Tombura, SUDÁN DEL SUR (Agencia Fides, 26/03/2020) - “Las autoridades sanitarias de nuestro país
nos instan a detener todas las actividades, a cerrar las instituciones,
lugares de culto y escuelas. Como personas de fe estamos llamados a
hacer frente al miedo a este momento, por la crisis vinculada a la
epidemia de coronavirus, con coraje y con un corazón generoso". Así es
como Mons. Barani Eduardo Hiiboro Kussala, obispo de la diócesis de
Tombura-Yambio, se ha dirigido a los sacerdotes y fieles de la diócesis.
En Sudán del Sur, todavía no se han reportado casos de pandemia de
coronavirus, pero ya se han tomado medidas preventivas. El Ministerio de
Salud ha anunciado el cierre de todos los demás aeropuertos del país,
con la prohibición de vuelos internacionales y el cierre de fronteras.
Solo se admitirán autobuses comerciales, camiones de alimentos y tanques
de combustible.
“Las iglesias - informa el Obispo en una nota enviada a Fides -
permanecerán abiertas como signo de paz y esperanza, los niños y los
ancianos tendrán que quedarse en casa, se suspenderán las celebraciones
litúrgicas masivas, los adultos que quieran ir a la iglesia para rezar
tendrán que lavarse las manos en la entrada y mantenerse a una distancia
de un metro con los demás". En la carta, el Obispo invita a todos a
seguir estrictamente las indicaciones y comunica que “Todas las
estaciones de radio locales en la diócesis ofrecerán el servicio
litúrgico diario".
Mons Hiiboro instando al personal de la Iglesia invita a todos a
trabajar en estrecha colaboración con las autoridades del gobierno local
para fortalecer las medidas preventivas contra el COVID-19 y a servir
por el bien común, dando prioridad a los más vulnerables en la diócesis.
Si bien son importantes, las medidas adoptadas no abordan la compleja
realidad en el país, ya de por sí maltratado por el hambre, la pobreza y
las enfermedades, donde las medidas de salud son normalmente escasas.
El gobierno debe garantizar que las restricciones a los viajes no
detengan las ayudas humanitarias. Las organizaciones humanitarias,
señala la Iglesia, deben continuar teniendo acceso ilimitado a las
poblaciones necesitadas.