CIUDAD DEL VATICANO, 22 de mayo de 2016 (VIS).- En la reflexión que precede al angelus dominical, hoy, fiesta de la
Santísima Trinidad, el Papa FRANCISCO explicó a los miles de fieles reunidos a
mediodía en la Plaza de San Pedro el significado del largo discurso
pronunciado por Jesús poco antes de su pasión, tal y como narra el
evangelio de San Juan. Un discurso en que revela a los discípulos las
verdades más profundas que le conciernen y delinea la relación entre el
Padre, el Hijo y el Espíritu. Jesús sabe que se acerca la realización
del diseño del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección y por
eso quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión
será prolongada por el Espíritu Santo.
“El Espíritu -afirmó el Pontífice- nos guía a entender las muchas
cosas que Jesús mismo tiene todavía que decir. No se trata de doctrinas
nuevas o especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el
Hijo ha escuchado del Padre y que ha dado a conocer a los discípulos. El
Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con una
mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierta a los eventos y al
futuro. Nos ayuda a caminar en la historia firmemente enraizados en el
Evangelio y también con fidelidad dinámica a nuestras tradiciones y
costumbres”.
Pero el misterio de la Trinidad “habla también de nosotros, de
nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” porque
“mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha insertado en el corazón y
en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una
“familia” de tres Personas que se aman tanto que conforman una sola
cosa. Esta “familia divina” no está cerrada en sí misma, sino abierta,
se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de
los hombres para llamarlos a formar parte de ella. El horizonte
trinitario de comunión nos envuelve y estimula a vivir en el amor y en
el compartir fraterno, seguros de que allí donde hay amor, allí está
Dios”.
“Nuestro haber sido creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos
llama a entendernos como seres-en-relación y a vivir las relaciones
interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco”, subrayó el
Papa, precisando que si bien esas relaciones se juegan sobre todo, en el
ámbito de las comunidades eclesiales, para que cada vez sea más
evidente la imagen de la Iglesia como ícono de la Trinidad, “también se
juegan en toda relación social, desde la familia hasta las amistades o
el ambiente de trabajo:son ocasiones concretas para construir relaciones
humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor
desinteresado”.
“La fiesta de la Santísima Trinidad -concluyó- nos invita a
comprometernos en los eventos cotidianos para ser levadura de comunión,
de consuelo y de misericordia. En esta misión, estamos sostenidos por la
fuerza que nos da el Espíritu Santo que cura la carne de la humanidad
herida por la injusticia, por el atropello, el odio y la avidez”.
Después de rezar el Ángelus, el Papa recordó que ayer en Cosenza
(Italia), fue proclamado beato el sacerdote Francesco María Greco,
fundador de las Pequeñas Hermanas Obreras de los Sagrado Corazones, que
ejerció su ministerio entre los siglo XIX y XX, animando la vida
religiosa y social de su ciudad, Acri. “Demos gracias a Dios por este
sacerdote ejemplar -dijo FRANCISCO- y un aplauso también para todos los
buenos sacerdotes que hay en Italia”.
A continuación señaló que mañana comienza en Estambul, Turquía, la
primera Cumbre Humanitaria Mundial, cuyo objetivo es analizar las
medidas para resolver las dramáticas situaciones humanitarias causadas
por conflictos, problemáticas ambientales y extrema pobreza y pidió a
todos que acompañasen con la oración a los participantes en ese
encuentro “para que se comprometan plenamente en realizar el objetivo
humanitario principal: salvar la vida de todo ser humano, ninguno
excluido, en particular los inocentes y los más indefensos”. La Santa
Sede, que tomará parte en esta Cumbre Humanitaria, estará representada
por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado.
“El martes, 24 de mayo -prosiguió- nos uniremos espiritualmente a los
fieles católicos en China, que ese día celebran con particular devoción
la memoria de la Bienaventurada Virgen María “Auxilio de los
Cristianos”, venerada en el santuario de Sheshan en Shanghai. Pidamos a
María que dé a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada
situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y
siempre perdona. Que en este Año de la Misericordia los católicos
chinos puedan, junto a cuantos siguen otras nobles tradiciones
religiosas, convertirse en signo concreto de caridad y de
reconciliación. Así promoverán una auténtica cultura del encuentro y de
la armonía en la entera sociedad, aquella armonía que tanto ama el
espíritu chino”.
Por último saludó, entre otros, a los fieles ortodoxos de la
Metropolia de Berat, en Albania, agradeciéndoles su presencia ecuménica.