Asmara, ERITREA (Agencia Fides, 24/10/2018) - De Eritrea todavía se huye. El final oficial de
la guerra con Etiopía no ha detenido el éxodo. Los jóvenes huyen de un
régimen opresivo y de una sociedad muy pobre que no ofrece oportunidades
de trabajo. Abba Mussie Zerai, sacerdote de la eparquía de Asmara,
escribió una carta abierta en la que reprende a la clase dominante de su
país: “El de Asmara, -dice en la carta enviada a Fides-, es uno de los
regímenes políticos más duros del mundo, una dictadura que suprimió
todas las formas de libertad, anularon la constitución de 1997,
suprimieron la magistratura, militarizaron a toda la población. Una
dictadura que, en una palabra, creó un estado-prisión. Los numerosos
informes publicados por diversas instituciones y organizaciones
internacionales, así como por las más prestigiosas ONG y asociaciones
humanitarias, lo han denunciado durante veinte años. Una prueba son los
dos informes finales de las investigaciones realizadas por la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que afirman de forma inequívoca
que el régimen ha optado por un sistema de terror convirtiendo a su
propio pueblo en esclavo. En el informe de 2016 lleguemos a la
conclusión de que existen elementos bien fundados para remitir a los
principales líderes del Gobierno a la Corte Penal Internacional”.
En los últimos años muchos eritreos han huido. Una buena parte de ellos
se ha quedado en Etiopía, que actualmente alberga a 175 000, y en Sudán,
que acoge a 110 000. Pero muchos se dirigen al norte, llegan a Italia y
se trasladan a Suiza, Alemania, Holanda, Suecia, Noruega y Reino Unido,
Canadá y Estados Unidos.
Muchos eritreos mueren durante el viaje. El símbolo de esta tragedia es
el naufragio que tuvo lugar el 3 de octubre de 2013, cuando más de 300
personas murieron. “Como eritreo, - asegura Abba Mussie -, pido que sea
posible devolver a Eritrea los cuerpos de las víctimas de la tragedia de
Lampedusa y de todos los otros jóvenes refugiados ahogados en el
Mediterráneo y enterrados en Italia. Hasta ahora ha habido un rebote de
responsabilidad. Es hora de superar estas controversias, en nombre de un
principio humanitario fundamental: dar a las familias un lugar para
rezar por sus seres queridos”.
En este contexto, el régimen no suaviza su control sobre la población:
docenas de presos políticos aún están detenidos en las cárceles, los
organismos internacionales no pueden entrar en estos centros y cualquier
forma de libertad, empezando por la política y la de religión, no está
garantizada. “Incluso recientemente, -continúa Abba Mussie-, han sido
arrestados opositores, las escuelas católicas e islámicas han sido
cerradas, ocho centros médicos y hospitales católicos han sido
bloqueados, mientras que el patriarca de la Iglesia ortodoxa Abune
Antonios, detenido en 2004, sigue arrestado después de 14 años”. Y,
lanzando un llamamiento a la comunidad internacional, el sacerdote
concluye: “No se puede seguir como si no pasase nada, cerrando los ojos a
la realidad en nombre de los intereses geoestratégicos y económicos. Se
debe dar voz con fuerza a los valores de libertad, democracia, justicia
y solidaridad”.