El Obeid, SUDÁN (Agencia Fides, 28/04/2020) - “En parte por el terror causado por la
propagación del coronavirus, en parte porque el diálogo continúa, aquí
en Sudán no ha habido enfrentamientos". Así comienza la una entrevista
con la Agencia Fides, Mons. Tombe Trille, obispo de El Obeid y
presidente de la Conferencia Episcopal de Sudán y Sudán del Sur. Con un
sistema de salud precario y una situación socioeconómica que sufre por
años de dictadura, Sudán, que acaba de entrar en una nueva fase
política, observa con temor la propagación del coronavirus. Los casos
son más de 240 y los muertos 21.
“El gobierno - explica el obispo -, pidió evitar las reuniones (e impuso
el cierre total en el estado de Jartum desde mediados de abril). Hemos
celebrado la Semana Santa con un número limitado de fieles, máximo 50.
Obviamente, si el gobierno nos lo pide, cerraremos todo hasta que haya
seguridad. Estamos preocupados por los campos de refugiados, tanto por
las condiciones generales como porque no nos es posible asegurar nuestra
presencia pastoral y social constante. En cualquier caso, la Pascua no
es un momento aislado, sino que es permanente para la Iglesia: continúa
durante todo el año, cada Misa es una Pascua y tendremos la oportunidad
de celebrarla como se debe más adelante".
Mientras tanto, desde el domingo 22 de marzo, Stephen Ameyu Mulla
finalmente pudo instalarse como nuevo arzobispo de la capital de Sudán
del Sur, Juba. Su nombramiento fue rechazado desde el principio por un
grupo de laicos y religiosos sobre la base de divisiones esencialmente
étnicas y ha tenido lugar con retraso, solo después de una investigación
realizada por la Santa Sede.
“Desde la instalación de Mons Ameyu, no ha habido más protestas. También
gracias a su discurso inaugural basado completamente en la
reconciliación, los espíritus se han calmado mucho. Es una buena señal
que nos da esperanza de un futuro unido y pacífico tanto para Sudán del
Sur como para Sudán. La población necesita y comienza a vislumbrar
signos de una nueva esperanza".
Exactamente un año después de la expulsión de Omar al-Bashir (11 de
abril de 2019), el déspota que llegó al poder en 1989 con un golpe de
estado apoyado por los islamistas, Sudán, en medio de mil desafíos
políticos, sociales y económicos, sigue representando una buenas noticia
para África. El rating de democracia elaborada por The Economist cada
año lo ve subir: desde los últimos lugares de la lista ha subido al
147°, mejorando de 8 posiciones en un año.