Aguarico, ECUADOR (Agencia Fides, 20/04/2020) - Es un desastre ecológico que afecta a las
poblaciones locales y al territorio: Mons. José Adalberto Jiménez
Mendoza, obispo del Vicariato Apostólico de Aguarico (Ecuador), ha
informado con preocupación de la ruptura, que ocurrió el 7 de abril, de
una sección del oleoducto de petróleo pesado. (OCP) dentro del Sistema
Trans-Ecuatoriano de Oleoductos (SOTE), considerada como la ruta
principal a través de la cual se transporta el petróleo a Ecuador. El
desastre tiene un fuerte impacto, especialmente en un centenar de
comunidades en Napo, Orellana y el norte de Perú. "Estamos profundamente
preocupados por nuestras comunidades y pedimos que el estado y la
sociedad se vuelvan sensibles y responsables de defender el hogar
común", dijo Mons. Jiménez en un mensaje enviado a Fides.
Según la denuncia del prelado, las comunidades afectadas por la
contaminación no fueron informadas de inmediato. La demora en informar
el desastre fue clara en la información difundida por los gerentes de la
compañía Petroecuador y por el gobierno nacional: solo revelaron que
una "reducción en la presión en la tubería afectaría el funcionamiento
del Sistema SOTE", sin mencionar la ruptura de la tubería y el
consiguiente derrame de petróleo.
Mientras tanto, el obispo Jiménez informa que aún no se han adoptado
todas las medidas de contención, que son extremadamente urgentes, para
detener el derrame de petróleo crudo, que ha llegado a las aguas del río
Coca y Napo, causando graves efectos ecológicos y ambientales.
Agregando a la contaminación por petróleo la difícil situación generada
por la pandemia de Covid-19, observamos que "las comunidades locales
están sufriendo el deterioro de su salud, la pérdida de sus garantías
alimentarias y la estabilidad social", observa.
La tubería se rompió el 7 de abril, aparentemente debido a eventos
naturales en las áreas que rodean la cascada de San Rafael, entre Napo y
Sucumbíos. Según las estimaciones iniciales, se calculan 4.000 barriles
de petróleo crudo en los ríos Napo y Coca. Cerca de 100 comunidades en
el área permanecieron sin agua durante unos días y aún hoy se realizan
trabajos de limpieza especializados para restaurar los principales
servicios en el área.
Como ha sucedido en otras ocasiones, se han hecho esfuerzos para ocultar
o minimizar el incidente y solo las instituciones de la Iglesia han
denunciado abiertamente el hecho con sus terribles consecuencias. La
Conferencia Episcopal del Ecuador dio mucho espacio a la carta de
denuncia publicada por el Vicariato Apostólico de Aguarico que relata la
situación crítica en el área. Otras quejas también vinieron de la Red
Eclesial Panamazonica (REPAM) y la Confederación de Nacionalidades
Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniane).