solo hay
que pensar en las experiencias de los jóvenes y voluntarios que viajan a
los países de misión”.
La experiencia de los jóvenes mártires, sacerdotes, religiosos y laicos,
según el Arzobispo, pueden ser significativas en el próximo Sínodo
sobre los jóvenes: “Sus historias nos dicen que la medida del Evangelio
no puede reducirse a una mera posibilidad humana. Hay algo mucho más
grande a lo que los jóvenes están llamados: y los jóvenes están
dispuestos a responder. El ejemplo de los jóvenes mártires pone de
manifiesto que no podemos considerar a los jóvenes de hoy menos
dispuestos a ofrecerse a sí mismos por algo grande, como el Evangelio de
Jesucristo”.
Sobre el trabajo de la Iglesia, Mons. Dal Toso señala: “La Iglesia está
llamada a tomar en serio a los jóvenes, esto no quiere decir que hay que
reducir el Evangelio a sus deseos, sino que hay que ofrecerles la
posibilidad de ir más allá de sus esquemas, en la perspectiva del don
supremo de uno mismo, realizado con Cristo. Además, los jóvenes pueden
ser objeto de evangelización para otros jóvenes: ya lo vemos en Europa y
en otras partes del mundo. Como ha sucedido por ejemplo, en la
experiencia del martirio de Mario Borzaga, de 28 años, un joven
misionero de los Oblatos de María Inmaculada que, en los años 60 del
siglo pasado, dio su vida en Laos, en una situación complicada desde un
punto de vista geográfico y político. Siempre es válido -concluye- lo
que afirmaba Tertuliano: la sangre de los mártires es la semilla de
nuevos cristianos. La Iglesia lo experimenta siempre y lo recuerda hoy”.