Johannesburgo, SUDÁFRICA (Agencia Fides, 22/04/2020) - En Sudáfrica, la situación se está
volviendo cada vez más tensa. Las medidas gubernamentales que requieren
el bloqueo debido al Covid-19 evitan que quienes viven con el jornal
obtengan alimentos. Las personas más pobres están agotadas. "La
situación es dramática tanto para los inmigrantes como para los
sudafricanos que viven en las township", explica a la Agencia Fides, el
misionero scalabriniano Pablo Velásquez desde Johannesburgo. "Desde hace
varias semanas –continua -, el gobierno ha impuesto la cuarentena y las
personas acostumbradas a salir a buscar comida se han encontrado sin
ningún sustento para ellos y sus familias. Aquí la desesperación se toca
con la mano. A mi número personal recibo mensajes casi todos los días
de trabajadores inmigrantes desesperados, sin nada que comer. Algunos de
ellos son el único recurso económico para su familia que vive en otros
países africanos. Entre ellos, hay muchos
mozambiqueños que son víctimas de explotación aquí en Sudáfrica ".
Cientos de personas han llegado a las puertas de la parroquia de San
Patricio, al sur de Johannesburgo, que el padre Pablo gestiona con sus
hermanos de comunidad, para recibir "un paquete de alimentos", es decir,
una bolsa con productos alimenticios básicos para sus familias. Solo el
lunes, más de 200 hombres y mujeres, en su mayoría inmigrantes
africanos, recurrieron a los religiosos. La tensión es palpable. "El
gobierno sudafricano excluye a los extranjeros de las ayudas", continúa
el padre Pablo. "En nuestra parroquia estamos haciendo todo lo posible
para satisfacer las necesidades de estos hermanos nuestros que tienen
que romper las medidas restrictivas impuestas por las autoridades para
ir a buscar comida", agrega.
Pero los scalabrinianos, también tienen dificultades para encontrar la
comida necesaria. "Es triste decirlo, observa el misionero, pero si las
cosas continúan así, nunca lo lograremos solo con nuestros recursos.
Hasta ahora, ninguna representación consular ha acudido a nosotros para
ofrecernos ayuda. Hasta ahora, la comida que se ha distribuido en
nuestra Iglesia, ha llegado gracias a las donaciones de nuestros
feligreses durante la Cuaresma".
Entre las personas que hacen cola frente a la parroquia, muchos dicen
que "es mejor morir de coronavirus que morir de hambre". “hemos
escuchado pronunciar esta frase muchas veces”, observa. “El otro día
algunos también la pronunciaron frente a los agentes de policía que
habían venido a dispersar la fila frente a nuestra iglesia. Al
principio, los religiosos también temíamos ser infectados. Ante la
desesperación de estas personas, pensamos en las palabras de Jesús: ‘No
tengas miedo, soy yo ...’ Entonces, respetando las medidas impuestas por
el gobierno, tratamos de dar una mano a cualquiera que nos pida ayuda".