CIUDAD DEL VATICANO (
http://www.vaticannews.va/es/papa/news/2018-03/papa-francisco-via-crucis-viernes-santo-semana-santa.html - 30 de marzo de 2018).- Este Viernes Santo, el Papa FRANCISCO
presidió la meditación de las 14 estaciones del Vía Crucis en el Coliseo
de Roma, meditaciones escritas por un grupo de jóvenes y luego impartió
su bendición apostólica.
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Te pedimos Hijo de Dios, de identificarnos con el buen ladrón que te
ha mirado con ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de
esperanza; que, con los ojos de la fe, ha visto en tu aparente derrota
la divina victoria y así se ha arrodillado ante tu misericordia y con
honestidad ha robado el paraíso”, lo dijo el Papa FRANCISCO en su
meditación al final del Vía Crucis en el Coliseo de Roma, este Viernes
Santo.
Después de meditar las 14 estaciones del camino de la cruz, escrito
este año por 15 jóvenes estudiantes, el Santo Padre invitó a dirigir
nuestra mirada al Señor Jesús, humilde, sufriente y abandonado a la
voluntad del Padre, una mirada de vergüenza, de arrepentimiento y de
esperanza, al igual que hizo el buen ladrón.
Vergüenza por haberte dejado solo sufriendo por nuestros pecados
Señor Jesús,
nuestra
mirada se dirige a ti, lleno de vergüenza, de arrepentimiento y de
esperanza. Ante tu supremo amor nos invade la
vergüenza por haberte dejado solo sufriendo por nuestros pecados: la
vergüenza por haber huido ante la prueba a pesar de haberte dicho miles
de veces: “incluso si todos te dejan, yo no te dejaré jamás”; la
vergüenza de haber elegido a Barrabas y no a ti, el poder y no a ti, la
apariencia y no a ti, el dios dinero y no a ti, la mundanidad y no la
eternidad; la vergüenza por haberte tentado con la boca y con el
corazón, cada vez que nos hemos encontrado ante una prueba, diciéndote:
“¡si tú eres el mesías, sálvate y nosotros creeremos!
La vergüenza porque tantas personas, e incluso
algunos de tus ministros, se han dejado engañar por la ambición y por la
vanagloria perdiendo su dignidad y su primer amor; la vergüenza porque
nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado
por las divisiones y por las guerras; un mundo devorado por el egoísmo
donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, los ancianos son
marginados; la vergüenza de haber perdido la vergüenza.
“¡Señor Jesús, danos siempre la gracia de la santa vergüenza!”
Arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza
Nuestra mirada también está llena de arrepentimiento que ante tu silencio elocuente suplica tu misericordia:
el arrepentimiento que brota de la certeza que sólo tú puedes salvarnos
del mal, sólo tú puedes curarnos de nuestra lepra de odio, de egoísmo,
de soberbia, de avidez, de venganza, de codicia, de idolatría, sólo tú
puedes volvernos a abrazar donándonos la dignidad filial y gozar por
nuestro regreso a casa, a la vida.
El arrepentimiento que surge al sentir
nuestra pequeñez, nuestra nada, nuestra vanidad y que se deja acariciar
por tu invitación suave y poderosa a la conversión; el arrepentimiento
de David que desde el abismo de su miseria encuentra en ti su única
fuerza; el arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza, que nace de la
certeza que nuestro corazón estará siempre inquieto hasta que no te
encuentre y en ti su única fuente de plenitud y de paz; el
arrepentimiento de Pedro que encontrando tu mirada lloró amargamente por
haberte negado ante los hombres.
“¡Señor Jesús, danos siempre la gracia del santo arrepentimiento!”
Enséñanos que tu amor es nuestra esperanza
Ante tu suprema majestad se enciende, en las
tinieblas de nuestra desesperación, un rayo de esperanza porque sabemos
que tu única medida de amarnos es aquella de amarnos sin medida; la
esperanza para que tu mensaje continúe inspirando, incluso hoy, a tantas
personas y pueblos a que sólo el bien puede derrotar al mal y la
maldad, sólo el perdón puede abatir el rencor y la venganza, sólo el
abrazo fraterno puede dispersar la hostilidad y el miedo al otro.
La esperanza para que tu sacrificio
continúe, también hoy, emanando el perfume de amor divino que acaricia
los corazones de tantos jóvenes que continúan consagrando sus vidas
convirtiéndose en ejemplos vivos de caridad y de gratuidad en este
nuestro mundo devorado por la lógica del provecho y de la ganancia
fácil; la esperanza para que tantos misioneros y misioneras continúen,
también hoy, desafiando la dormida conciencia de la humanidad
arriesgando la vida para servirte en los pobres, en los descartados, en
los emarginados, en los invisibles, en los explotados, en los
hambrientos y en los encarcelados.
La esperanza para que tu Iglesia,
santa y hecha de pecadores, continúe, también hoy, no obstante todos los
intentos de desacreditarla, a ser una luz que ilumina, anima, alivia, y
testimonia tu amor ilimitado a la humanidad, un modelo de altruismo,
una arca de salvación y una fuente de certeza y de verdad; la esperanza
porque de tu cruz, fruto de la avidez y cobardía de tantos doctores de
la Ley e hipócritas, ha surgido la Resurrección transformando las
tinieblas de la tumba en el esplendor del alba del Domingo sin ocaso,
enseñándonos que tu amor es nuestra esperanza.
“¡Señor Jesús, danos siempre la gracia de la santa esperanza!”
Haznos como el buen ladrón
Ayúdanos, Hijo del hombre a
despojarnos de la arrogancia del ladrón colocado a tu izquierda y de los
miopes y de los corruptos, que han visto en ti una oportunidad para
aprovechar, un condenado por criticar, un derrotado para burlarse, otra
ocasión para echar sobre los demás, e incluso sobre Dios, sus propias
culpas.
Te pedimos en cambio, Hijo de Dios de
identificarnos con el buen ladrón que te ha mirado con ojos llenos de
vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza; que, con los ojos de la
fe, ha visto en tu aparente derrota la divina victoria y así se ha
arrodillado ante tu misericordia y con honestidad ha robado el paraíso.
¡Amen!
Ver en:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2018/3/30/via-crucis.html