Dohuk, IRAQ (Agencia Fides, 07/07/2016) – Cristianos sirios, asirios e iraquíes que
residen en el Kurdistán iraquí siguen denunciando las expropiaciones
ilegales de sus casas y tierras por parte de conciudadanos kurdas, que
actúan por su propia cuenta o en colaboración con otros miembros de su
clan. El último recurso presentado por los propietarios expropiados ante
los órganos judiciales de la Comunidad Autónoma del Kurdistán iraquí
fue presentado a mediados de junio, con la petición de que se ponga fin a
este fenómeno vergonzoso.
Según el doctor Michael Benjamin, director del Centro de Estudios
Ninive, las denuncias presentadas ante las autoridades de la región
autónoma del Kurdistán iraquí en los últimos años no han producido
ningún cambio: las tierras robadas ilegalmente a los propietarios
cristianos en diferentes áreas, ciudades y pueblos de las provincias de
Dahuk y Erbil ahora ascienden a miles de acre. “Sólo en la gobernación
de Dahuk”, ha declarado Michael Benjamin recientemente a la website
Monitor, “hay una lista de 56 pueblos en los que la superficie de la
tierra confiscada asciende a 47.000 acres”, mientras que el político
Yonadam Kanna, presidente del grupo parlamentario Rafidain, ha observado
que “hay más de 60 aldeas cristianas habitadas por no cristianos en
toda la región del Kurdistán, y esto contribuye al cambio demográficos
en la región”.
El pasado 13 de abril varios cientos de
cristianos sirios, caldeos y asirios, de la región de Nahla, en la
provincia de Dohuk, al norte, organizaron una manifestación frente al
Parlamento de la región autónoma del Kurdistán iraquí en protesta por la
expropiación ilegal de sus bienes inmobiliarios sufrida en los últimos
años a manos de personalidades kurdas influyentes, y denunciada más de
una vez - hasta ahora sin éxito - ante un tribunal competente.
Los manifestantes expusieron pancartas y carteles, incluido uno en
Inglés con la frase “Los Estados Unidos y los países occidentales son
responsables de lo que sucede y se comete contra nuestro pueblo en
Iraq”. Las expropiaciones ilegales se dirigen sobre todo a terrenos y
casas que pertenecen a los cristianos que han abandonado la zona sobre
todo desde los años ochenta del siglo pasado, para escapar de los
conflictos regionales y de la violencia sectaria y tribal que estalló
con mayor virulencia después de la intervención militar de las
coaliciones internacionales.