








A Su arribo, alrededor de las 16:00, el Pontífice se ha encontrado con los detenidos enfermos en la enfermería. ha incontrato i detenuti ammalati in infermeria. Posteriormente ha celebrado la Santa Misa en Coena Domini, inicio del Triduo Pascual, dejando como regalo el Altar donde ha celebrado.
En el curso del Rito el Santo Padre ha lavado los pies a 12 detenidos provenienties de siete diversos Paísies: 4 italianos, 2 filipinos, 2 maroquíes, 1 moldavo, 1 colombiano, 1 nigeriano y 1 de Sierra Leona. Ocho de ellos son de religión católica; dos musulmanes; uno ortodoxo e uno budista.
Finalmente, antes de regregar al Vaticano, se ha encontrado con algunos detenidos de la VIII Sección.
Texto de Homilía que el Papa FRANCISCO ha pronunciado después de la proclamación del Santo Evangelio y las palabras al término de la Visita:
SANTA MISA EN COENA DOMINI
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Casa Penitenciaria “Regina Coeli” en Roma
Jueves Santo, 29 de marzo de 2018
Jueves Santo, 29 de marzo de 2018
Jesús termina su discurso diciendo: « Porque os he dado ejemplo, para
que como yo os he hecho, vosotros también hagáis». Lavar los pies. Los
pies en aquel tiempo eran lavados por los esclavos. Era un trabajo de
los esclavos. La gente recorría las calles, no había asfalto, no había
“sampietrini”; en aquel tiempo había polvo en el camino y la gente se
ensuciaba los pies. Y en el ingreso de las casas estaban los esclavos
que lavaban los pies. Era un trabajo de esclavos pero era un servicio:
un servicio hecho por los esclavos. Jesús quiso hacer este servicio para
darnos un ejemplo de cómo nosotros tenemos que servirnos los unos a los
otros.
Una vez, cuando estaban en camino, dos de los discípulos que querían
hacer carrera, pidieron a Jesús ocupar los puestos importantes, uno a su
derecha y el otro a la izquierda, (cfr. Mc 10,35-45). Jesús los miró
con amor -Jesús siempre miraba con amor - y les dijo: «No saben lo que
piden». Los jefes de las naciones – dice Jesús – “dominan a las
naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su
autoridad” (v.48) Pensemos, en aquella época de los reyes, emperadores,
muchos crueles, que se hacían servir por los esclavos. Entre ustedes –
dice Jesús - no debe ser así: el que quiera ser grande, que se haga
servidor. El jefe vuestro debe ser vuestro servidor. Jesús revierte la
costumbre sólida y cultural de aquella época y también la de hoy. El que
manda debe ser un bravo jefe, sea donde sea, debe servir. Pienso muchas veces – no en este tiempo porque cada uno está vivo
todavía y tiene la oportunidad de cambiar vida y no podemos juzgar –
pero pensemos en la historia: si tantos reyes, emperadores, jefes de
estado hubieran entendido esta enseñanza de Jesús y en vez de dominar,
ser crueles, matar gente, hubieran hecho esto: ¡cuántas guerras se
hubieran evitado! El servicio: de verdad que hay gente que no facilita
esta actitud, gente soberbia, gente odiosa, gente que tal vez nos desea
el mal; pero nosotros estamos llamados a servirlos aún más. Y también
hay gente que sufre, que está descartada por la sociedad, al menos por
un tiempo, y Jesús va allí para decirles “tú eres importante para mí.
Jesus viene a servirnos, y la señal que Jesús nos sirve hoy aquí, en la
cárcel de Regina Coeli, es que ha querido elegir a doce de ustedes para
lavarles los pies. Jesús arriesga por cada uno de nosotros. Jesús no se
llama Poncio Pilato, no sabe “lavarse las manos”, sabe sólo arriesgar.
Miren esta imagen tan bella: Jesús, inclinado entre las espinas,
arriesgando herirse para agarrar a la oveja perdida. Hoy yo, que soy
pecador como ustedes, pero que represento a Jesús, soy embajador de
Jesús.
Hoy cuando me incline ante cada uno de ustedes piensen: “Jesús ha
arriesgado en este hombre, un pecador, para venir a verme y decirme que
me ama”. Éste es el servicio, éste es Jesús: no nos abandona nunca,
nunca se cansa de perdonar, nos ama tanto. ¡Miren como arriesga Jesús!
Y así, con este sentimiento, vamos adelante en esta ceremonia que es
simbólica. Antes de darnos su Cuerpo y su Sangre, Jesús se arriesga por
cada uno de nosotros, y arriesga en el servicio porque nos ama tanto.
En el gesto del intercambio de la Paz, el Santo Padre pronunció estas palabras:
Y ahora, todos nosotros - estoy seguro que todos nosotros- tenemos el
deseo de estar en paz con todos. Pero en nuestros corazones hay tantos
sentimientos contrastantes. Es fácil estar en paz con aquellos que
amamos y con aquellos que nos hacen bien; pero no es fácil estar en paz
con aquellos que nos han hecho mal, que no nos aman, con quienes estamos
enemistados. En silencio, un momento, que cada uno piense en quienes
nos quieren y a quienes queremos, y también cada uno de nosotros piense
en los que no nos quieren y también en los que no queremos, y también,
es más, de quienes querríamos vengarnos. Y le pedimos al Señor, en
silencio, la gracia de dar a todos, buenos y malos, el don de la paz.
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