Alejandría de EGIPTO (Agencia Fides, 24/03/2020) - «Ahora es un hecho que el mundo
está entrando en una era apocalíptica, donde nadie se siente seguro, y
donde los tambores de la guerra están sincronizados con los gritos de
los corazones de los hombres que mueren de miedo y de la expectativa de
lo que sucederá en la tierra». Con estas intensas palabras, citando las
expresiones de Jesús en el Evangelio de Juan, Theodoros II, patriarca
ortodoxo de Alejandría y de toda África, ha querido sugerir el
significado revelador del tiempo al que se enfrenta toda la familia
humana, ante la expansión de la pandemia de coronavirus. Lo ha dicho a
través de una la Carta Encíclica dirigida a los obispos y a todos los
bautizados que forman parte del Patriarcado greco ortodoxo de Alejandría
y de toda África. «Con corazón contrito y con lágrimas, de noche y de
día», se lee en el mensaje patriarcal, «levantemos nuestras manos en
oración al Señor misericordioso, rogándole que tenga
compasión por la humanidad, obra de sus manos, y silencie las trompetas
del Apocalipsis, para que la alegría y la paz puedan volver a la vida
cotidiana de las personas».
Con su epístola pastoral, el Patriarca Theodoros expresa su preocupación
y apoyo paterno a todos «con respecto al grave problema de la pandemia
de COVID-19». Dirigiéndose a todos los bautizados, y en particular a los
obispos, el Patriarca recuerda que «como cristianos y pastores no
perdemos nuestra esperanza en Dios. Creemos y predicamos al Dios
Todopoderoso, el Dios del amor y la misericordia».
En la carta, pensando también en las comunidades cristianas ortodoxas
atendidas por el Patriarcado en varios países del continente africano,
Theodoros hace una referencia a las alarmantes noticias sobre la
propagación del coronavirus también en África subsahariana. «Solo hay un
punto», señala Theodoros a los obispos y sacerdotes, «que yo, como su
padre espiritual, me gustaría pedirles: estén cerca de su rebaño,
consuélenlo y apoyen a nuestros hermanos africanos, enséñeles el
correcto comportamiento sanitario y de limpieza, dado que la mayoría no
tiene acceso a agua limpia. Y dado que la situación es grave, les
aconsejo que respeten las órdenes y disposiciones de los países en los
que trabajan, para que nuestra Santa Iglesia no sea motivo de escándalo,
sino que sea un ejemplo de solidaridad social y caridad».