Gulu, UGANDA (Agencia Fides, 29/04/2020) - El virus aún no ha llegado a Gulu. Pero en el
Hospital St Mary's Lacor, ya está todo listo. Los pacientes no graves
han sido enviados a casa. El departamento de Medicina ha sido equipado
para los contagiados por Covid-19. Se han establecido una docena de
camas de cuidados intensivos, con cinco ventiladores (otros están en
camino). “En Uganda – explica a Fides Cristina Reverzani, médico
voluntario que trabaja en el departamento de obstetricia y ginecología
del hospital católico, propiedad de la diócesis -, la epidemia de
coronavirus se ha tomado muy en serio. El primer caso se registró el 22
de marzo y se bloquearon las fronteras, se cerraron escuelas y lugares
de culto. Tres días después se detuvo el transporte público y privado, y
se proclamó el cierre del mercado. La aplicación de la ley ha sido muy
severa. Demasiado, tanto es así que el presidente Yoweri Museveni ha
intervenido para pedir más clemencia".
Las medidas parecen haber funcionado. Actualmente no hay más de sesenta
casos y ninguna muerte. "La mayoría de estos casos - continúa la médico
-, son personas que han sido infectadas en el extranjero y trajeron el
virus de regreso a Uganda. Hay que decir que algunos factores parecen
preservar a la población del coronavirus. La población es muy joven
(edad promedio inferior a 17 años), las vacunas contra la tuberculosis y
el clima templado (por encima de 20°) parecen representar barreras
naturales para el contagio. Nada está científicamente probado, pero los
test que se hacen regularmente a los ugandeses son prácticamente todos
negativos".
La población del norte de Uganda está asustada, todavía recuerda la
devastadora epidemia de ébola que azotó la región a principios de la
década de 2000. "El recuerdo de esa epidemia está muy vivo - continúa la
médico -. La población Acholi que vive en esta zona ha realizado un
antiguo ritual para expulsar el virus, algo que no se hacía desde la
época del ébola".
Si el contagio no parece extenderse mucho, el virus sigue causando un
enorme daño económico. "El bloqueo –explica Elio Croce, un misionero
comboniano que trabaja en Uganda desde la década de 1970 a favor de los
huérfanos, los enfermos, los discapacitados, los niños soldados, las
víctimas del SIDA y el ébola– ha detenido el libre movimiento y esto
perjudica enormemente a las personas pobres que se gana la vida día a
día. Los agricultores no pueden vender sus productos. Y no tienen nada
que llevar a casa. Los niños no van a la escuela y los padres y las
madres se ven obligados a dar de comer a otras bocas. Para muchas
familias la situación se está volviendo difícil".
El bloqueo debería terminar el 5 de mayo: “Debemos resistir hasta
entonces - concluye el hermano Elio - luego esperamos que haya una
apertura que permita una recuperación de la vida si no a niveles
normales, al menos para permitir que las personas pobres obtengan el
mínimo necesario".