Kabul, AFGANISTÁN (Agencia Fides, 29/10/2018) - "Si evaluáramos las elecciones para la
renovación de la Cámara Baja (Wolesi Jirga) del Parlamento afgano según
nuestros parámetros, podríamos decir que fueron un fracaso total. Pero
si se tiene en cuenta la situación en la que se desarrollaron, creo que
fueron un gran éxito”. Son las declaraciones a Fides del padre Giovanni
Scalese, misionero Barnabita, responsable de la Missio sui iuris de
Afganistán, a propósito de las elecciones del pasado 20 de octubre,
realizadas, finalmente, el sábado 27 de octubre. En la provincia de
Kandahar, la ronda electoral se pospuso tras el mortal ataque
reivindicado por los talibanes en la víspera de la votación que le costó
la vida al gobernador y al jefe de policía.
Las cifras hablan de una participación electoral muy baja y mucha
desorganización. Scalese señala en la nota enviada a Fides: "Menos del
50% de los votantes han ejercido su derecho, se han denunciado fraudes y
ha habido muchos muertos y heridos a causa de los ataques de los
talibanes y del ISIS. Pero, quizás, la mayor limitación ha sido la gran
confusión: retrasos en la apertura de los colegios electorales, largas
colas de votantes, fracaso del nuevo sistema de reconocimiento
biométrico y aplazamiento de los votos en la provincia de Kandahar. Hay
quienes temen que la desorganización pueda deslegitimar de alguna manera
los resultados de la votación que se conocerán entre noviembre y
diciembre”.
A pesar de este escenario, el padre Scalese subraya el aspecto positivo
del evento: "Son elecciones que debieron haberse celebrado en 2015 y
fueron aplazadas continuamente. El mero hecho de que se hayan celebrado
ya es un éxito. La participación masiva, a pesar de las amenazas y los
ataques, demuestra el deseo de democracia que tiene el pueblo afgano.
Los talibanes salieron definitivamente derrotados. No solo porque quedó
demostrado que no tienen los seguidores que dicen tener entre la
población, sino también porque no lograron, pese a sus amenazas,
mantener a los votantes alejados de las urnas. Los afganos han
demostrado que no tienen miedo. El deseo de una vida democrática
pacífica fue más fuerte que las bombas”.
Respecto a los retos a los que se enfrentará el nuevo Parlamento, el
padre Scalese subraya que "los dos problemas más inmediatos son la
seguridad y la corrupción. Deben garantizar a Afganistán un mínimo de
seguridad y serenidad, -de lo contrario todo no será más difícil si no
imposible-, y curar al país del cáncer de la corrupción invasiva. Si
estas son las necesidades urgentes, no menos importante es la tarea de
construir un Estado democrático eficiente, con instituciones que
realmente funcionen y que sean autosuficientes, es decir, que no
dependan de la financiación extranjera.